
Malen, cantora mapuche
Recital de la cantante Beatriz Pichi Malen. Canciones de origen mapuche. En el Club del Vino, Cabrera 4737. Nueva función, el viernes, a las 22. Nuestra opinión: bueno.
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Al escribir sobre folklore, el prestigioso investigador Augusto Raúl Cortazar tuvo a bien distinguirlo de la proyección folklórica.
El folklore es el hecho popular que surge espontáneamente entre los integrantes del grupo folk, asimilado por ellos en forma empírica como un bien común, colectivo, tradicional y anónimo. Las proyecciones folklóricas son, en cambio, obra de autores determinados o determinables, que procuran imitar, reproducir, interpretar, evocar o estilizar tales manifestaciones tradicionales del pueblo.
Sobre estas últimas -entre las que se puede incluir desde Atahualpa Yupanqui hasta el pianista Eduardo Lagos-, Cortazar afirma: "Dignamente expresadas, prestigian el folklore de un país y destacan su personalidad colectiva".
Los cantos de los pueblos son y fueron abiertos, en sus comunidades, al visitante foráneo, no obstante su carácter simbólico y ritual.
No sucede lo mismo con los de las comunidades aborígenes. Arrinconadas en el país desde aquella cruenta conquista del desierto, los indígenas debieron permanecer recluidos en sus reservaciones como parias en su propia tierra. Y, por determinación de los mismos aborígenes, sus cantos rituales -tanto una canción de cuna como las rogativas- se han conservado con el celo de lo sagrado, de lo intocable.
Tal cultura escondida cobró entonces carácter de hermética para el resto del país. Y fueron vanos los intentos de intérpretes y grabadoras para que se difundiera como producto en la sociedad de consumo. Era obvio. Había en tales proyectos algo de la curiosidad banal, venal y esnobista que despierta lo étnico.
Recuérdese, si no, la firme oposición de la abuela de Aimé Painé -una de las mayores difusoras de estos cantos indígenes, muerta prematuramente- para que ella diera a conocer estos sacrosantos cantos atávicos.
El canto de Pichi Malen
Tras presentar su reciente disco "Plata", junto a los sintetizadores y aerófonos de Néstor Iencenella y la percusión y voz de Mario Giménez, en el sello Acqua Records, Beatriz Pichi Malen (que, además de cantar, tocó la trompa, el kultrun y las cascawillas) decidió presentarse sola en el Club del Vino. El canto desnudo y la narración ocuparon el lugar de los extraños y modernos climas melódicos y armónicos que recogió el disco mencionado.
Quizá fue el modo de indagar aún más en lo recóndito y en las esencias de estos cantos ancestrales.
Frente a los interrogantes estéticos y éticos que plantea la decisión de difundir esta cultura anónima y sagrada de los indígenas argentinos, Pichi Malen define su acercamiento del mejor modo al llamarlas (en el disco) "Canciones de origen mapuche". En tal expresión alude implícitamente a una presunta transculturación de tal preciado material.
No es éste el caso de Jerónima Sequeida, la cantora puneña que rescató del olvido Leda Valladares. Ni tampoco el de Ibrahim Ferrer, del cubano Buena Vista Social Club. Ambos fueron protagonistas de los cantos atávicos. Pichi Malen, en cambio, es joven y ella ha recogido los cantos de sus abuelos para transmitirlos, quizá con la mayor fidelidad de la que fue capaz en su decantación generacional.
Con unción y verosimilitud, Beatriz Pichi Malen -vestida con los trajes del pueblo mapuche- va desenredando el ovillo de su historia familiar indígena por medio del canto y la narración. Son historias de vida de su gente. Son cantos sagrados que expresan los sentimientos y vivencias de los indios mapuches; sus relaciones humanas y con la omnipresente madre tierra, y sus elementos primordiales.
Pocas notas -a veces en escalas pentatónicas, otras en escalas modales- bastan para prefigurar un sello único y misterioso del alma aborigen. Le basta esa caja sureña -el kultrun- para reafirmar su presencia en el cosmos, no ya en el envilecido mercado de la música.
Quizá sea éste el modo de descubrir la parte heredada, esa porción de identidad que esquivamos y nos queda por reconocer a los argentinos.
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