
Una semblanza del escritor galo a propósito de Socorro, perdón, su nueva novela
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Durante gran parte de mis veintipico trabajé en una agencia de publicidad, para bancarme mis estudios de periodismo. Empecé de cadete y llegué a redactor, y llegué a ver muchísimas miserias humanas entre sus creativos, sus ejecutivos de cuenta, sus consultores de marketing y demás (por suerte, también me hice de un grupo de pocos pero excelentes amigos / as). Mi despido me sirvió para que me dedicara de una vez por todas a esta profesión de periodista y para que me juramentara jamás volver a pisar una agencia, a no ser que un hijo mío se muera de hambre y yo no tenga como alimentarlo: tal fue el odio que le tomé a la publicidad.
Acaso fue por eso que al aparecer 13,99 euros de Frédéric Beigbeder, mi alegría fue tremenda. "Escribo este libro para que me echen del trabajo. Si me fuese, me quedaría sin indemnización. Necesito cerrar la rama sobre la que asienta mi comodidad. Mi libertad se llama subsidio de desempleo. Prefiero ser despedido por una empresa que por la vida", dice apenas empieza el libro Octave Parango, alter ego del autor. Un par de detalles, para hacer más comprensible la lectura: Beigbeder era director creativo de Young & Rubicam París, y decidió "vender" las desventuras de su compañía y del mundo publicitario de la misma forma en la que Jorge Asís hizo con Clarín en su Diario de la Argentina ("Toda literatura es delación. No veo el interés de escribir libros si no es para morder la mano del que te da de comer"). Sólo que Asís lo hizo tras haber dejado el periódico: el francés aún era parte de esa "maquinaria que lo tritura todo a su paso" cuando tomaba notas a la vista de todos para su non fiction. Así fue como el presidente de Y&R consiguió las pruebas de la novela antes de su salida a la calle, y consiguió el cometido de Beigbeder: despedirlo de la empresa, mientras 13,99 euros lograba el apoyo de la crítica y de su amigo Michel Houellebecq, quien lo calificó como "el libro definitivo sobre el medio publicitario".
Poco más de un lustro después de 13,99 euros, Parango / Beigbeder hace su reentré en Socorro, perdón. Parango ahora trabaja para una empresa de cosmética en la Rusia de Putin, buscando modelos adolescentes para sus campañas de publicidad. Socorro, perdón pinta, quizás, el mejor fresco sobre la actualidad de la ex URSS ("El país de los crímenes impunes y la amnesia voluntaria", en donde ahora "Algunos metros separan a Pravda de Prada"), sobre el fashismo de los concursos de belleza y, por sobre todas las cosas, sobre la belleza incomparable de las nínfulas rusas. Detalle, este último, en donde Parango sucumbe, como era de esperarse, entre líneas de coca, coqueteos con la nueva oligarquía post comunista y tras la búsqueda de la redención por medio de sus confesiones a un sacerdote...
No se si habrá una nueva aventura para Octave Parango luego de Socorro, perdón. Por ahí está bien que esta sea su despedida definitiva, aunque no vería con malos ojos una nueva aparición desde el DF mexicano o, porque no, desde nuestro Faena District en Puerto Madero (¿cómo puede ser que nadie aún situó un crimen allí en alguna novela?). Lo que sí puedo afirmar es que los dos volúmenes que lo tienen de protagonista se leen con desesperación, con ansiedad, postergando otros asuntos. Ojalá que alguien se enganche con él luego de este post: soy de los que siguen pensando en el boca a boca como mejor publicidad para la literatura o la música.
PS: Aparte de 13,99 euros y Socorro, perdón, también hay traducidas al español otras dos novelas de Frédéric Beigbeder: El amor dura tres años y Windows of the World. Todas por Editorial Anagrama.
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