Libertad Lamarque, esa chica de tan sólo ochenta y ocho años

Allí está la farándula haciendo hall frente a varias cámaras de TV para alimentar el cholulismo nuestro de cada día.

Cuando termina la ceremonia con las caras de famosos, la enorme humanidad de Serra Lima asoma por la derecha para dar pie al ingreso de Libertad Lamarque por la izquierda. Los pasos erráticos de Libertad en busca de María Martha son la primera broma de la noche.

Tras el intercambio de humoradas sobre la gordura y la edad, cargas que cada cual acumuló por tentaciones o descuido, ingresa cupido de la mano del bolero.

María Martha se prodiga en títulos: "Usted", "Como yo te amé", "El viaje", matizados con dos tangos ("Y todavía te quiero" y "Pasional"), un tema Miami ("Estoy enamorado") y su canción predilecta "A mi manera".

A todos los canta igual. Es decir: su buena garganta de contralto-barítono desemboca y se detiene inexorablemente en cada final de frase para explayarse en vibratos.

Libertad, esa diosa La segunda instancia de este encuentro, imaginado e impulsado por María Martha, la abre un sexteto de piano, violín, bandoneón, contrabajo, guitarra y batería, y con la irrupción de un tangazo.

Balanceándose al compás de furtivos pasos, llega el encanto de Libertad Lamarque, que se planta frente al micrófono para que renazca con nuevos desafíos dramáticos y fraseos viscerales, el tango "Besos brujos".

La versión prefigura una noche memorable. Otra más de las que suele regalar el humor, la picardía, la garra, la alegría de vivir, la modestia y la simpatía de Libertad Porque cuanto canta "Volver", "Canción de Buenos Aires", "Malena", "Madreselva", o "El choclo", la voz de Libertad Lamarque pareceun milagro de supervivencia.

Pero no son tan sólo la afinación y la dicción perfecta los que sostienen su arte canoro. Porque la veteranísima cantante y actriz es dueña de un exquisito don interpretativo, un modelo para tangueros.

Como Goyeneche, como Rivero y otros enormes re-creadores del tango, Libertad sabe transmitir en fraseos sobrecogedores, tanto la ternura y la nostalgia, como los giros canyengues o malevos que viven en cada texto, con su dramática y visceral vibración interior.

Ningún capricho de detenimientos y arranques, incorporado al estilo de tantas veteranas, exhibe Libertad Lamarque. Quizá porque ella vive esa eterna juventud de espíritu de los artistas que nunca envejecen.

La noche se cierra con mariachis y con las dos señoras cantando desde el inolvidable "Mañanitas" hasta el bolero popularizado por Luis Miguel "Si nos dejan", al compás de violines, trompetas, guitarras y guitarrón mexicano, y un tango que Libertad baila rematándolo con una graciosísima pierna en alto, tajo incluido.

A partir de aquí atesoramos el recuerdo gozoso de este encuentro con un personaje irrepetible.

Por René Vargas Vera

---

Conforme a