Tommy Lee Jones brilla como nunca y muestra un estilo interpretativo muy distinto a lo habitual en The Hunted, un gran policial del recientemente fallecido William Friedkin
Tommy Lee Jones es la “antiestrella”, como alguna vez lo bautizó un amigo suyo. Nunca estuvo dispuesto a seguir las reglas básicas de protocolo, cordialidad y buenas maneras que la industria de Hollywood espera de quienes la representan en la pantalla. Los encargados de relaciones públicas se agarran la cabeza cada vez que tienen que organizar entrevistas con espíritu promocional de alguna película en la que participa.
Una vez se levantó de su silla con cara de ogro en medio de un encuentro de prensa previo al estreno de Hombres de negro (Men in Black) porque alguien quiso saber si creía en la vida extraterrestre. Y cuando un cronista de The New York Times quiso saber, a propósito del título de grado en literatura inglesa que obtuvo en Harvard, cuál era el área particular de esa lengua que más le interesaba, respondió: “El tipo de inglés que estamos usando en este momento”.
Si se definiera la personalidad de Tommy Lee Jones exclusivamente a partir de sus apariciones públicas podría decirse que lo más aproximado en su caso a la simpatía es el gesto solemne que mantuvo durante todo el encuentro que compartió con admiradores, medios de comunicación y estudiantes de cine cuando fue invitado de honor del Festival de Mar del Plata en noviembre de 2008.
Quienes, por el contrario, suelen tratarlo por fuera de la actividad que lo hizo famoso en el mundo entero destacan su sencillez y la distancia que toma de cualquier postura parecida a la de una figura de fama internacional, inmediatamente reconocida en cualquier parte del mundo. Cuentan en la localidad bonaerense de Lobos, donde Jones desde hace muchos años es propietario de una casa de campo, que cuando aparece por allí sin avisar (es lo habitual en su caso) se mezcla con los lugareños y los paisanos como un habitante más, sin buscar privilegios, distancias o exclusividades.
El autor de estas líneas lo pudo comprobar en 2006, antes y después de un partido benéfico de polo jugado en el club Santa María de Lobos y del que Jones participó como integrante de uno de los equipos. En la breve charla con LA NACION compartida en los palenques se entusiasmó especialmente al hablar de caballos y de su pasión por el deporte que practicó toda la vida en San Saba (Texas), su ciudad natal. Allí vive la mayor parte del tiempo, dedicándose también a la cría de ganado, y solo permanece en Los Angeles el tiempo imprescindible que le imponen sus tareas profesionales como actor.
Nadie tiene una foto de Jones firmando autógrafos. Tampoco hay registro de alguna imagen suya en esos encuentros sociales que la industria de Hollywood considera casi obligatorios, entre otras cosas porque los estudios invierten casi la misma cantidad de dólares para producir una película y para promocionarla. Cuando le toca frecuentar el mundo que lo hizo famoso, Jones suele dejar bien a la vista el gesto más huraño y malhumorado posible en su inconfundible rostro de viejo cowboy, surcado por profundas marcas y arrugas.
Pero además de todo eso, Jones es un actor de cine extraordinario. “Es la persona más inteligente con la que trabajé. Cuando llega al set ya tiene en la cabeza todo lo que hay que hacer”, dijo en 2003 William Friedkin, el gran director de El exorcista, Contacto en Francia, Cruising y Vivir y morir en Los Angeles.
Friedkin, que acaba de morir a los 87 años, eligió dos veces a Tommy Lee Jones como protagonista de sus películas. Fueron dos proyectos consecutivos, para ser más preciso, y a la vez las últimas del director que se estrenaron en los cines argentinos. Primero, en Reglas de combate (Rules of Engagement, 2000), y más tarde en The Hunted (2003), estrenada en los cines argentinos como La cacería. Con este título puede verse actualmente en Flow, en una versión exclusivamente doblada al español con el sello del canal de cable A&E. Hasta ayer estaba entre los diez títulos de cine más vistos de esa plataforma de streaming.
En cambio, la versión original hablada en inglés y con subtítulos, rebautizada como La presa, puede verse en Amazon Prime Video. Es una de las mejores obras de Friedkin y, sobre todo, la película a la que Jones lleva a su máximo esplendor el atípico estilo interpretativo que se le reconoce.
No estamos en presencia de un actor normal, dicho esto en relación con los recursos expresivos que suelen emplear los intérpretes cuando trabajan para el cine. Jones entiende otra cosa del oficio: en The Hunted Jones se mueve todo el tiempo a puro instinto, sin otra regla visible que la pura intuición. Responde muchas veces con monosílabos o en el mejor de los casos ahorra al máximo su vocabulario porque se percibe a sí mismo como un hombre de acción. Lo que hace solo adquiere sentido cuando se pone en movimiento. Casi siempre con el cuerpo y cuando tiene que estar forzosamente quieto, es su mirada la que empezará a definir el siguiente (y casi siempre directo) paso a los hechos.
L. T. Bonham, el personaje que Jones interpreta en The Hunted, está inspirada en la figura real de Oscar Brown, un experto rastreador de huellas y también de técnicas de supervivencia en situaciones hostiles. Como tal se dedicó durante mucho tiempo a capacitar en estas lides a efectivos de fuerzas especiales y tropas de élite estadounidenses consagradas a complejas tareas de seguridad y defensa, especialmente en el Ejército.
Como en El fugitivo (The Fugitive, 1994), la película que le dio hasta ahora su único Oscar (tuvo otras cuatro nominaciones), The Hunted es el relato de la caza de un hombre por parte de su incansable perseguidor. Le toca a Jones en la película de Friedkin salir en la búsqueda de Aaron Hallam (Benicio Del Toro), uno de sus mejores discípulos, a quien sus superiores quieren capturar después de que se extralimitara en una de sus misiones secretas y encubiertas. “Yo no tuve que matar a nadie. Solo les enseñé a otros cómo hacerlo”, dice Bonham a sus superiores cuando es convocado.
La destreza infalible de Hallam para cumplir órdenes en esos operativos casi suicidas queda a la vista en una fantasmagórica escena que transcurre durante la cruel guerra de los Balcanes, en medio de una masacre inspirada en actos de limpieza étnica. Así comienza la película.
Allí aparece Jones, convertido “en un tipo extraño que sale del medio de un bosque y de repente aparece en un entorno bien urbano”, según la definición de Connie Nielsen, que en The Hunted personifica a una agente del FBI asignada también a la captura de Hallam. A partir de ese momento, toda la película es una verdadera clase magistral de movimiento cinematográfico a cargo de Jones.
Lo vemos desplazarse con todos los sentidos en alerta de un lado al otro del cuadro, seguido con pulso certero por la cámara de Friedkin, como si fuese el jefe de una manada de animales salvajes que sale en terreno abierto a recuperar a alguno de sus integrantes. Sabe que su mejor discípulo está amenazado o en peligro, y también sabe al mismo tiempo que siempre encontrará algún recurso inesperado para alejarse de sus perseguidores.
Pero Bonham, el personaje de Tommy Lee Jones, necesita al mismo tiempo atrapar a Hallam para redimir un profundo sentimiento culposo. Tiene que sacrificarlo como hizo Abraham con su hijo en el Evangelio por mandato divino, tal cual se sugiere desde el admirable prólogo relatado con la inconfundible voz de predicador religioso que tenía Johnny Cash.
Jones convierte su instinto en una verdadera arma interpretativa. Lleva a su personaje casi al estado de naturaleza cada vez que se enfrenta con armas hechas a mano (sobre todo cuchillos artesanales cuyos filos son tallados con piedras) a su álter ego personificado por Del Toro. Cuando los dos se enfrentan la tensión llega al máximo y se hace irresistible sin necesidad de prolongarse más de lo necesario. “No estamos haciendo Hamlet. Hay que hacer economía de recursos”, explicó en su momento Friedkin, a quien le bastaron apenas 94 minutos para narrar en forma completa esta caza del hombre por el hombre, aunque los protagonistas se muevan y actúen como animales acosados.
Quizás solamente Robert Duvall, en una dimensión mucho más cercana al relato dramático que al thriller, como ocurre en este caso, pueda aproximarse al estilo interpretativo cultivado por Jones y que alcanza su máxima expresión en The Hunted.
Jones consigue que Bonham no se parezca a nadie. Cuando busca a Hallam en medio de una atmósfera urbana llama la atención por el modo en que se mueve de un lugar al otro. No camina ni se viste como los demás. En plena ciudad de Portland, ciudad rodeada por bosques espesos y cadenas montañosas, anda por ahí en pleno invierno sin abrigarse demasiado, fácilmente reconocible por el sudor y la suciedad que muestra en comparación con el resto durante esos desordenados desplazamientos.
Antes de salir en persecución de Hallam, con un prólogo ejemplar, Friedkin nos ayuda a descubrir todavía más la personalidad de Bonham. Bajo una imponente nevada, salva la vida de un lobo salvaje al quitarle la trampa que lo estaba desgarrando. De inmediato se traslada al bar del pueblo y después de golpear al dueño del traicionero cebo levanta amenazante el dedo índice frente al rostro de un hombre mucho más corpulento. “No más trampas para osos”, le advierte. Todo el repertorio interpretativo de Jones se concentra en esa secuencia: de la valentía a toda prueba a una melancolía casi infinita.
Con 77 años recién cumplidos (los celebró el 15 de este mes), Jones acaba de reaparecer en dos producciones que acaban de estrenarse en el Festival de Cine de Toronto. El primero es The Burial, una historia ambientada a la vieja usanza del cine de Hollywood en el mundo de los juicios orales. Allí Jones interpreta al dueño de una empresa familiar dedicada a las pompas fúnebres cuyo negocio se ve amenazado por intereses muy poderosos, que enfrenta con la ayuda de un carismático y pomposo abogado (Jamie Foxx). Llegará a mediados de octubre a la plataforma Amazon Prime Video.
La otra es Finestkind, un thriller sobre deudas pendientes y negocios oscuros que involucra a miembros de una misma familia en el medio de una pequeña comunidad de pescadores de Nueva Inglaterra. Fue escrita y dirigida por el talentoso Brian Helgeland, ganador en su momento del Oscar por el guión de Los Angeles al desnudo (L. A. Confidential).
Siempre es estimulante el reencuentro con un actor que, como dijo una vez Steven Spielberg, es mucho más que un instrumento solista de la actuación porque dentro de él funciona una orquesta sinfónica completa. Todo este gran repertorio queda a la vista mejor que nunca en The Hunted. Lo dice con todas las letras Benicio Del Toro, su compañero de aventuras en esta película que merece más de una mirada: “Todo lo que Tommy Lee Jones dice y hace está cargado de verdad”.
The Hunted está disponible como La presa en Amazon Prime Video (versión original en inglés, con subtítulos) y como La cacería en Flow (versión doblada al español)
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