
De "Rapado" a "Silvia Prieto"
Martín Rejtman tiene nueva película
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No es nuevo, entre los curiosos del cine, que suene el nombre de Silvia Prieto. Y suena bien. ¿Quién es Silvia Prieto? "Un nombre que también se puede encontrar en la guía de teléfonos y en el padrón electoral", anticipa Martín Rejtman, director de cine, con literatura y con películas cortas y largas en su biografía. Es el director de un film que lleva por título "Silvia Prieto". Con 37 años cumplidos, detesta que lo llamen director joven.
En la información internacional, hoy se procura defender la posición del llamado director independiente. Rejtman está a medias de acuerdo. "Soy escritor y para mí no existen diferencias entre escribir y filmar; además, no quiero dividir mi obra entre cinematográfica y literaria, porque siempre tienen una parte en común. En nuestro país, sería absurdo indicar que un director es independiente; todos lo somos. Mi temor está en que se siga asociando independiente con director-autor, categoría ya un poco anticuada."
Martín Rejtman prefiere hablar de pantalla de bajo presupuesto, aunque se ataja de nuevo: "Nunca podemos ser del todo independientes: los directores dependemos del dinero, del equipo, del clima y del humor de los actores en el momento de filmar. Con todos estos condicionantes, cómo suponer que el resultado responde a tu visión del mundo".
"¿Mi visión...?" Rejtman responde a la inmediata pregunta con una igual. "Suele estar en la escritura previa a la película, ya que siempre he sido muy fiel al guión, sobre todo en el rodaje. Luego, al compaginar, puedo variar algo, pero nunca demasiado. Creer firmemente en mi escritura me obliga a ser respetuoso con el texto previo. No estoy a favor de un guión de hierro porque se acerca al tema del cine de autor, y lo mío no es eso. A los actores les pido memoria y atención por los diálogos y un modo preciso de decirlos. En "Rapado" no hay casi diálogos, pero les pedí a los intérpretes fidelidad a la imagen que yo tenía. En "Silvia Prieto" hice otro tanto."
"Rapado" es el largometraje anterior de Rejtman. Se estrenó hace algo más de un año en el complejo Tita Merello, donde estuvo tres semanas. "Tuve que hacer mucha fuerza para mantenerla en cartel, porque desde la primera semana querían eliminarla para poner otra película. En esa sala no corren las medias de concurrencia y a la tercera semana ya no tenía fuerzas para discutir. La sacaron."
Tampoco es un título que se pase por la televisión o por el cable. "Y no porque no me ofrezcan la posibilidad _se defiende el director_; es que no quiero que se desnaturalice. Se trata de una película en grandes planos generales y de pocas palabras, justamente todo lo contrario de lo que exige el televisor." Rejtman niega estar en contra de la pantalla chica y admite que con "Silvia Prieto" no tendría problemas: "Abundan los primeros planos y, al contrario de la otra, es muy hablada".
La vida por el cine
La historia de Rejtman está llena de cine, desde su adolescencia hasta la actualidad. Cuenta que, ni bien podía, a los 13 años, se escapaba al cine de la Hebraica, donde mostraba sus clásicos la Cinemateca.
"Veía de todo, en desorden, y me informaba con las revistas que podía y con los programas de las exhibiciones. A los 20 años me dejaron viajar y me fui a Nueva York. Allí me metí en la New York University, a estudiar cine, por supuesto. Pero no me fue bien; apenas hablaba inglés y, como me hice amigo de unos estudiantes italianos, me fui primero a París y después a Roma, que era como estar en casa."
Como tantos jóvenes que sienten el arte pero no saben dónde instalar su gusto finalmente, Martín regresó a Buenos Aires; por ahí intentó proseguir estudios de filosofía iniciados antes y, a los 26 años, estaba de nuevo en las aulas de la New York University. "Esta vez me fue bien, incluso llevé algunos cortos que había filmado en Buenos Aires." En la espera, Rejtman había trabajado como meritorio y pizarrero de dos películas de Juan Carlos Desanzo: "La búsqueda" y "En retirada".
Un prolijo currículum que nos acerca Rejtman señala que nació en 1961 y que fue director de estos cortos: "Just a Movie", en 1982; "Doli vuelve a casa", en 1985, y "Sitting on a Suitcase", en 1987, todos en 16 mm. En 1992 realizó "Rapado", el primer largometraje, en colores y 35 mm.
El mismo documento informa sobre sus libros: "Rapado" (1992), simultáneo con la película; "Treinta y cuatro historias" (cuentos en el volumen "Un libro sobre Kuitca", publicado en Amsterdam en 1993, y "Velcro y yo", cuentos editados por Planeta, en 1996.
Sin distancias
Volvemos al tema de los actores, a quienes Martín Rejtman se refirió al hablar de la dependencia para alcanzar una personal visión. Su observación es abrupta pero interesante: "Dirigir es poner la cámara en un sitio y dirigir a los actores. Tampoco separo la dirección de la película de la dirección de actores. Nunca estudié interpretación, pero descubrí que lo mejor es mezclar actores profesionales, no-profesionales y no-actores. A mí no me cuesta mucho, pero a los actores profesionales les es difícil entenderse con los no-actores. A mí me comprenden mejor los no-actores".
Le preguntamos por el tema de "Rapado". La respuesta es "No tiene tema. "Rapado" trata sobre estar, y mis dos películas son generacionales. Nunca tengo un tema previo: va apareciendo a medida que filmo y mi visión gana forma al final, con la película terminada. "Rapado" resultó un film sobre esa etapa intermedia en que un chico todavía es un adolescente pero ya los demás le exigen como si fuera un adulto. Es ese estar... , la indeferenciación entre no ser chico y tampoco adulto... Una especie de nada. Algunos vieron "Rapado" como una película pesimista. No es mi caso: yo no tengo una visión negativa del mundo; la prueba es "Silvia Prieto", una comedia en el mejor estilo de la "screwball comedy" de los años treinta, de Howard Hawks y Preston Sturges: personajes de clase media que pasan por el estado de felices-infelices."
Todavía, el realizador sueña conque "Rapado" regrese a alguna pantalla cinematográfica, "como ocurría con las películas en tiempos lejanos _rememora_; sólo había que esperar un poco para que volvieran a las carteleras de barrio".
Film con rastros autobiográficos
"Todo es autobiográfico: todo el tiempo en todas partes. No es explícito, pero después de filmar aparecen en la película cosas de mi vida o de las de mis amigos o que me contaron. "Silvia Prieto" es resultado de uno de tales encuentros con amigos. Una de ellas me contó la historia de una mujer que podría ser Silvia Prieto y me dijo que la había incluido en un párrafo de una novela. Le pedí permiso y decidí contarla en el cine: mi amiga me habló de una chica que vivió un noviazgo eterno con un señor casado que siempre le prometía divorciarse de su mujer y nunca ocurría. Entre tanto, había llenado un garaje con electrodomésticos para cuando vivieran juntos. No hubo casamiento, ella se fue a La Plata, conoció a un muchacho, dejó todo y se casó."
¿Esa es la historia?, inquirimos. "No _responde el responsable_; ése es el cuento de mi amiga. "Silvia Prieto" también es una película generacional, con personajes ya adultos: trabajar, casarse y formar familia, tener hijos, pensar en un futuro. La película habla sobre una mujer que se pone muy mal y casi loca cuando se entera de que hay otra llamada igual. Hay dos Silvia Prieto y hasta convocamos mujeres con ese nombre que encontramos en el padrón electoral."
Silvia Prieto es Rosario Blefari, que, fuera de la película, conduce el grupo Suárez de rock. La otra Silvia Prieto es Mirtha Busnelli. Otros intérpretes son Gabriel Fernández Capello (Vicentico, de Los Fabulosos Cadillacs) y su mujer, Valeria Bertuccelli, Marcelo Zanelli, Susana Pampín y Luis Mancini. La producción ejecutiva es de un graduado de la Universidad del Cine, Hernán Musaluppi, mientras Paula Grandio se ocupó de la dirección de fotografía.






