No es fin de año si no hay Cascanueces: el Ballet Estable y los estudiantes del Colón encarnan la fantasía navideña
Este viernes se estrena una versión del clásico de Tchaikovsky, que en numerosas adaptaciones se programa en todo el mundo; además, para la platea infantil, sube a escena una obra que le una vuelta de tuerca a la historia
7 minutos de lectura'
Por estos días, muchos teatros del mundo están presentando una versión de El cascanueces, “uno de los espectáculos navideños favoritos de los Estados Unidos”, como reseñan en el American Ballet Theatre, que celebra diez años de la creación de Alexei Ratmansky con varias funciones en la costa de California. El Ballet Nacional de Canadá, por su parte, repone la producción de James Kudelka creada en 1995 para la compañía de Toronto “que transporta al público a un mundo mágico lleno de nieve, flores y dulces”. Y si bien es cierto que este ballet suele ser pensado para toda la familia, existen versiones más sombrías y adultas, como la versión de Nureyev, llena de metáforas psicoanalíticas e hiperrealismo onírico. Otro ejemplo que se sale de los cánones de la inocencia es la puesta kitsch de Matthew Bourne, que llena de azúcar y brillos las vidas abandonadas y grises de un grupo de huérfanos sin Navidad.
El Teatro Colón también se sube al tren mundial en el final de la temporada 2025: Tchaikovsky habitará el escenario a partir de este viernes con 13 funciones (todas con entradas agotadas) del Ballet Estable en El Cascanueces, con coreografía de Silvia Bazilis, y otras tres funciones de El Hada de Azúcar, una nueva adaptación en el ciclo Colón para niños, creada por Patricio Di Stabile para la Compañía Juvenil de Danza.
La versión de Bazilis conserva la estructura de dos actos con una duración estimada de 106 minutos y el contexto navideño del siglo XIX. De este modo se incorpora al repertorio del Teatro Colón esta adaptación creada en el año 2011 para el Ballet Nacional del Sodre de Uruguay. Con un diseño de escenografía de Gastón Joubert, que evoca una mansión de clase alta europea, y diseño de vestuario de Gino Bogani (capas, galeras y miriñaques), la historia se sitúa en la reunión familiar de la Nochebuena, los regalos recibidos y las fantasías de Clarita, una nena de gran imaginación y mucho sueño como para quedarse despierta toda la fiesta.
“No estuve pendiente de otras versiones, pero lo que sí sé, es que el personaje del padrino, el Sr. Drosselmeyer no es un personaje oscuro como se lo muestra a veces –advierte Bazilis–; aquí su magia está envuelta en luz, es accesible para los niños que se dejan sorprender con la fantasía”.
En cuanto a la transformación o el crecimiento de Clarita, no abandona la infancia en ningún momento. “Cuando descubre que ese muñeco se transforma en un joven valiente que la defiende, se empiezan a conocer pero desde la amistad –sigue Bazilis–. Y cuando en el segundo acto se convierten en príncipes, hay una especie de madurez que se refleja en el gran pas de deux. Pero como todo fue un sueño, ella siente cuando se despierta que en la vida real algún día va a tener también a un joven apuesto del que sí se va a enamorar. Pero no ahora.”
El clima de inocencia se mantiene a lo largo de todo el espectáculo. “Este Cascanueces está pensado desde los ojos de ese niño que todos llevamos dentro –detalla la coreógrafa–. Lo que le fui transmitiendo a quienes bailan los roles de chicos y de chicas es que jueguen, que se diviertan, que se asombren”. Y de lo que deben asombrarse los personajes y la platea es de las marionetas y títeres que encarnan y duplican algunos de los roles. “La incorporación de muñecos que toman vida en el escenario es un atractivo que aporta mucho al relato fantástico”, explica Antoaneta Madjarova, directora artística del Grupo de titiriteros. “En el primer acto, El Rey Ratón y el Cascanueces aparecen en el sueño de Clara, como bailarines, pero además están replicados con títeres un plano de ensueño”.
Lo mismo pasa con Drosselmeyer, tío de Clara y Fritz, que aparece en el teatrino en versión muñeco, manipulando las marionetas. “El Rey Ratón y el Cascanueces pelean frente a las miradas de asombro de los niños, en una escena se desarrolla en oscuridad, utilizando la luz negra y los colores fluorescentes para lograr el efecto mágico total”.
En el segundo acto hay muchos más muñecos que aparecen durante la fiesta en el Reino de las Golosinas. “En este caso interactúan con los bailarines, como un Toro travieso que corre y se enoja con los niños, un gigante árabe y un enorme dragón chino que da vueltas y hace piruetas en el aire”, enumera Madjarova.
Una vuelta de tuerca, para la platea infantil
La enorme producción de este teatro fábrica se lucirá por partida doble ya que la coreografía, dirección escénica y dramaturgia de Patricio Di Stabile saca el jugo del montaje para crear otra obra para los alumnos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, con la música en manos de la Orquesta Académica y la producción de los alumnos de las Orientaciones en Caracterización y Sastrería. En escena se lucirá, entonces, la Compañía Juvenil de Danza.
En un solo acto de 60 minutos, recomendado para público a partir de los 5 años, El hada del azúcar es un ballet inspirado en el universo fantástico, pero cuenta una historia actual, que tiene la atmósfera de El Cascanueces como contexto. “Es el momento de contar una historia sobre las hadas y los caballeros que hacen que la magia del Teatro Colón se mantenga viva. No es un ballet navideño ni tampoco el muñeco del Cascanueces es el protagonista. Los protagonistas son los alumnos del Instituto, que sueñan con bailar el El Cascanueces", anticipa Patricio Di Stabile.
“Es un honor para mí como coreógrafo tener la oportunidad de montar algo en el teatro más lindo del mundo. Un teatro que tiene el desafío de que gran parte del público lo ve desde mucho más arriba. Por eso las acciones que narran la historia están en la mitad de adelante del escenario que es donde se ve casi de todos lados –revela–. A nivel coreográfico, busqué que haya un buen desplazamiento de los bailarines y que sean muchos, distribuidos por toda la escena. La variación del Hada del Azúcar, la bailan 17 haditas, por ejemplo”.
“Quería celebrar los 65 años del Instituto Superior de Arte, que fue mi escuela –recuerda Di Stabile-; para mí es un honor ponerle movimiento a la nueva generación de bailarines argentinos y estoy aprendiendo mucho al lado de ellos. Verlos bailar, mejorar y crecer es lo más gratificante”.
Para agendar
El Cascanueces, coreografía de Silvia Bazilis, por el Ballet Estable del Teatro Colón, con dirección de Julio Bocca. Del 12 al 28 de diciembre. La función de estreno y las de los días 14 y 17 contarán con la participación del bailarín invitado Lucas Erni, argentino residente en Alemania (Ballett am Rhein), que bailará con Rocío Agüero. También de la compañía de Dusseldorf vendrá Gustavo Carvalho para protagonizar este título los días 21, 23 y 26. Los protagónicos en el resto de las funciones estarán a cargo de los bailarines de la casa.
El Hada de Azúcar, coreografía de Patricio Di Stabile, por la Compañía Juvenil de Danza del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Del 19 al 21 de diciembre. Más información, en este enlace
Otras noticias de Ballet
Teatro Colón. Marianela Núñez, Julio Bocca y Borges caben en un mismo título: auspiciosa temporada para 2026
Los cien años de Maya Plisetskaya. Una chiquilla caprichosa y desobediente que se convirtió en la inefable reina del aire
Maya, un huracán de arte y verdad. "Verla bailar era como caer bajo un hechizo"
1De qué murió Gaspar Valverde, el humorista uruguayo
2Actuó en Titanic, película en la que enamoró a James Cameron y, desde entonces, decidió compartir su vida con él
3Los ex Gran Hermano estrenaron su serie y en Intrusos no pudieron contener la risa: “¿Van a los premios Oscar?"
4El video de Pedro Rosemblat que alertó a todos ante los rumores de crisis con Lali Espósito: “Esta pareja está muerta”


