Daniil Simkin, el duende travieso de la danza
Nacido en Rusia, formado en Alemania y estrella en el ABT neoyorquino, el bailarín llegó al país para interpretar Don Quijote
Fue un niño agraciado. "A los cinco años, era el chico lindo del escenario", cuenta Daniil Simkin, repitiendo una descripción que hacía su madre de él. Es hijo de artistas. Y, además, en el mismo terreno en el que, con el tiempo, él jugaría las cartas de su propio talento: la danza. Ahora tiene 27 años y baila en el American Ballet Theatre, al que ingresó cuando tenía casi 21. Desde 2012 es bailarín principal de esa prestigiosa compañía neoyorquina. Tres veces atinó a aterrizar en Buenos Aires y sorprender con sus virtuosismos. Esta vez se presentará junto a su compatriota Maria Kochetkova en Don Quijote.
"A los nueve años mi mamá dictaminó que ya no era lindo y que debía empezar a estudiar ballet diariamente", dice Daniil, para continuar con sus flashbacks y señalar la zambullida decisiva en su vida artística. Obedeció, pero -caso excepcional-nunca pisó un conservatorio de danza: la maestra fue su madre.
-Esa formación personalizada, ¿no resintió tu sentido de confrontación con los otros?
-Tal vez, pero en algo me favoreció, porque empecé a intervenir en competencias a los 12 años y no tenía problemas de competitividad. No había sufrido esos celos que se sienten cuando un maestro prefiere a otro.
En cierto modo, asumió aquello que decía Baryshnikov: "Trato de no competir más que conmigo mismo". Dispone de un espíritu alegre y no se conflictúa con estas cosas. Y con su físico pequeño y su cara traviesa conserva algo de niño. Hay que aclarar que Daniil Simkin es oriundo de Novosibirsk (Siberia), de donde sus padres partieron cuando él tenía dos años. "Mi papá es mitad tártaro. Yo nací cerca de los montes Urales, en el Asia Central." Recalaron en Wiesbaden y el chico logró ingresar en la compañía de esa ciudad alemana; allí, todos sus compañeros lo doblaban en edad.
-Tu familia emigró en la época soviética, ¿cómo fue la salida?
-Con una visa de turismo. Como bailarín, mi padre había ganado una competencia en París y tenía algo de dinero. Nos fuimos "de vacaciones", primero a Austria y después a Alemania, donde buscó un lugar en alguna compañía, en Düsseldorf y en Wiesbaden.
Daniil ha acumulado prestigio gracias a su dominio técnico, pero -y en esto es bastante excepcional- no ha descuidado su formación intelectual, si bien los vaivenes lo han alejado un poco de sus raíces culturales rusas. "Con mis padres hablo ruso, pero me cuesta leer una novela en ese idioma, porque mi formación se desarrolló en Alemania. Conozco a Pushkin, claro, pero he frecuentado más a Schiller, a Goethe, a Thomas Mann."
También sabe algo de la danza argentina, en especial acerca de Julio Bocca, si bien pertenece a una generación bastante más joven. A propósito de Bocca, recuerda una anécdota de su madre, que bailaba en el Ballet de Novosibirsk: "Julio fue invitado a la compañía y sorprendió a todos porque tomaba Coca-Cola durante los ensayos. ¡Pensar que los soviéticos no podían beber ni agua, porque los maestros pensaban que se les iban a aflojar las piernas! Una mentalidad a la antigua".
-Te gusta mucho el Albrecht de Giselle, que en el fondo es un farsante. ¿Será que te gusta porque es un personaje con vericuetos?
-Sí, claro, es un rol complejo, que cambia durante la misma obra. Tiene un viraje de carácter y crece. Dentro de los clásicos, es el personaje con más desafíos para interpretar.
En la última de las Galas Internacionales del Teatro Coliseo, un corto promocional mostró a Simkin en un gracioso video filmado por el coreógrafo Alexandre Ekman: con la indumentaria de Don Quijote, pasea y hace piruetas por las calles de Manhattan y en el interior del subte.
-¿Cómo reaccionaban los transeúntes y los pasajeros? ¿En Nueva York la gente no se sorprende?
-Para nada. Los neoyorquinos no se interesan por cosas insólitas que pasan en la calle. Están en su mundo.
-Y eso, ¿es bueno o es malo?
-Es bueno, porque podés hacer locuras y a nadie le importa.
-Hay críticos, sobre todo en Francia, que sostienen que tu físico menudo y tu metro setenta de altura te hacen apto para roles cómicos, ¿eso rige para el Basilio que harás en tu presentación en el Coliseo?
-Basilio "me queda" muy bien, acorde con lo que soy en mi vida. Es un desafío técnico y, a la vez, disfruto con la interpretación. Los roles divertidos son ideales para gente que no ve tanto ballet.
Don Quijote
Con Daniil Simkin, Maria Kochetkova y el Ballet del Teatro Argentino. Orquesta Académica de Buenos Aires, dirigida por Carlos Calleja.
Hoy y mañana, a las 20.30.
Teatro Coliseo, M. T. de Alvear 1125.
Entradas desde $ 250.
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