El Colón tiene trajes a medida de la pasarela
Los aprestos para un desfile de atuendos de óperas y ballets, que se hará el lunes, logran revelar los secretos de sus mágicos talleres de vestuario
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"Hay que cubrirle la piel de negro. Mejor, maquillala como si fuera un bronceado subido, porque Aída es una etíope; la piel de Katia (Fuks) es muy blanca", explica Aníbal Lápiz, en tanto arregla los pliegues del largo vestido que luce la modelo. De gasa, el traje podría revelar intimidades, pero el pudor está a cubierto por un forro de tela tupida. La silueta alta y delgada de la mujer inspira al vestuarista:"¿Te animás a las transparencias?" Sin problemas,la mannequin asiente. Entonces, Lápiza da la orden para que el viso sea descartado.
No se sabe si Dolores Barreiro usará una peluca rubia para represenatr a Julieta; hay deliberaciones. Silvina Quintana se pone tiesa tratando de llevar naturalemente el alto tocado de tul negro con serpientes plateadas de la Reina de la noche.
Pero más impresionada está Lorena Ceriacioli, con capa y tocado dignos de Cleopatra, en dorado y turquesa, que pintan la imagen principesca de Amneris. Ethel Brero se siente deslumbrante y muy romántica vestida al uso de fines de siglo, y Carolina Peleritti no puede negar que la fastuosa túnica color rojo y negro de Turandot tiene misterio oriental. En tanto, Federico Suliani se entretiene en admirar los brillos de su traje de Radamés, porque "el oro era considerado metal sagrado por los egipcios", como le cuenta Lápiz.
Si no fuera porque los chicos no tienen dotes de cantantes líricos, todo daría para pensar que en el lujoso camarín Panizza, lleno de gente que busca afanosamente en los percheros , revuelve entre las decenas de pares de zapatos y coloca tiaras y pelucas al que pase, se están preparando para cubrir el repertorio operístico de toda una temporada del Colón.
El motivo de esta reunión es muy diferente:se están ajustando los veintiún trajes de ópera y ballet pertenecientes al Teatro Colón que se mostrarán el 28, a las 19, en el "Desfile del año" que se realizará en el Patio Bullrich, entidad organizadora del singular show. Desde "Turandot", "Las walkirias", "La favorita" y "Tosca", hasta "Romeo yJulieta", "La flauta mágica", "Dido yEneas" y "Madame Butterfly", entre otras, la imaginación remontará vuelo en el ámbito inusual de un shopping. Sobre la pasarela, los modelos (mujeres y hombres) buscarán recrear el perfil de sus personajes, como el cínico Scarpia, la dulce Julieta, la imponente Amneris o la desenfadada Carmen. No quedan de lado el celoso Otelo ni la majestuosa Turandot: los trajes fueron usados por cantantes (Sherill Milnes, Plácido Domingo, Eva Marton, Teresa Zylis Gara, Gloria Scalchi, Helena Mauti Nunziata, Margarita Zimermann) que actuaron en las diferentes obras en el Teatro Colón.
Como en una máquina del tiempo, épocas y modas se recrean con la magia del vestuario. Seguramente, la ropa puede ser la que señala, más que ningún otro elemento de una producción, dónde se ubica la acción, quién es el personaje, de qué extracción proviene y en qué momento transcurren los acontecimientos. Hasta la atemporalidad puede tener su sello, como también los personajes mitológicos, los feéricos o de ciencia ficción: ¿quién sabe a ciencia cierta como se vestiría Wotan, la Reina de la noche o una sílfide?
En el teatro, dar veracidad a papeles cuyos destinos transitan el tiempo de los faraones o de los mandarines, que habitan en una fría bohardilla, una cárcel, un bosque o en el Olimpo es tarea de no poca monta. Seguramente, los diseñadores de vestuario son artífices claves para lograr la magia. La autoría de muchos de los diseños que se verán en el desfile es de Lápiz. Pero hay otros que son de Hugo de Ana, Theoni Aldridge y otros. Lo importante de este bagaje, apenas una parte de los 70.000 trajes que conforman el archivo de ese teatro, es que ha sido confeccionado en la propia casa.
Hace veinticinco años que Lápiz trabaja en tándem con el regisseur, escenógrafo e iluminador Roberto Oswald. Desde entonces, ha creado el vestuario de más de cien puestas, no sólo para el Colón , donde está la mayor parte de su producción, sino también en teatros de América latina, Centroamérica, Estados Unidos, Canadá y Europa. Acuariano, tiene un temperamento firme que surge, sobre todo, en la claridad con que expresa sus conceptos.
Su ámbito de trabajo es el estudio que montó en su casa de Vicente López, al lado de la más confiable de sus colaboradores, su esposa Lidia. Allí, Aníbal crea en tanto escucha música:"Me es imprescindible. Puede ser la ópera que me ocupa en ese momento, música sinfónica, Rod Stewart o Dire Straits."
De entre casa
Tiene tres hijos, Carolina, de 23, que estudia teatro, Diego, de 20, que está cursando imagen y sonido en la facultad de arquitectura y Germán, de doce, que ama el fútbol. "No entiendo; a mí jamás me entusiasmó ese deporte, pero si es su vocación (ahora irá a jugar a Oslo) no hay reparos.En casa, cada cual hace lo que le gusta. Las opiniones de mi familia respecto de mi trabajo son las que más atiendo."
La nómina de sus premios es otra confirmación del reconcomiento a su labor: obtuvo siete de la Asociaciónverdiana; dos de la crítica de Chile, donde también ganó el Laurel de plata;uno de Estados Unidos (por "Salomé") y dos de la Sociedadde Críticos de la Argentina, el último, en 1996, por "La walkiria".
-Cómo nació esta vocación?
-Siempre me interesó la moda. De joven me dediqué a hacer ropa femenina de calle y fiesta, que me compraban grandes casas de Buenos Aires. A la par, hice la carrera de vestuarista en el Instituto Superior de Artes delTeatro Colón, aunque ni pensaba en dedicarme a esta profesión. Lo que sí, siempre me fascinó la ópera, el teatro musical y el cine. Para ampliar mi visión viajé a Europa, donde estuve dos años, sobre todo, en Londres.
Cuando volví, Roberto Oswald me convocó para trabajar con él. Son esas cosas de la vida;yo no lo necesitaba, porque me iba muy bien haciendo ropa y no tenía por qué cambiar. Sin embargo, comencé en esto que, finalmente, se convirtió en el rumbo en la vida. Como digo, una vez que se pone el pie en un teatro, nunca más puede salir. Es como el oxígeno que necesitamos para respirar."
-¿Cuáles son los pasos para la realización de un vestuario?
-Los teatros planifican sus temporadas con anticipación y, según lo que programen, nos contratan, por lo general, con un año de anticipación o, en casos, para mucho más allá, como pasa con una "Electra" que haremos en Estados Unidos en el 2001. La primera instancia es juntarnos con Roberto para dar ubicación a la puesta, que puede ser de época, actual o atemporal.Luego, se discutirán formas, colores y climas. Inicio mi trabajo con el dibujo de bocetos. De allí en más, escojo los materiales (géneros y accesorios), las tonalidades y texturas.
A menudo hago teñir las telas para que concuerden con la paleta que tengo en mente. No me agrada que se reconozca el origen de los material, por eso el trabajo de tinturas es otro acicate a la imaginación. La labor en los talleres comienza con copias del diseño original (toiles) en liencillo, que se prueban sobre maniquíes. Cuando todo está bien entendido y ajustado sólo entonces se corta la tela para la hechura final. No es cuestión de arruinar materiales ni de jugar con el esfuerzo de modistas y sastres.
-¿Qué lo inspira?
-Lo fundamental es la música y el texto.Me interesa mucho saber qué le pasa a los protagonistas, qué tipo de vida tienen, qué sentimientos. No me gusta hacer ropa porque sí: cada traje debe tener sentido y amoldarse tanto al personaje como a la acción.
-¿Los cantantes son difíciles de contentar?
-Algunos, mucho. Los grandes de verdad, no. Hay una tónica que se repite en ciertas personas: cuando algo está mal y no saben con qué agarrársela, le echan la culpa al vestuario. En la vida cotidiana sucede lo mismo. Cuando uno se siente fastidioso no sabe qué ponerse. Nada viene bien, porque la ropa actúa como una coraza que tanto puede traslucir el estado de ánimo como esconderlo y disfrazarlo.
-¿Toma en cuenta la comodidad de los artistas para que se muevan tanquilamente en escena con los trajes que usted diseña?
_En la mayoría de los casos, sí. Pero de vez en cuando me olvido de la comodidad en función de la estética. No puedo mostrar a gente en soleros en "Boris Godunov", que transcurre en Rusia en un clima glacial. Así que los intérpretes, mal que le pese, deberán aparecer muy abrigados. Esta cuestión a veces se torna muy dura cuando se busca una mínima estética y relación con el personaje y los intérpretes son super obesos, una moda que vuelve en las cantantes de Estados Unidos. Creo que es una falta de respeto al público:hace un tiempo debí hacer un traje muy romántico a la protagonista, una estrella lírica, que tenía sesenta centímetros de circunferencia de brazo. Más alla`de lo que yo piense, ¿quién se cree que la Traviata está tuberculosa o que un hombre se vuelve loco por Aída si las cantantes pesan arriba de ciento cincuenta kilos?
-¿Tiene preferencias por alguna ópera o compositor?
-Seguramente,Wagner es el que prefiero. Sus obras permiten el vuelo de la fantasía;su música es maravillosa y no tonta, de esa que los intérpretes se la pasan repitiendo durante tres horas "te amo". Además, los textos wagnerianos tienen lógica y profundidad. En general, sus óperas son los grandes éxitos del Colón. Si bien son extensas, el público sale fascinado. Estas producciones, sobre la base de importantes règies, dirección orquestal e interpretación, son grandes espectáculos. Por ciertos, la contrapartida del mundo light en el que vivimos, donde todo debe ser vertiginoso al estilo de un videoclip porque, si no es así, la gente se cansa.
Lápiz acaba de pasar el estreno de "Fidelio" en el Colón, pero esto ya está lejos de él: ahora se aboca, en el Teatro Municipal de Santiago de Chile, al "Ocaso de los dioses", de Wagner, en la puesta de Roberto Oswald. Los dos creadores fueron los que montaron por primera vez en ese país la tetralogía, "El anillo de los nibelungos" (conformada por "El oro del Rhin","La walkiria", "Sigfrido" y "El ocaso de los dioses"), hecho que generó grandes expectativas y elogios múltiples de la crítica.
-¿Usa materiales naturales?
-Si bien he utilizado, según las necesidades, materiales no convencionales, como cables telefónicos en espiral para simular rulos en pelucas, o telas plásticas blancas para aparentar porcelana, siempre prefiero los géneros de fibras naturales. La gasa debe ser de seda o algodón; no me agrada la sintética. Las telas naturales tienen nobleza en la caída y se ven vívidas en escena. Detesto que se perciba la ropa como vestuario de teatro. Hay detalles que cuidar, por ejemplo, en escenas de masa, no suelo hacer todos los diseños iguales, porque cada persona tiene gustos y guardarropa diferentes.
Ricos y mendigos
-En el caso _ continúa_del vestuario lujoso, el look debe ser impecable, como si fuera la primera a vez que se usa, ya que se supone que el dinero permite tener muchas prendas y que un vestido de fiesta será usado una o dos veces. En cambio, en "Fidelio", en las escenas de la cárcel, la ropa debe aparecer gastada:se hicieron tratamientos especiales para que se viera deteriorada. Si bien una ópera es una ficción, hay que hacer creíbles a los personajes y lo que han vivido. Me agrada hacer obras donde hay margen para el vestuario fastuoso, pero no es mi preferencia: más me gusta hacer trajes que traduzcan la esencia de una historia, los sentimientos de quien lo lleva.
En realidad, en esto radica la importancia de su labor:"En la ópera, el vestuario, como la escenografía, son fundamentales. Un personaje puede definirse por lo que lleva: éste es el gran desafío del vestuarista. Importan el profesionalismo, la experiencia y el conocimiento, pero, sobre todo, la imaginación y la pasión, que son los verdaderos motores para crear."
Fábrica de fantasías
Oficio: los mil y un personajes de óperas y ballets que pueden verse en el escenario se realizan en el propio Teatro Colón
Una suerte de panal de abejas en constante laboriosidad son los talleres de vestuario del Teatro Colón, a cargo de Cayetano Barone, que emplea a cuarenta y dos personas entre modistas, sastres, personal que atiende los depósitos (donde se guardan y preservan 70.000 trajes) y la lavandería. Héctor Luengo, segundo jefe, explica que allí no sólo se corta y cose, sino que también se entienden con las tinturas y tratamientos especiales que requieren los géneros.
Cuando se comienza con la realización de una nueva produccción, lo primero es el acopio de los elementos que se utilizarán. Corren por las manos de los empleados sedas, encajes, gasas, terciopelos, pedrería, galones, metales, cueros y pasamanería. Nada les es imposible ni extraño; el celo porfesional, la labor artesanal y en gran medida, la aptitud para resolver cualquier cuestión, es un atributo de esta gente. También es importante saber cómo lucirá cada tela y color con al iluminación escénica.
La preparación del vestaurio de una ópera, entre que se estudian los bocetos, seleccina el material y se hacen las consultas pertinentes al vestuarista insume tres meses. La concreción, que implica el corte y la costura, es de apenas quince o veinte días: en ese tiempo llegan a realizar más de mil trajes. A menudo, la sección está ocupada con tres títulos a la vez, pero el trabajo siempre sale a tiempo, aunque en el ensayo general mucho esté sostenido por alfileres.La terminación debe ser perfecta y fuerte: no pueden permitirse papelones en escena.
La cantidad de trajes en una obra varía según cambios de ropa (hay obras donde hay hasta cuatro), pero del vamos se calculan, al menos, trescientos cincuenta. Como promedio, un traje operístico de época deglute de cinco a siete metros de tela.
El de Aída, en un diseño de Lápiz, drapeado, de gasa de algodón, insumió quince;las capas del coro de esa ópera de Verdi, mil metros, en tanto que la de Turandot tiene cinco metros de largo por dos de ancho. Para producciones como "Manón", los magníficos trajes femeninos llevan, cada uno, cuarenta metros de pasamanería. Los bordados importantes se hacen a mano, con la experta Rosa Tajes a la cabeza.
Luengo explica que han incorprado materiales no convencionales, que son más livianos y facilitan ciertas especialidades, como la hechura de corazas (para escenas de batallas): actualmente se realizan con gomapluma y siliconas, que se derrite y se adapta a las molduras. Trocitos de madera balsa pintados en dorado simularon barras de oro en el traje que luce Ramsés en "Aída". Una tela de arpillera puede convertirse en brocato según el estampado que se le imprime en el taller. Seguramente, buscar la comodidad y alvianar el peso es una de las preocupaciones; sin embargo, en casos se busca lo contrario. El traje de Wotan o el de Boris Godunov (quince kilos), son ex profeso pesados:".
Es para dar majestuosidad al personaje a la par que aplomo al artista. Como Wotan, en general, se desplaza sosbre rampas inclinadas, el traje voluminoso, si no es pesado, puede ser inmanejable y provocar caídas. En cambio, el peso actúa como agarre."
En realidad, el personal ingresa conociendo a fondo el oficio de modista o sastre, pero "la experiencia, de hacer ropa teatral y conocer la especialidad se aprende aquí en vivo. Esto también es un arte."
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