La resignificación de Gertrudis, en una moderna y actual versión de Hamlet
" Shakespeare hoy es como los Beatles para los adolescentes: nacieron y ya estaban. Es un diálogo que te propone desde antes que vos nacieras; como el tango, ya te va a llegar, vas a entender, te va a atrapar", dice el traductor, adaptador y director Patricio Orozco, creador del Festival Shakespeare Buenos Aires que se realiza desde 2011, y el responsable del Hamlet que se estrenará el viernes 1° de junio en el Centro Cultural de la Cooperación, frente al San Martín, donde se presenta La tempestad.
"Siempre hay algo que huele a podrido, pero por qué hacerlo ahora. Esa pregunta nunca desaparecerá", dice Orozco que ya ha dirigido, entre otras, Ricardo III, Antonio y Cleopatra, y Macbeth, asesino del sueño. Decidió enfocar la mirada de actualidad en el rol de la mujer, en especial, en el de la reina Gertrudis: "Siempre el punto de vista es el masculino, muy machista. Las respuestas de Hamlet se toman como muestra de astucia e ironía, pero la verdad es que son muchas las veces que Claudio lo llama 'hijo mío' y que Gertrudis se refiere a Claudio como 'tu padre', y pide al hijo que lo trate bien. ¿Por qué estigmatizar de nuevo a Gertrudis? ¿Por qué no pensar que siempre estuvo enamorada de Claudio, pero la casaron con el hermano mayor? ¿Por qué Hamlet no sería hijo de Claudio? No es una mujer fría y calculadora, sino que finalmente logra casarse con el amor de su vida".
Por lo tanto, este Hamlet dudará de su identidad. Está enojado y tironeado por una fuerte lucha interna. "No es un chico solamente deprimido, que se deja llevar por las circunstancias. Necesitaba un actor como él para asumir ese personaje", dice el director sobre el protagonista, Alberto Ajaka, que llega a la charla después de filmar durante todo el día en Avellaneda, la película Lobos, de Rodolfo Durán. Es el tercer Shakespeare para él, que ya fue Otelo y Macbeth.
"La obra es enorme, pero no hay que solemnizarla. Tiene mucha potencia escénica y por eso, ocupa el lugar que ocupa. No soy ingenuo a esa canonización, pero pongo toda la capacidad de trabajo, toda mi cabeza, en este personaje, lo tomo con pasión y alegría", dice el actor a quien acompañan Leonor Benedetto (Gertrudis), Antonio Grimau (Claudio), Patricio Contreras (Polonio), Paloma Contreras (Ofelia), Sebastián Pajoni (Laertes), Pablo Mariuzzi (Horacio), Hernán Jiménez (Osric), David Masajnik (Rosencratz) y Sebastián Dartayete (Guildenstern). Junto a Orozco, también responsable de la escenografía con Emilio Basaldúa, integran el equipo creativo Gonzalo Córdova en iluminación, Mini Zuccheri en vestuario y Marcelo Katz en la dirección de los comediantes.
"El teatro es un problema sin solución. Y Hamlet es el gran problema del teatro, como el teorema de Pitágoras. Todos somos Hamlet en la medida del ser o no ser. Es que uno es o no es, no hay más para entender porque en eso se nos va la vida. Yo soy Hamlet porque yo soy yo y porque me toca serlo, me puse el traje, con humildad y con amor. Nadie va a actuar lo que yo voy a actuar, les guste o no a los demás. Me divierto con el juego y acepto la fragilidad de la solución, pero eso tenemos y hay que defenderlo", dice Ajaka.
Acerca de la versión adaptada, Orozco explica que después de la muerte del dramaturgo, los amigos actores publicaron gran parte de sus obras: es el First Folio (1623), "la versión oficial", la más traducida y usada. Pero hubo otras versiones anteriores, ninguna igual a la otra, publicadas en vida de Shakespeare. De Hamlet, hay dos de estos textos, llamados "los cuartos", de diferente extensión, más la tercera, la del First Folio, que reúne a las otras dos. "Revisé las tres y traté de entender qué había sucedido de una versión a otra. Y lo que ves son los arreglos propios de cualquier autor teatral en el proceso de ensayos, cambios que se van incorporando porque el texto está para ser dicho por los actores", dice el director que estudió en la Royal Shakespeare Company ubicada en Stratford, donde nació y murió el genial inglés. "En el teatro isabelino, el público estaba adentro de la escena. Hay que tener en cuenta al espectador, no es posible una visión ensimismada. No hay soliloquios, es diálogo con la gente. Trato de ubicarme entre los actores y el autor, nunca entre los actores y la gente. Hamlet es tan grande que lo máximo que podemos sacarle, en términos futbolísticos, es un empate. Desde acá tenemos algo para aportar", afirma Orozco, aunque lamenta que en la Argentina no haya una tradición shakespeariana ni referentes actuales. "Alcón ya no está; Carnaghi, en segundos personajes. Tenemos grandes artistas y el teatro oficial debería convocarlos para estas obras. Muchas como Coriolano, Timón de Atenas o Tito Andrónico ni siquiera se estrenaron como corresponde. Las puertas de un teatro oficial no se abren tan fácilmente y están para promover lo local y no, por esnobismo, traer a alguien que ni sabemos: ¿por qué no llamar a alguien de acá?", concluye.
Hamlet
- Dirigida por Patricio Orozco
- Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543.
- Viernes y sábados, a las 22.
- Entradas, $400.
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