
Meg Ryan, un ángel en el cielo de Hollywood
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LOS ANGELES.- Meg Ryan, quien para muchos desprevenidos es algo así como el arquetipo de la estrella hollywoodense, no vive en Los Angeles. Junto a su marido, el actor Dennis Quaid, y su hijo Kevin, de seis años, reparte el tiempo entre su espectacular rancho ubicado cerca de Nueva York y continuas visitas a la Gran Manzana. Pero esta elección -advierten los colegas- no es suficiente como para asegurar una entrevista entretenida ni, mucho menos, inteligente: algunos cronistas experimentados recuerdan incluso haberle realizado algún reportaje anterior en el que la diva contestó "de mal humor y con monosílabos".
Llega casi corriendo, saluda a los gritos con su voz aniñada y ríe franca, abiertamente... Nadie podría darle a Margaret Mary Emily Anne Hyra (tal su verdadero nombre) los 36 años que tiene. El pelo rubio y corto, un cuidado maquillaje con toques lilas y violetas, una ajustada remera negra de terciopelo y una pollera gris ayudan a conformar esa imagen juvenil que la caracteriza desde hace años.
La entrevista con La Nación está pautada para promocionar "Un ángel enamorado", el drama romántico que protagonizó junto con Nicolas Cage y que se estrena el jueves en Buenos Aires, pero ella parece dispuesta a hablar de los temas más variados: películas, proyectos, familia y hasta intimidades, como sus experiencias con el yoga y la meditación.
Meg lleva exactamente la mitad de su vida tras las cámaras. Comenzó haciendo comerciales para televisión y debutó, en 1981, en "Ricas y famosas". Aquella primera película fue también la última del gran director George Cukor y este cronista no pudo dejar de preguntarle por aquella experiencia: "¡No puedo creer que haya trabajado con Cukor!", dice, exaltada. "Si yo hubiera tenido entonces la perspectiva y el conocimiento que tengo hoy de quién fue ese señor, quizá le hubiera dado otra trascendencia. Para mí fue una experiencia maravillosa, porque era mi primer trabajo en cine. Recuerdo que era un viejo con una gran personalidad, pero muy respetuoso del actor. No se entrometía en tu trabajo, te dejaba interpretar... hasta que de golpe pegaba el grito: "¡Pará de sobreactuar!" Entonces, yo trababa de ser más natural. No tengo demasiados recuerdos más, pero sí me enseñó a sentirme respetada por el director."
Generosa a la hora de las respuestas, la actriz de "Cuando Harry conoció a Sally" deja en claro desde el comienzo que esta vez no habrá sólo monosílabos. "Dale, dispará, que yo entiendo y respeto lo que vos hacés", asegura. Es que Meg Ryan, además de superestrella es periodista, egresada de la Universidad de Nueva York. "Esto es de colega a colega", dice, mientras regala una nueva sonrisa.
Meg dice haber disfrutado mucho la visión de "Las alas del deseo", la película de Wim Wenders sobre la que está basada "Un ángel enamorado". "Es extraño que me pregunten porque para mí no se trata de una remake. Aquella era una película que funcionaba en sí misma, mientras que ésta apenas toma alguna idea prestada para trasladarla a una historia muy diferente. La única similitud es la forma en que los ángeles son concebidos, cómo se ven en pantalla. Nadie intentó hacer una película de Wenders a la americana. Sería pretencioso. Y ridículo", dice.
En "Un ángel enamorado", Meg Ryan interpreta a Maggie, una cardiocirujana con el corazón roto. Una metáfora bastante elemental que el director Brad Silberling (34 años, uno de los preferidos de Steven Spielberg) aprovechó para narrar una clásica odisea romántica.
Nicolas Cage ("un hombre hermoso, un muy buen actor, una personalidad enigmática", según ella lo define) es un ángel que, mientras vela en un hospital por la suerte de los enfermos, se obsesiona por la conflictuada Maggie. Y el amor es tan fuerte que decide regresar a la Tierra como un mortal más.
La actriz asegura haber vivido experiencias "muy poderosas" durante la preparación del personaje: "Hasta ahora nunca había interpretado a una cirujana, por eso quise investigar mucho ese ambiente. Cuando entrevisté a varias de ellas no lo podía creer. ¡Hacen hasta cuatro operaciones por día y hasta se trasladan de una ciudad a otra en helicóptero para atender un caso y también se hacen tiempo para dar clases! Yo les preguntaba: "¿Además tienen hijos?". Y se reían: "Claro, hijos, maridos, hobbies", me respondían".
-¿Qué fue lo que más te conmovió de aquellos encuentros?
-Pensé que todo aquello iba a ser horrible y terminó siendo mágico, emocionante. Ver un corazón latiendo dentro de un cuerpo humano es algo muy fuerte. Ellos lo pueden frenar, acelerar, acomodarlo y luego atarlo con un hilo como si se tratara de una simple caja. Es increíble que un grupo de gente trabaje en ese ámbito todos los santos días. Un día le dije a un doctor si creía en Dios y me respondió que no. Entonces, le pregunté si mientras su paciente luchaba entre la vida y la muerte no rogaba por un milagro. Y me contestó: "Por supuesto que sí". Este tipo de paradojas definen perfectamente la carga que conlleva este tipo de trabajos. Después de todo eso empecé a creer en la posibilidad de la presencia de un ángel.
-¿Cómo los de la película?
-Yo no creo en ángeles personificados, corporizados, por lo menos en la forma en que se los muestra en las películas. Creo que, de todas maneras, resulta bastante tranquilizador pensar en que hay alguien allá arriba haciéndose cargo de cosas que nosotros como sociedad no hacemos. Pienso en la posibilidad de que en miles de acontecimientos que a cada persona le ocurren día tras día, como tener un accidente o salvarse increíblemente de tenerlo, puedan intervenir fuerzas que uno no maneja, y que de alguna manera te puedan proteger.
-Vos hacés yoga, meditación, te interesan las religiones orientales ¿Cómo te llevás con esta nueva moda "espiritual" que arrecia en Hollywood y que se ha trasladado a decenas de películas?
-A mí me interesa muchísimo lo oriental y practico meditación y yoga desde hace varios años, pero no me parece que exista un boom dentro de la comunidad hollywoodense. A mí me cuesta hablar de Dios, de la vida después de la muerte, porque siento que muchas veces las palabras me traicionan y uno tiende a ser malinterpretada, a ser considerada como superficial. Yo no soy una militante new age y tiendo a desmitificar todo esto. A mí el yoga o la meditación me hacen sentir mejor, más preparada para afrontar cada día. Además... son los gajes de ser una madre trabajadora. (Fuerza la voz en tono paródico) "Callate la boca, hijo, por favor ¡Necesito una ayuda!". Entonces, no te queda más remedio que meditar (se ríe) .
-Tu marido, Dennis Quaid, te definió como una mujer que trabaja mucho por mantenerse "saludable, feliz, plena" ¿Cuánto hay que trabajar para eso siendo además "una pareja de Hollywood"?
-¿Eso dijo? No lo leí. Bueno, creo que soy por naturaleza una mujer temperamental, pero de muy buen carácter. Me psicoanalizo desde hace cientos de años (se ríe), desde que mis padres se separaron siendo yo adolescente. Tengo los mismo prejuicios, traumas y preconceptos que todo el mundo, sólo que por mi vida pública adquieren mayor trascendencia. Por eso, trato de que los conflictos y el entorno no me presionen, que no me empujen a tomar decisiones equivocadas. Respecto de mi matrimonio, con Dennis no somos una "pareja de Hollywood" como Demi Moore y Bruce Willis. No vamos a las fiestas de Los Angeles ni cosas por el estilo. Nuestros problemas son los mismos que los de cualquier pareja trabajadora: qué hacer con nuestro hijo Jack, que arranca ahora la primaria, cuando tenemos un rodaje. No son conflictos demasiado complicados, ¿no?
-¿Cómo fue el rodaje de "You´ve Got Mail"?
-Divertidísimo. Acabo de terminarla aquí en Nueva York y, además de Tom Hanks, trabajan Greg Kinnear, Parker Posey y Michael Palin, el de los Monty Python. Otro elenco fantástico. Es una remake de una película de Ernst Lubitsch ("The Shop Around the Corner"). Yo hago de Margaret Sullavan y Hanks, de James Stewart. La historia transcurre en el Upper West Side, donde manejo una pequeña librería, mientras que Tom es el típico exponente de Barnes & Noble (la cadena de librerías más importante de la ciudad). El llega a mi vecindario y a partir de entonces todo se convulsiona. Lo que no sabemos es que nos enamoramos vía e-mail. No nos podemos ni ver, pero a la vez mantenemos una relación anónima por medio del ciberespacio.
-¿Pensás que puedan haber filmado alguna escena cómica que pase a la historia, como la del orgasmo fingido en "Cuando Harry conoció a Sally"?
-Espero que sí. En "Top Gun" me inmortalizaron con la frase "Llevame a la cama, o andate", y en "Cuando Harry ...", con la del orgasmo. Puede que ahora pase lo mismo (risas).
-¿Te molesta que te sigan preguntando por aquella escena?
-No, si es muy lindo tener una escena famosa para que la pasen en esas antologías que se proyectan durante las entregas de los Oscar (se ríe). Molestos deben estar los dueños del café del Lower East Side donde la filmamos. Me dicen que muchos turistas que llegan a Nueva York van allí como si se tratase de una atracción turística. La verdad es que me sigo riendo cuando me acuerdo y me encanta saber que la gente se divierte cuando la vuelve a ver. Tiene el gustito de los clásicos. Creo que estuve bien, pero lo mejor son las caras de Billy (Crystal). Es hilarante. Absolutamente genial.
-Una última curiosidad: si siguieras ejerciendo el periodismo, ¿qué tipo de notas harías?
-En aquel momento tenía una visión del periodismo más glamorosa, del tipo Vogue, Vanity Fair: cocina, moda, perfiles de famosos. Pero también me gustaría hacer algo como lo que estás haciendo vos en este momento. Porque... ¿no es maravilloso entrevistar a una actriz como yo?
Nacida para enamorar
LOS ANGELES.- Aunque todos reconocen tus dotes de comediante, parece como si ahora Meg Ryan quisiera demostrar su versatilidad interpretando papeles serios, duros, "difíciles", como el de "Un ángel enamorado".
"Yo vengo haciendo roles dramáticos desde hace muchísimos años y por eso creo que no tengo nada que demostrar. Pero también es cierto que se me ha reconocido especialmente por papeles románticos del tipo "Cuando Harry conoció a Sally" o "Sintonía de amor". Para colmo, acabo de terminar "You´ve Got Mail", otra película similar. ¡¿Qué puedo hacer?! Simplemente, me las siguen ofreciendo una y otra vez", dice entre abundantes risas.
-Como en "Sintonía de amor", ahora trabajaste nuevamente con Tom Hanks, dirigida por Nora Ephron.
-Sí, y me pone feliz hacer estas comedias porque también puedo hacer de las otras. La carrera de una actriz crece cuando podés elegir alternativamente películas muy distintas entre sí y que de alguna manera terminan complementándose. Por ejemplo, vengo de hacer una pequeña participación en "Hurly-burly", una producción independiente en la que -escuchá bien- trabajé con Sean Penn, Kevin Spacey, Chazz Palminteri, Robin Wright y Anna Paquin. Actores increíbles para un material impresionante. Fue una de las experiencias más fuertes de mi carrera en la que tuve que encarnar a una suerte de stripper con una existencia muy terrible. Ese es el ideal de un intérprete: estar entrenado en todo sentido para poder hacer constantemente cosas muy diferentes. Comedia-drama-comedia. Durante tres años trabajé en una telenovela diaria muy popular ("As the World Turns"). Y estaba harta del melodrama: si tenía o no tenía el bebé, que la bulimia, que los engaños amorosos. Me moría por hacer comedia. Todavía tengo ese sentimiento muy arraigado. Me quedó el trauma de las soap-operas.




