
Marcos Malbrán: "Una entidad de bien público debe ser eficaz"
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"¿Qué puede hacer alguien al que no le entusiasma la medicina, pero que nace en una familia donde abuelo, padre y hermanos son médicos oftalmólogos?", se pregunta el licenciado Marcos Malbrán, administrador y apoderado de la Fundación Oftalmológica Argentina (FOA).
Jorge Malbrán, el abuelo, fundó FOA en 1964 para formar especialistas y trabajar en la investigación y prevención de enfermedades oculares. Enrique, el padre, es el actual presidente de la institución y sus hermanos, Jorge y Enrique, son especialistas reconocidos. "Ahora parece fácil, pero en su momento me sentí como un transgresor. Entonces, rescaté una antigua manía: ordenar, organizar, utilizar bien los recursos, y me puse a estudiar Administración de Empresas, carrera que me llevó a reencontrarme con mi familia", continúa.
–¿Reencontrarse?
–Me recibí en 1978, en la época de Martínez de Hoz y lo importado. Durante veinte años trabajé en la industria vitivinícola primero y luego en la cafetera, hasta que en 1998 asumí como administrador de la fundación.
–¿Cuál es su propuesta?
–Aplicar mis experiencias y conocimientos adquiridos en la actividad privada, los ineludibles criterios de eficiencia y excelencia, para optimizar la institución. Porque hay algo que a veces no se entiende: una entidad de bien público debe tener un alto nivel de eficiencia para cumplir con sus objetivos. De lo contrario, malgastamos el dinero de la gente que nos ayuda, que confía en nosotros y, lo peor, brindamos malos servicios. Ser eficiente no es algo frío, distante, reñido con la solidaridad, es una necesidad para servir mejor.
–¿Y Casa FOA?
–Casa FOA no es algo autónomo, es una parte de la Fundación Oftalmológica Argentina, creada en 1985 por Mercedes Mechita Malbrán de Campos, mi tía, para conseguir fondos para las obras de la institución. Todos los años un grupo de especialistas elige cuatro sedes posibles entre las propuestas que recibe la fundación y nos envía el proyecto.
–¿Qué hacen ustedes?
–Sólo evaluamos su conveniencia como inversión. Es decir, que los gastos para adecuarla como sede permitan una ganancia. Casa FOA es un caso curioso, porque siendo una muestra cara, de ambientaciones refinadas, convoca mucha gente. Una vez leí que los encuentros de mayor convocatoria en Buenos Aires eran la Feria del Libro, la Exposición de Ganadería y Casa FOA. ¿Será cierto?
–¿Recuerda algún problema con la elección de la sede?
–En 1997, cuando llegué a la fundación, la sede elegida fue Villa Ocampo, la mítica quinta de Victoria Ocampo, en Beccar. Una construcción de 1891, donde se habían hospedado personajes ilustres como Rabindranath Tagore, Albert Camus, el conde de Keyserling y tantos otros. Victoria la había donado a la Unesco en 1973, asesorada por sus amigos Julian Huxley (su primer presidente) y André Malraux. Nosotros teníamos un acuerdo con la Unesco para usarla como sede de FOA y habíamos comenzado los trabajos de restauración cuando declararon Villa Victoria (junto con la casa de Gardel), monumento nacional. Entonces la Unesco y varias asociaciones culturales se opusieron a nuestro proyecto por los posibles riesgos y pérdidas. Resultado: de pronto nos encontramos sin sede y con la fecha de inauguración corriendo hacia nosotros. Pero el grupo de especialistas se movió con rapidez y en cinco días, o poco más, pudo conseguir una magnífica quinta en Punta Chica, sobre el callejón de Miguens, una construcción de la década del 20 con un enorme parque. Fue un éxito, 75 mil visitantes.
–¿Algún otro percance?
–Sí, y si se quiere más duro. Cuando sobrevino la devaluación con su pesificación asimétrica, se nos oscureció el firmamento. ¿Tenía sentido intentar algo como Casa FOA en circunstancias como ésa? Con grandes dudas convocamos una reunión con nuestros socios y ellos nos dieron apoyo. Hicimos la muestra en las terrazas del Buenos Aires Design y organizamos el Concurso Casa FOA Diseño para Exportar. Hubo gente a la que no le hizo mucha gracia que FOA 2002 se desarrollara en el Buenos Aires Design; sin embargo, tuvimos 59.900 visitantes. No es un mal número para tiempos difíciles.
–¿Por qué no les hizo gracia ese lugar?
–En sus veinte años, además de fuente de recursos, FOA contribuyó a enriquecer el paisaje urbano rescatando monumentos y lugares históricos.
–¿Algún ejemplo?
–¿Tiene tiempo? Mire que son casi veinte años... Monumentos históricos: la Casa de la Moneda, en 1995; Hotel de Inmigrantes, 2000; Monasterio de Santa Catalina, 2001, y Casa del Patio de la Reconquista, en 2003. Y tenemos inmuebles declarados Areas de Protección Histórica, como Hotel de Avenida de Mayo, en 1991; Puerto Madero Dock 5, 1993; Palacio Alcorta, 1994; Tattersall de Palermo, 1998; Apostadero Naval, 2000, y Tribuna II del Hipódromo de Palermo, entre el 2 de octubre y el 28 de noviembre de este año.
Rescate
"La Tribuna II del Hipódromo de Palermo, inaugurada por Marcelo Torcuato de Alvear en 1923, estuvo abandonada durante treinta años. Su restauración permitió agregar un atractivo más al barrio, porque será transformada en un gran centro de cultura y espectáculos. Hasta cierto punto, Casa FOA mejora el negocio inmobiliario."
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