Martín Bossi: "No admiro a ningún político"
El humorista habló con LA NACION sobre su nuevo proyecto en el cine, su compromiso con la política y por qué le escapa al matrimonio
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Vio que su papá se agarraba la cabeza horrorizado. Tuvo miedo. Naturalmente pensó que se trataba de una tragedia. Un accidente de tránsito. Tal vez era un familiar o un conocido. "Era peor, mucho peor. Me dijo que se había matado Olmedo". Martín Bossi tenía 14 años y estaba de vacaciones en Mar del Plata con su familia. Conocía a Alberto Olmedo desde siempre porque su papá, que no se reía nunca, cuenta, era capaz de llorar en el piso de la risa con los programas del entrañable Negro. Así que nunca se olvidaría de esa mañana.: había salido a correr como parte de su entrenamiento de tenista juvenil y se topó con la calle cortada. No lo vio, pero estuvo ahí, a metros del lugar donde el humorista cayó desde el piso 11 del edificio donde paraba con su mujer.
Hoy, 25 años después, Martín Bossi tiene un corte de pelo, una pelada, más bien, igual a la del Negro. De lunes a miércoles viaja a Rosario, ciudad natal del humorista para rodar la película que contará su vida, El Negro Olmedo, escrita por uno de sus hijos, Marcelo, dirigida por otro, Mariano y protagonizada por Sabrina, su única hija. Será el primer papel protagónico de Bossi en el cine y está exultante. "Todo lo que hice era para llegar a esto", dice a LA NACION. "No es imitar a Olmedo, es actuar. Creo que es lo más importante que me pasó. Es un compromiso divino. Estoy absolutamente enamorado del proyecto. Porque somos eso, somos Olmedo. Somos Maradona - en fútbol, adentro de la cancha-, somos Fangio, somos dulce de leche, somos Goyeneche, somos Obelisco, somos tango, chamamé, folklore. Olmedo cambió la cultura, cambió el vocabulario, la forma de expresarnos… Esto es un sueño".
Llega apurado a su camarín en el Teatro Astral, donde protagoniza El impostor apasionado, un music hall en el que representa a varios de sus personajes más aplaudidos: Andrés Calamaro, Fito Páez, Joaquín Sabina y Sandro, son algunas de las "máscaras" que se pone para contar una historia muy personal, la de un artista que busca cómo expresarse. Dirigido por Manuel Wirtz -que también actúa en la obra-, canta, baila, hace reír a carcajadas y conmueve a una platea que lo ovaciona de pie. Eso, de jueves a domingo. El resto de la semana vive para Olmedo. "No sé si estoy vivo o no. Supongo que si me morí alguien me va a visar. Yo sigo para adelante. El otro día vi el partido de Boca-Newell’s. Me pedí una pizzita. Algo de vida tengo…"
- ¿Cómo te convocaron?
-Mariano Olmedo vino al teatro, después me vio en una nota con [Alejandro] Fantino y creyó que lo podía hacer. Lo agradecí profundamente y hace cuatro meses que estoy con eso, que no duermo casi, ensayo, estudio, viajé a Rosario, me metí en su familia, en su entorno...
- ¿Y qué nos vas a mostrar de Olmedo?
-Olmedo es un tipo común. Un hombre que buscó a su padre toda la vida. Como yo, que lo perdí de muy joven. No fue sólo un cómico. Fue, como dijo Graciela Borges, el gran actor argentino.
-Esta vez no es una imitación...
- No. No quiero que digan "wow, lo hace igual". Es un piropo, está bien, pero quiero que la gente pueda profundizar más y diga "fui al cine y me enteré lo que era Olmedo".
Para eso, sí, vi sus videos, para armarlo desde lo que es la representación física. A su mundo interior hubo que investigarlo de otra manera. Mariano Olmedo y Emilio Tamer me ayudaron a meterme en su intimidad, porque hay que sostener una película de dos horas. No es todo gracioso. Es un hombre, no es sólo la gracia olmedesca .
-Desde 2009 que no estás en la televisión. ¿Cómo la ves?
-No sé si tengo licencia para opinar de la tele. Es un medio que me dio mucho, que me hizo llegar a la gente, que me dio de comer, y que hoy la elijo de otra manera, como espectador o para promocionar mis trabajos. La televisión es un show donde vos tenés un botón rojo y si no querés ver un programa, lo apagás. Me encanta que haya ficciones, que los colegas que eligen desarrollarse ahí tengan trabajo. Y si algún día tengo una propuesta linda o vuelvo a necesitarla y la tele me necesita, estaré. Pero por ahora no es ni mi deseo ni mi sueño.

- Todavía se debate si Marcelo Tinelli vuelve o no... ¿estás pendiente de su regreso?
-Te mentiría si te digo que estoy pendiente. Tengo amigos y estaría bueno que tengan la posibilidad de seguir desarrollándose. Pero si Marcelo no vuelve es porque no quiere. Es un hombre joven, que quiere disfrutar de su vida y de sus hijos, que ha dejado una marca. En mí ha dejado una marca. Estuve siete años con él y aprendí muchísimo. En el 2009, decidí dejar la televisión y ahora lo que me preocupa es si la gente viene al teatro y si le gusta. Con el amor que le tengo a Marcelo... no me preocupa, y no sé si a él le preocupa. Ojalá cuando lo desee vuelva. Y siempre que vuelva voy a estar acompañándolo en forma de agradecimiento por todo lo que me han enseñado y porque tengo amigos ahí, pero bueno, no es mi camino, claramente.
- A partir de tu éxito en la televisión tu intimidad parece estar más expuesta. Ya fuiste protagonista de algunos rumores. Se dijo que salías con Florencia Peña, por ejemplo. ¿Cómo vivís esa exposición?
- Sí, se dijo eso... buenísimo, divertido. [Risas] No me molestó, me divirtió mucho. Mientras digan de mí que tengo una relación amorosa con alguien, que no digan nada malo, me divierte. Es un juego, al que uno se tiene que prestar a veces.
- Te llevás bien con los programas de chimentos, entonces.
- El otro día fui a Intrusos y terminamos hablando de Dios. Digo , también se pueden transformar los programas de periodismo de espectáculos. Yo convivo bárbaro, me respetan mucho. La verdad es que no soy un tipo que salga a hablar de su vida. Tengo la filosofía de no desmentir nada. Nunca. No quiero que se sepa. Quiero ser para la gente una hoja en blanco para que puedan disfrutar de la magia.
Yo quiero entretener a todos. Esa es mi función. En la vida íntima, haré lo que quiera, haré el amor con quien quiera, pensaré políticamente lo que quiera. Y no soy liviano por pensar así.
- Tampoco querés hablar de política, pero en tu espectáculo tirás algunos dardos al Gobierno.
- Sí. Hay un momento que me distiendo y hablo hasta de Jorgito Porcel Jr. O de política, de lo que pasa, si hay un hecho político que trasciende, eso se llama identificación social, no es porque quiera dar una opinión.
- Pero por ejemplo, hacés un chiste sobre Leonardo Fariña y Federico Elaskar [ambos implicados en las denuncias contra Lázaro Báez por lavado de dinero] vinculado a los dichos de Jorge Lanata, eso es una toma de posición.
-Y bueno pero queda en el teatro. En familia. La gente consume cosas en la televisión y hablamos de cosas que pasan y queda acá.
- Y vos, ¿cómo ves al país?
-No me interesa la política. Soy un tipo comprometido, creo en la igualdad, trato de rezar porque no haya inseguridad, violencia, que a las mujeres se las trate como corresponde, que todos tengamos trabajo. Pero no es un terreno que me interese. No me interesa la política, en el mundo. No me representó nadie, entonces no creo. No admiro a los políticos.
- ¿Cómo es tu compromiso social?
-Yo no creo en las guerras, pero se arma un quilombo y voy a poner el pecho para divertir a la gente. Esa es mi función en la sociedad. Esta es una respuesta política. Porque no te voy a decir lo que pienso. Me han tratado de liviano por contestar así. Yo digo que siempre voy a apoyar al gobierno de turno. Hoy está Cristina y si mañana hace un gol de rabona y ganamos todos el doble, y se acaba la violencia, los que tocan la cacerola se corren, se acaban los piquetes… ¡mejor! Vamos con Cristina. Y si mañana viene Macri, vamos todos con Macri. ¿Cuál es? Yo quiero que le vaya bien al país, ¿soy liviano por eso? Por ahí sí, por ahí soy boludo. Yo quiero que le vaya bien al país, soy argentino. Esto es lo que siento.
- ¿Sentís que haber imitado a Cristina Kirchner en algún sentido te marcó?
- Gracias a Dios me pude despegar. Hay etapas que se terminan. En un país, en un mundo que te encasillan mucho me costó despegarme. Me divirtió, claro. Un actor, vestido de mujer, en Canal 13 que es del grupo Clarín, haciendo de Cristina... Me trataron de cagón, ¡qué más querés que haga! Ya está, ya lo hice, necesitaba un golpe de efecto en mi carrera y lo hice. Hice a Macri también. Los dos extremos. He opinado de todo con humor. Y no soy un humorista político. Tato Bores fue un maestro. Enrique Pinti, genial. Son sabios, filósofos. Yo soy un ignorante político. Soy un animal de actuación.
-¿Cuáles son tus sueños por cumplir?
- Si me dejás soñar, sueño ¿eh? A ver, en lo laboral, actuar en el Madison Square Garden, hacer mi espectáculo ahí como lo hizo Sandro. Filmar hasta el día en que me muera, amo el cine. Llevar mis espectáculos por todo el mundo, dejar una marca en todas las culturas. Actuar hasta que el escenario me tiña las canas, como dice Sabina.
- ¿Y en lo personal?
- Poder tener a mi mamá muchos años más, poder estar más con mi familia, tengo muchas cosas pendientes con mi familia. Poder ayudar a Lomas de Zamora, devolverle lo que me dio. Hacer algo por mi club, por la parroquia de mi barrio. Por supuesto no me quiero ir de este mundo sin tener un hijo, me dijeron que está buenísimo, así que quiero probarlo. Tener mi familia, a mi manera, no la que me dijeron que tenía que tener. Quiero tener una familia de otra manera. No sé cómo. Las instituciones se tienen que ir modernizando. Creo mucho en la libertad. Viste esto de "mi" mujer, "mi" nada, nada es "mi". Posesión, no. Esposarme, esposa… Anillo en el dedo anular. "Hasta que la muerte los separe", esa cosa tremenda. No creo en el para siempre. Por ahí soy utópico. Yo qué sé. Sueños, me dijiste, ¿no?
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