
Las que mueren por un flash
Una obra que desnuda humorísticamente la relación que tienen las estrellas con el medio y la prensa
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Juntar a seis actrices -Marta Bianchi, Ana Acosta, Sandra Ballesteros, Carola Reyna, Florencia Peña y Julieta Ortega- en un mismo elenco es un gesto de audacia al que solamente un joven director como José María Muscari (22 años) podía atreverse. Sobre todo, porque cada una de estas actrices, que cuenta con su bagaje profesional, interpreta en escena a una diva que, con diferentes estilos, cuenta su relación con el medio, el éxito y su público. La obra que las convoca es "Desangradas en glamour", que se estrenará el martes, en el teatro Picadilly.
Puramente por razones de espacio, La Nación sólo convocó a tres de ellas -con perfiles casi opuestos-, para una entrevista: Marta Bianchi, actriz de extensa trayectoria teatral, televisiva y cinematográfica, formada en los teatros independientes; Sandra Ballesteros, que tuvo su trampolín en "El lado oscuro del corazón", de Eliseo Subiela, y Julieta Ortega, una de las artífices del cuestionado desnudo de "El cartero", de Skármeta. Más que hablar de la obra, cuyo argumento no quisieron revelar, estas actrices se volcaron hacia el tema del divismo que se puede llegar a imponer en el medio local.
En el firmamento
Estrella, astro, diva o divo, figurita, son las calificaciones que se adjudican a todos aquellos que aspiran a llegar a la resplandeciente cumbre del mundo del espectáculo. Por el contrario, estas tres mujeres, modestamente, se reconocen como actrices y no se sienten instaladas en otra categoría profesional.
"Ser diva significa no tener en cuenta a los demás, es colocarse en un lugar del piso con poca base", comienza Marta Bianchi.
"Para mí, es materializar el deseo de muchísima gente -continúa Sandra Ballesteros-. En mi caso, podía habérmela re-creído y convertirme en una tarada profesional. La idea no me pasó ni medio segundo por la cabeza. Por suerte, tengo el alma bien constituida, rodeada por mis padres y amigos. Entiendo que el lugar de la diva es traer a la tierra el deseo de un montonazo de gente. Estas divas que interpretamos son arquetipos, llevados al grotesco. Pienso que, en un punto, nos peleamos con esas divas; fue difícil, porque creo que ninguna de nosotras es eso."
"Asocio diva a muy poca gente, así como famosa es muy poca gente -explica Julieta Ortega-. Una cosa es ser pública y otra famosa, como es el caso de Susana Giménez, Tinelli o Mirtha Legrand. Esto que hacemos es extraño, es un poco hollywoodense, incluso démodé . Hasta la palabra glamour es démodé ."
Según anticipan, la pieza -con idea de Muscari y dramaturgia de Alejandro Quesada- habla de la relación de las personas famosas con el medio y con la prensa.
"Un medio un tanto extraño -agrega Julieta, con una seriedad que supera sus 28 años-, en el que las cosas funcionan de una manera rara, sin pretender hacer una crítica a nada ni a nadie. Porque no se salvan las actrices, ni el productor, ni el director. Es decir: no se salva nadie. De lo que estamos hablando es de un medio que funciona de una manera un poco podrida, pero donde una también está inmersa. Para hablar de eso, al director le sirvió hablar de divas y no de actrices, que un día hacen el programa de mayor rating y después pasan un año sin trabajar, que un día se las conoce y otro no, que en un momento ganan muy bien y en otro muy mal. Esto tiene que ver con la realidad argentina. A Muscari le sirvió llevar todo al extremo."
"La sangre (de la obra) es el costo por ese esfuerzo de alcanzar el brillo, el glamour. Habla de los costos humanos", reflexiona Sandra Ballesteros.
Las verdaderas divas
Y esta pausa sirve para que entre ellas empiecen a barajar los nombres de las grandes figuras que ellas consideran divas: María Félix, Marlene Dietrich, Greta Garbo y Madonna son las primeras que surgen.
"Son mujeres que crearon un arquetipo y lo sostuvieron en su trabajo y en su vida -explica Marta-. No son actrices que compusieron, encarnan el divismo. Pueden ser, además, grandes intérpretes, pero no necesariamente. El tema es que encarnaron un estilo tanto en la vida como en sus personajes."
"Yo veo el cuidado que tienen las estrellas de TV en sus programas, el cuidado que ponen en los detalles -explica Julieta-. Son pocas las que pueden llevar eso a fondo. Como dice Mirtha Legrand, no hay que defraudar a la gente. Pero yo no siento eso porque no soy una estrella. Si estoy cansada, estoy cansada. No tengo tanta imagen para sostener, ni tanta historia."
"Ni tanta histeria", acota Sandra.
"Eso mismo", acepta Marta.
-¿El medio exige que sean siempre actrices 10?
-No sólo el medio, sino la gente que proyecta sueños sobre los actores -dice Marta-. Encarnamos personajes para que la gente sueñe y proyecte su fantasía sobre nosotros. A veces te sentís comprometida a sostener esa imagen ante el público, porque te admira y te quiere. Una hace ese juego, porque trabaja para provocar esto. Generalmente se arma una confusión entre la vida privada, la vida pública y lo publicado. Entonces se crea un juego entre el actor, el público y la prensa. El actor quiere que todo el mundo lo quiera.
-¿Cómo se protege la vida privada de una actriz?
-Es un equilibrio que hay que conseguir -continúa Marta-. Y se puede, en tanto se tenga en claro lo que sos, dónde empieza el trabajo y dónde termina. Para algunos, su vida privada es un show. Gozan con hacer de lo privado algo público. Otros pensamos que hay un goce en la vida privada y otro en la pública.
-¿En algún momento se sienten invadidas en su privacidad?
-Es un trabajo muy delicado -toma la palabra Sandra-. A mí me ocurrió un hecho concreto. Cuando fui víctima de un asalto (en 1998), sentí que fue el único momento en que ser Sandra Ballesteros me enloqueció la vida. No di ninguna nota, ni nunca he sido de prensa amarilla. En el momento en que pasó, no me pude alejar del lugar y fue muy difícil mantenerme al margen sin enojarme. Sólo hablé del asalto después de un año y medio, pero la pasé fatal, porque hubo un intento de violación. Eso fue mucho más importante para la prensa que cualquier trabajo que haya emprendido. Da bronca que estén tan cargadas las tintas sobre los hechos amarillistas. Es un trabajo que en su momento me costó, ahora no tanto. Estoy parada en otro lugar para mí más sólido.
-¿Para una joven que vive en el seno de una familia dedicada a la actividad artística, es difícil mantener la vida privada?
(La pregunta obviamente está dirigida a Julieta Ortega). -Me resulta difícil empezar a ver qué cosas no quiero mostrar. También me cuesta darme cuenta de que las cosas que me pasan ahora tienen que ver con actitudes mías equivocadas, de haber sido chica y no haber visto mejor la situación. Una cosa es ser fotografiada en un restaurante con una persona con la que estás saliendo, no lo podés evitar. Otra cosa distinta es hacer una producción de fotos con esa persona. A los 17 años es difícil de manejar, porque es atractivo, es lindo para el ego, porque uno tiene ganas de gritar a todo el mundo que ésta es la persona más importante que existe. Con respecto a mi familia, ya es más complejo. Somos muchos dentro de una familia pública y no podemos hacer nada con las decisiones del otro. Lo que pasa con los hermanos o la madre a mí me pasa públicamente. Las decisiones de mi padre, las opiniones de mi madre, siempre son públicas. El Día del Padre me llamaron de un canal para que saludara telefónicamente a mi papá que estaba invitado en el estudio y yo me negué. Se enojaron y me hicieron sentir muy mal. Está todo muy mezclado. Lo quiero, lo apoyo, pero no tiene sentido saludarlo a mi papá por televisión. Ahora me parece ridículo, a lo mejor el año que viene me parece algo estúpido y pienso que hacerlo no tiene ninguna importancia.
Criterio de selección
La clave para elegir a estas profesionales estuvo basada en un sólo requisito: seis actrices que trabajaran juntas, que no tuvieran problemas de cartel, que supieran que iban a ganar todas iguales y que se pudieran reír de ellas mismas.
"Una diva verdadera no sé si puede reírse de esto", dice Julieta.
"Seduce el riesgo", agrega Sandra.
"Los artistas tienen que caminar por la cornisa", aporta Marta.
"Las divas están basadas en la imagen que el público tiene sobre nosotras", apunta Sandra.
-¿Cuál es esa imagen pública?
-La mía -dice impulsivamente Sandra- es de comehombres , de misteriosa, densa y oscura. Nada que ver con la realidad. Esa imagen partió del personaje de p... literaria voladora de la película de Subiela y ahí quedó. Entonces no conocen mi humor, que canto, que soy el gatito de peluche de papá y mamá. Soy un regenio al lado de todo esto. En cambio, para este personaje estoy lookeada , con el cabello pintado y aritos en la nariz. Doy miedo. Pero es un personaje total.
"A mí -toma la palabra Julieta-, el director me dijo que era actriz soberbia de dinero. Me pareció atractivo poder reírme de eso. Me parece inteligente tener tan poca solemnidad y no tomarse a una misma en serio como para poder decirnos las cosas que nos decimos acá. Soy un poquito soberbia. Es posible, que sea antipática, también me lo han dicho. Poder reírme de eso me parece genial. Lo mismo que pasa con Marta, que no sé si hay otras actrices de la misma generación que puedan aguantar las cosas que le decimos en escena.
-Porque soy la mayor -explica Marta-.
-Por ejemplo -continúa Julieta-, en un momento alguien le dice a Marta que la tildan de actriz aburrida y ella se ríe. No sé si hay muchos actores que se puedan prestar a eso de verdad. Y que digan que yo soy una idiota impune es llevar mi idiotez, que seguro tengo, a un extremo que me deja muy desnuda. Me parece que es bueno. Conozco a muchos actores que se toman demasiado en serio. No digo que no haya que tomarse el trabajo en serio, pero no a uno mismo. Es más fácil reírse de los demás que de uno.
-Me costó igual que a Julieta -explica Marta-. Soy una persona muy tímida. He trabajado mucho para hacer esta mujer segura, que habla y pisa fuerte. A mí me gusta hacer personajes que están alejados de mí, porque si no me da vergüenza, me inhibo. Este personaje parte de una actriz seria, de mi edad, comprometida, pero llevado a un extremo patético. Al principio, en algunas cosas me resistía. Ahora, no. Le presto algo personal, pero teniendo en cuenta que no hay mucho mío.
-Yo traté de zafar de la sexy, de la pregunta b... de "¿Te desnudas en esta obra?" -finaliza Sandra-. En este caso, no lo logré. Todo lo tuve que volver a transitar, la caída de ojos, el no sé qué, la sensualidad. Y me desnudo... el alma.
Quiénes son las seis divas desangradas por la fama
Elenco completo de actrices con humor
No era tarea fácil convocar a seis actrices para un proyecto con el mismo nivel de protagonismo, pero el director José María Muscari, se tomó el trabajo de elegir a una por una y convencerlas de hacer su papel.
"Cuando me llamó _explica Marta Bianchi_, el libreto tenía cinco hojitas. No sabía qué contestarle hasta que me invitó a ver un ensayo. A los cinco minutos, ya quería estar arriba del escenario."
Para Sandra Ballesteros la experiencia es anterior: "Cuando habló conmigo me entregó sólo una hojita, pero de cualquier forma me enganché porque ya conocía los trabajos que José María había hecho antes".
En cambio, Julieta Ortega no se mostró tan predispuesta. "En un principio yo ya estaba comprometida con "El cartero", pero cuando terminé mi temporada, José María todavía me estaba esperando. Acepté porque me atrajo esa cualidad que tiene él de reírse de sí mismo y de sus trabajos. Pensé que iba a ser algo muy bueno para aprender a reírme de mí."
Para ellas, el papel de diosas es pura ficción
Carola Reyna
- "Casas de fuego", de Stagnaro; "Señoras y señores" (Canal 13), "Casa natal" (América), "Gasoleros" (13), "El amante de las películas mudas".
Julieta Ortega
- "Vulnerables" (Canal 13), "Drácula" (2), "De corazón" (13), "Pequeños milagros", de Subiela; "24 horas (algo está por explotar)", de L. Barone.
Sandra Ballesteros
- "La isla de los esclavos", de Marivaux; "Encantante" (recitales), "Tango", de Carlos Saura; "Doña Bárbara", de Betty Kaplan.
Marta Bianchi
- "Papel picado", de Liliana Cappagli; "Gracia y Gloria", "Made in Argentina", de J. José Jusid; "El patio de atrás", de Carlos Gorostiza.
Florencia Peña
- "Chabonas" (América), "Shakespiriando", de C. Hochman; "En mi cuarto, Blancanieves" (infantil); "La nocturna" (Canal 13).
Ana Acosta
- "Tetanic", con Artaza "Rompeportones", de H. Sofovich; "Queridas mías", de B. Mosquera; "Boeing Boeing", con Rodolfo Ranni.




