El encuentro poético de dos artistas, en una obra bellísima
¡Recital olímpico!, de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas se estrenó en el Teatro Sarmiento
★★★★ ¡Recital olímpico! Dramaturgia y dirección: Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas. Intérpretes: Anabella Bacigalupo, Luna Etchegaray, Laura Paredes, Nadia Sandrone, Nina Suárez, Agustina Estarli, Micaela Suárez y Oriana Lopresti. Escenografía: Julieta Potenze. Luces: Agnese Lozupone. Coreografía: Luciana Acuña. Vestuario: Nadia Sandrone. Sala: Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2717). Funciones: viernes y sábados, a las 19. Duración: 70 minutos.
Nadie quiere dormirse aquí / algo puedo hacer / tras haber cruzado la mar / te seduciré / por felicidad yo canto. El latido profundo de ¡Recital olímpico! vive en “El himno de mi corazón”, de Miguel Abuelo. Desde el inicio, cuando Laura Paredes la recita en ruso, hasta el final glorioso, cuando Nina Suárez la canta a capela: toda la obra es atravesada por la alegría poética de esa canción, apertura y cierre de una ceremonia transoceánica como el amor de dos adolescentes geniales tomadas por la vocación.
Segunda creación de la dupla Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas (En lo alto para siempre), esta vez jugaron con dos nombres de fines de los 70, las niñas prodigio Nadia Comaneci, atleta olímpica rumana, y Nika Turbina, poeta ucraniana que se suicidó a los 27 años. Intercambios epistolares más una fiesta en casa de la poeta argentina “Nika” (como la renombra Nadia), sueldan un vínculo de los que no se olvidan, a pesar del tiempo, las promesas incumplidas y las obligaciones adultas.
Por una pasarela trampolín, al ras del escenario y perpendicular a la platea, se deslizan tres gimnastas con mallas retro. Sus volteretas aéreas, enmarcadas por luces y sonidos, intervienen lo narrativo como viñetas de nadias en acción. Al costado, un viejo televisor transmite los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. En ese plano del pasado se suceden los encuentros, epistolares y presenciales, entre Nadia y Nika, interpretadas por Suárez y Luna Etchegaray. En alto y en cruz a esa pasarela, hay otra donde se mueven, en general, las protagonistas del presente, Anabella Bacigalupo (Prueba y error, Un domingo en familia), la atleta, y Paredes (una de las Piel de Lava), la poeta.
Tanto las chicas como las adultas conforman parejas actorales muy contrastantes pero que logran un contrapunto armónico, creíble, de enorme dulzura en un caso y de extraña resignación por lo que no pasó, en el otro. El presente tiene razones que el pasado no comprende: sólo la poesía consigue fundir esos planos para crear una canción atemporal y una obra que festeja los lazos invisibles.
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