
Larumbe fue un señor del jazz
Adiós al pianista argentino
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Uno de los músicos más admirados y respetados de la Argentina, Horacio Larumbe, falleció el sábado último cerca de la medianoche, a causa de un infarto. Tenía 64 años. Ya en 1995 había sufrido un preinfarto mientras acompañaba en Oliverio al guitarrista Herb Ellis. La afección era grave y fue operado exitosamente, pero el corazón quedó dañado.
Con el fallecimiento de Larumbe se pierde al último bohemio de toda una época del jazz que quizá comenzó con otro pianista, el Mono Villegas. Larumbe, más que ningún otro músico, encarnaba la quintaesencia del jazz, es decir, la improvisación. Su estilo, su forma de armonizar, siempre arriesgada y que sorprendía a las audiencias, fueron la escuela de muchos jóvenes músicos a los que generosamente enseñaba y asistía.
Había nacido el 5 de enero de 1939, en Lincoln, provincia de Buenos Aires, donde comenzó a estudiar piano clásico. Un precoz glaucoma le hizo perder la vista y a los ocho años viajó a Buenos Aires para estudiar en la escuela de ciegos, donde además de seguir estudiando piano comenzó a estudiar clarinete. En esa época, Larumbe participó en la orquesta sinfónica juvenil de la escuela, pero a medida que fue creciendo se inclinó cada vez más hacia las jam sessions. De día tocaba música académica, de noche se dedicaba al jazz, género del que se enamoró tempranamente.
Gustaba de las personas y de ahí su afabilidad, simpatía y sencillez.
De vitalidad envidiable, era radioaficionado y un lector incansable y actualizado.
Dos pequeñas anécdotas señalan su calidad artística. El primer pedido de Chick Corea cuando llegó a Buenos Aires fue: "Quiero tocar con el pianista ciego"; Hermeto Pascoal cuando vino a presentarse en la ciudad pidió lo mismo, y dicen que ésa fue su mejor noche en Buenos Aires.
De la misma generación de Baby López Furst, Eduardo Lagos y Jorge Navarro, Larumbe sentía una especial admiración por Horacio Salgán, único músico que lo ponía nervioso cuando iba a escucharlo. Ambos se trataban mutuamente de "maestro", y ciertamente lo son.
El reconocimiento como pianista de jazz le llegó durante la primera parte de la década del ochenta, gracias a sus actuaciones en el club Jazz & Pop, donde además de tocar con su trío, integrado por González en el contrabajo y Junior Césari en batería, participaba de interminables jam session los domingos, en las que los mejores músicos de la nueva generación se probaban el traje de artistas. Javier Malosetti, Lito Epumer, Armando Alonso, Paul Dourge, participaban de esos encuentros en los que el único hombre maduro era Larumbe. No abundaban por aquellos años los pianistas y el "ciego" trabajaba a destajo con los jóvenes, pero con el órgano, porque el piano de ese club, lo sabemos, era un mueble indomable. Organista de lujo, se definía como el mejor organista de jazz de la Argentina, porque -decía- "soy el único".
Tenía un estilo personal que no permitía confusiones. Salvando las distancias, su influencia y bohemia tienen puntos en común con las de Thelonious Monk, en Nueva York.
Antes de su partida a Suecia, donde tocó de manera estable con el baterista Albert Heath, Larumbe se había convertido en uno de los sesionistas más solicitados del país. Aparece en cientos de discos; Sandro y Palito Ortega lo tuvieron en sus grabaciones.
Fue en Suecia donde se abocó al órgano. Excelente intérprete de música brasileña, para la cual tenía la sensibilidad y el talento necesarios. Cuando tocaba tango, sonaba jazzístico; haciendo jazz, era muy personal.
Tantos discos grabados y ninguno propio. Recientemente, la productora Silvia Errea lanzó su primer trabajo discográfico, en el que comparte con la excelente cantante María Volonté la portada. Larumbe intervino y desempeñó un papel importante a la hora de definir el repertorio y los arreglos. Errea subsanó en parte el error histórico de que este gran músico no tuviese la debida difusión. Su final en "La puñalada" es sencillamente maravilloso. De todos modos, Larumbe tiene otro disco, "Carnaval", con González y Césari, pero grabado para el mercado español y que no se editó en la Argentina.
Sus últimas actuaciones fueron algo espaciadas a causa de distintos problemas de salud. En 1999 hizo un ciclo en Notorious con su trío; en 2001 actuó junto a Mauricio Einhorn y Agustín Pereyra Lucena en el auditorio del Sheraton, en el ciclo Contemporánea Música, y el año último, unos pocos jueves, nuevamente, en Notorious. Con la muerte de Larumbe la música en la Argentina perdió a uno de sus maestros más queridos y creativos. Ayer al mediodía sus restos fueron cremados en un cementerio privado.





