El protocolo de las chicas leves de la tele
Alguien dijo que el conocimiento es supervivencia. Justo, en ese momento, ellas sufrieron un ataque masivo de hipoacusia
Ellas son principalmente leves. Y esa levedad es atraída por la televisión, y viceversa. Son las chicas que se pasean anatómicamente por los estudios de los programas de la tarde. Allí donde, con la misma intensidad, se debate la vida y la muerte.
Entre las luces catódicas, las chicas leves plantean un modus operandi , un protocolo, que las hace ser quienes son. Una chica leve bien podría decir sin titubear: "Hay gente que si de chiquita no la matás, de grande la tenés que discriminar". La frase fue dicha y nadie se horrorizó. De hecho, la sensación de horror está demodé en TV. Y en esa lógica tan propia de la argentinidad, ellas dominan.
Ser una chica leve de la tele si bien es una metamorfosis que se hace de la noche a la mañana, requiere de un aprendizaje, o si se quiere más antropológicamente, de la asimilación de determinadas normas de comportamiento, a saber:
- La problemática de la retención textil. Las chicas leves apuestan por contemplar el mundo de espaldas, siempre en poses "muy cuidadas". Tratarán de insistir en destacar los juegos de claroscuros en las fotos de sus anatomías, incluso cuando la imagen se asemeje demasiado a un colonoscopía en vivo. Ellas tienen una necesidad imperiosa por dejar en claro que no sólo hay una exhibición del cuerpo, sino arte. Las chicas leves, para serlo, deben negar que son leves e insistir, con ahínco, en eso de que están para mucho más que mostrar las curvas. "Mi papá era modelo cuando era joven. Está en la genética ser artista", dijo una de ellas en plan ósmosis natural de arte, mientras abogaba por la desnutrición textil.
Lamentablemente, y a fuerza de tesón- bueno, no en demasía- no logran retener la ropa por mucho tiempo. Hace unos años, una de ellas, que había sido una vedette en los ochenta, había apostado por una carrera en el teatro "serio". Duró poco. Meses después se la pudo ver contemplando el mundo de espaldas en la marquesina de un teatro de la Avenida Corrientes, en la metafórica pieza teatral: Cuatro colas y un funeral .
La falta de retención textil tuvo un capítulo fundante en un programa de televisión abocado al destaque del pandereteo de glúteos en modo baile. Allí, una de ellas, aparentemente confundida,se desprendió del triangulito textil que le cubría el milimétrico pudor. Así, por primera vez en su carrera, logró contemplar el mundo de frente.
Educadas en el vaivén emocional de los reality shows apuestan por una resolución de los conflictos generando otros conflictos
- La diplomacia prescindible. Para ser una chica leve, hay que ser brava. Si en lo físico se va de espaldas, en lo emocional la dirección es siempre de frente. Se debe confrontar todo el tiempo y de manera inconexa. En cuestión de segundos hay que pasar del llanto a la risa, de la tranquilidad al enojo; una suerte de emotividad por antónimos. Una escena de antología ocurrió hace un par de años, cuando una de ellas, presumiblemente en paz, llegó a un estudio de TV, saludó al conductor y a los panelistas, menos a uno. Se sentó, borró la sonrisa, lo miró fijo y se levantó en dirección al hombre en cuestión. "Perdoname, pero tengo que hacer algo antes", le dijo con tono "desajuste hormonal" al animador. Al grito contundente de "A mí no me decís p..." le estampó una cachetada al panelista.
Educadas en el vaivén emocional de los reality shows- muchas de ellas son ilustres egresadas de esa institución televisiva- y en la lógica catódica de la confrontación por la confrontación misma, apuestan por una resolución de los conflictos generando otros conflictos. Así, la diplomacia a ellas es lo que el buen gusto a Vicky Xipolitakis: completamente prescindible.
Las chicas leves de antaño ocultaban/negaban las modificaciones corporales, las de ahora las publicitan orgullosas como si se tratara de grandes proezas
- Efecto matadero. Las chicas leves tienen inquietudes de este tipo: "Tenía adiposidad alrededor del pupo, había perdido la cintura. Me angustiaba a la noche". Ante tales inquietudes e impulsadas por una cierta atracción filo frigorífica, las chicas leves son altamente ejecutivas para resolver: entran al quirófano a someterse a bestiales fiestas cárnicas. Así, se hacen de nuevo. A los 20 años, ya están moldeadas a fuerza de botox, mamoplastías, rinoplastías, liposucciones...
Llama la atención la poca o nula consciencia que tienen sobre los riesgos lógicos de cualquier intervención quirúrgica, pero, en el razonamiento de una chica leve, siempre hay un valor que hay que anteponer a la vida. En palabras de una de ellas: "Tenía de verdad grasita. Tengo un cuerpo que me costó tener. Y tener rollitos me hacía mal".
Las chicas leves de antaño ocultaban/negaban las modificaciones corporales, las de ahora las publicitan orgullosas como si se tratara de grandes proezas. Incluso hasta pueden tuitear alguna foto del carneo desde el posoperatorio. Hacerse, para ellas, es un boleto directo a, por ejemplo, una temporada de verano en Carlos Paz, giras incluidas.
Ser una chica leve es estar en
- Los laberintos de las sábanas. Ser una chica leve es estar en affaire constante. Aquí lo importante no es nunca el amor a lo Corín Tellado- el desgarro romántico no es una característica fundante de la levedad televisiva -. El drama "sabanil" de ellas se asienta sobre la variable "tiempo", que se mueve, sin grandes transiciones, entre la fugacidad y lo (más o menos) duradero.
Así los escenarios que una chica leve plantea son dos: " One Hit Wonder " –en el léxico de la industria musical, son los grupos que, a lo largo de su carrera, sólo logran un único hit- y "Te-amo-te-odio-dame-más". El primero es la llave de ingreso al medio. Para ello, se requiere poseer la capacidad discursiva de articular frases como "Pasé la noche con tal cantante, actor, empresario…", que se puede completar con algún calificativo sobre el desempeño o el "sistema métrico decimal" del acompañante en cuestión. Una vez superado el escollo, hay que tener constancia y poder de inventiva para, a medida que las chicas son reporteadas, agregar algún que otro detalle impactante.
Cuando ya están instaladas en el universo farandulesco vernáculo y adquirido el mote "de chica de tal", se puede pasar al segundo escenario, "Te-quiero-te-odio-dame-más". Los casos paradigmáticos son los de las llamadas botineras, en el campo de acción del fútbol; "urneras", en el área de los políticos; "raqueteras", en el sector tenístico mínimo Copa Davis –ellas no avizoran el menudeo-. Para generalizar, no son relaciones a largo plazo, y usualmente, terminan en juicios millonarios o cuotas alimentarias ídem, que hacen que las chicas leves se aseguren una vida relajada luego del romance-inversión.
Puede ocurrir que algunas de ellas escapen a estos dos escenarios, nuevas tecnologías de por medio, para descollar en el espacio televisivo a partir de un video homenaje a Fuerza Bruta, pero en la cama.
La falta absoluta de sapiencia es lo que les da existencia
- Empetrolemos todos juntos la Biblioteca de Alejandría. Alguien dijo que el conocimiento es supervivencia. Justo, en ese momento, las chicas leves de la tele sufrieron un ataque masivo de hipoacusia. Sin embargo, en la Argentina-Macondo, ellas logran sobrevivir de todos modos. De hecho, la falta absoluta de sapiencia es lo que les da existencia. Se es por su falta. De esta manera, han legado a la humanidad frases como:
"Ella no tiene que discriminar a las latinas porque sino discrimina a las chilenas que son casi latinas… la mayoría";
"No tengo deleite [por delay , la demora en llegar del audio desde un estudio de televisión hasta un móvil]";
"De Piazzolla, me gusta Danonino [por la emblemática Adiós Nonino]";
"Marx era materialista" ;
"Se te viene la Apocalipsis";
"¿Un plato típico de Rusia? La ensalada rusa"
"Tengo descendencia flaquita" [Traducción: "Por genética, soy flaca"]
"¿En qué fecha se conmemora el Día del Animal? Eh... el 12 de octubre"
Ser leve en la Argentina-Macondo no es motivo de vergüenza. Para nada. De hecho, las celebramos. Quizás, porque ellas, en lo más profundo, nos recuerdan que la levedad humana es infinita.
lanacionarTemas
Más leídas de Espectáculos
El sabor del silencio. Gonzalo Heredia y Luciano Castro, frente a frente, en un thriller culinario con gusto a poco
“¿Fui buen yerno?” El divertido reencuentro de Clemente Cancela con su ex, Anita Pauls, y el pícaro guiño de Mirtha Busnelli
Ya llega. Este es el primer trailer de “Betty la fea, la historia continúa”: cuándo se estrena y dónde