
James Caan, el rostro de la mafia
El actor vuelve a uno de sus papeles favoritos en el film "Mickey ojos azules", con Hugh Grant
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NUEVA YORK.- Puede ser la pesadilla de cualquier entrevistador, más allá de que en persona resulte extremadamente simpático y sea dueño de una de las sonrisas más compradoras del cine de los últimos tiempos. James Caan es capaz de sacarle canas verdes al que tenga sentado delante si es que espera que responda lo que se le pregunta. Eso sí, le encanta hablar, contar chistes y burlarse de la mala fama que se ha ganado por algunos incidentes violentos en su pasado y ciertas amistades no muy recomendables que ha tenido. Pero, como él mismo lo admite, hoy Caan está más concentrado en ser papá que en otras cosas.
Nacido en el Bronx y criado en Queens, en donde su familia se dedicaba al negocio de la carne, Caan ingresó en la universidad a los 16 años para estudiar economía, teatro y jugar al fútbol americano. Después de unas temporadas en el off-Broadway, debutó en la TV y de allí pasó al cine, donde no ha perdido su vigencia desde su primera película, "Lady in a Cage", en 1964. En 1972 fue nominado al Oscar por su trabajo en "El padrino" y fue uno de los pocos que continuó en la saga de hasta su tercera secuela.
Veterano de grandes éxitos, como "Rollerball" o "Misery", Caan es ahora el probable suegro de Hugh Grant en "Mickey ojos azules", la comedia que ha producido el inglés de los ojitos azules y el parpadeo rápido y en donde también trabaja Jeanne Tripplehorn.
-Siempre ha interpretado a mafiosos. Y ahora se ha dado el gusto de burlarse de ellos...
-Me ha dado mucho gusto poder reírme un poco de los mafiosos. Es gente que tiene muy buen sentido del humor, sobre todo porque entienden que si alguien te imita y se divierte a tu costa, de alguna manera te está halagando. Cuando algo se vuelve un estereotipo, como ocurrió con los mafiosos, con todas esas películas en donde todos se comportan de la misma manera, dejaron sembrado el camino para que alguien se burlara de ese estereotipo. Cuanto más estereotipas a alguien, más fácil es burlarse de él.
Porque es claro que los mafiosos no son como los describen las películas. Yo tengo algunos amigos que... digamos que están "en el negocio". Y la verdad es que no sé de ninguno de ellos que haya cometido crímenes horrendos. Ninguno ha sido acusado de abuso infantil. Nunca mataron a nadie. Como mucho, han sobornado a alguien para que les dieran un contrato para construir un edificio o sacar la basura, nada muy diferente de lo que hacen muchos empresarios...
-Parte de "Mickey ojos azules" tiene lugar en Little Italy, barrio muy popular de Nueva York...
-Es cierto. Una vez, hace quince años, me llamaron para decirme que habían decidido honrarme como el Italiano del Año de Nueva York. Lo volvieron a hacer hace cuatro o cinco años. Yo les vivo diciendo que no tienen por qué hacer algo así, sobre todo porque de italiano no tengo nada... Eso sí, soy del barrio. He estado allí durante mucho tiempo y conozco a mucha gente...
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Hugh Grant?
-Muy divertida. El me cae muy bien. Es una persona muy nerviosa y muy neurótica. Es muy británico y yo soy muy neoyorquino, y creo que eso generó un muy buen contraste entre los dos. Todo lo que tuve que hacer es ponerlo nervioso durante todo el rodaje. Le decía mentiras y lo provocaba todo el tiempo. Fue bastante fácil. Hace pocos días, para la promoción de la película, me lo volví a encontrar y le pregunté cómo se podía presentar ante la prensa con una camisa tan horrible. El se desesperó y llamó inmediatamente a su mujer, Elizabeth Hurley, para pedirle que le consiguiera otra camisa... fue muy fácil tomarle el pelo. Pero bueno, además de ser nervioso y neurótico, Hugh trabaja como un animal. Participó en el guión y por la noche se quedaba hasta cualquier hora preparando el rodaje del día siguiente...
-¿Cómo fue que usted se convirtió en actor?
-Nunca elegí convertirme en actor, elegí dejar la industria de la carne. Lo que me importaba era no seguir los pasos de mi padre. Hice de todo para lograrlo, hasta fui a la universidad, pero no porque fuera inteligente. Después no sabían cómo hacer para echarme...
-¿Cómo se dio cuenta entonces de que lo suyo era el teatro?
-Mientras estudiaba me la pasaba en el mercado de la calle 14 bajando medias reses. Mi tío me dio el trabajo para ayudarme con mis estudios. Yo sabía que ése no era el lugar en donde quería pasar el resto de mi vida. Creo que el que vio cierto talento en mí fue mi padre. Fue él quien me sugirió que fuera al Neighborhood Playhouse. Lo hice y me aceptaron, porque pensaron que estaba totalmente loco. El teatro me llamaba la atención y me quedé. Estudié durante cuatro años y después empecé a buscar la forma de convertirme en profesional. Me dieron los cuatro primeros trabajos a los que me presenté. Hice teatro y todo lo que hubiera de televisión en Nueva York...
-Y a partir de allí, ¿cómo llegó a Hollywood?
-Ya era un veterano del teatro y la TV. Me llamaron para una película y así llegué a Los Angeles, pero enseguida me volví, me pareció una ciudad para las vacas, no para la gente.
-Recientemente ha vuelto a ser padre. ¿En qué medida cree que ha cambiado como padre?
-Creo que he madurado mucho, porque tuve dos hijos con la misma mujer, y eso ya es todo un signo de madurez para mí, ¿no te parece? Me ha llevado su buen tiempo, pero finalmente he entendido lo que significa ser padre. Es muy lindo tener a tu padre y a tu madre juntos, en tu casa. Ahora puedo disfrutar de mi paternidad porque estoy un poco más en paz conmigo mismo. Pasé por un período muy autodestructivo, en donde me comporté como un salvaje...
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