
La magia de Led Zeppelin sigue en pie
Jimmy Page y Robert Plant revivieron en el estadio de Ferro la energía que caracterizó a una de las bandas más originales y potentes que dio el rock en estos tiempos enriquecida por el sonido de las cuerdas.
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Recital de Jimmy Page (guitarras) y Robert Plant (voz) acompañados por Charlie Jones (teclados) Nigel Eaton (bajo) y Machael Lee (batería) Egyptian Ensemble y orquesta de cuerdas local. Estadio de Ferro.
Es cuestión de creer. Tomar la escalera que sube al cielo y desde allí dejar que mande el corazón. Son las 22.25 de una calurosa noche en Caballito y algo que parecía terminado toma forma ante un estadio colmado.
Ansiedad y temor. ¿La canción es la misma? No. Es imposible por la sencilla razón de que el paso del tiempo deja sus huellas. Y crece la ansiedad por ver a dos símbolos que hicieron del rock and roll un lujo de seducción y energía. Y también el temor de que esos mismos músicos justificaran el regreso sólo por una mala pasada de la nostalgia.
Pero "Wanton Song" despeja toda duda. Allí arriba Jimmy Page con su guitarra debajo de la cintura enciende acordes mientras Robert Plant acomoda su voz no tan arriba pero siempre al límite.
Es cierto que hay algo ausente. Si bien el espíritu de Led Zeppelin está ahí nomás al alcance de todos se extraña ese motor sin pausas que fue John "Bonzo" Bonham aunque el actual baterista Michael Lee golpee los tambores con energía y Nigel Eaton al bajo es un excelente nexo que supera las expectativas por ver en su lugar a John-Paul Jones.
Rompecorazones
Transformado y un poco arrugado por el tiempo hay mucho de Zeppelin y "Heartbreaker" lo confirma.
Y si bien la primera parte del show sirve para hacer reaccionar al más descreído la inclusión del ensamble de cuerdas egipcio le da una riqueza musical extra a las melodías acústicas que ofreció la banda en sus años de carrera.
Así "No Quarter" y "Gallows Pole" toman forma entre la gente. Es una nueva posibilidad generada a partir de la reunión de este par de músicos que hace más de dos décadas hicieron temblar al mundo.
Page no perdió su virtuosismo que desde siempre es un poco desprolijo pero impactante y desenreda extensos solos en un show que hasta pocos minutos antes se intuyó como "liviano".
Vanas especulaciones. Ni siquiera los violines y las muchas cuerdas que se sumaron en Buenos Aires -y que no tuvieron demasiado peso sonoro- pueden quitarle a la música su espíritu de rock and roll.
Por eso se recordará este recital porque más allá de concretar el sueño de muchos amantes de Zeppelin trascendió en todo momento ese aire de honestidad que transmiten los grandes músicos.
"Since I´ve Been Loving You" "The Song Remains The Same" "Babe I´m Gonna Leave" y "Whole Lotta Love" (limitado por los años de sus intérpretes) movilizaron a un entusiasta y numeroso público que cada vez que pudo reclamó un clásico del grupo "Rock & Roll".
Entonces Plant anuncia la despedida. Se sabe que saldrán del escenario para volver a los bises. El público quiere más. Tantos años de espera merecen ser reconfortados con alguna ofrenda más.
Por eso los primeros acordes de "Black Dog" reciben una ovación. La versión claro no tiene el salvajismo ni las virtudes vocales que regalaba Plant en los setenta. Pero la guitarra sana esas heridas.
Y el final es a puro "Rock & Roll". Y todo el mundo feliz agradecido por haber llegado a último momento y adquirir el ticket en las ventanillas del estadio minutos antes de las diez para vivir una de esas noches que no se olvidan fácilmente.
Es seguro que la canción no es la misma pero todavía conmueve.




