
El grupo pop argentino del momento y una de las bandas que definen el presente del rock bailable se trenzan en un duelo de estilo y actitud. Desfachatez porteña trash versus elegancia inglesa.
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Miranda!
Retratos costumbristas de una familia anormal
Miranda! se consagro: toco en el programa de Susana Giménez. “¿Es cierto que al grupo le pusieron Miranda! por el actor Osvaldo Miranda?”, pregunta la Su recordando al protagonista de Los muchachos de antes no usaban gomina [Manuel Romero, 1937]; así, machete en mano, la diva entrevista a “la banda hot del momento” (sic). Y ni la rotación radial desmedida, ni las 50 mil copias vendidas de su escueta discografía (en sólo cuatro años, dos discos de estudio + uno en vivo y su dvd), ni cualquier Premio Gardel, nada es más importante para ellos que “tocar en lo de Susana”. “Desde el primer ensayo fantaseamos con eso”, reconoce Ale Sergi, el cantante soprano, la mañana siguiente. En el barrio de Monserrat, en el pop hotel germano-porteño Boquitas Pintadas, la pequeña bestia pop posa para Rolling Stone e intenta explicar su estética contagiosa.
¡La diva total les preguntó sobre sus ropas! Todo un logro estético…
Ale Sergi: Sin duda. Yo pensaba: “Si no me pregunta por mi saco, ¡me deprimo!”. Pero creo que le gustó Miranda!, la vi moviendo la cabecita…
También preguntó por sus diseñadores…
As: Sí, pero yo no alcancé a decirle que estamos trabajando con Martín Churba, para la indumentaria con la que vamos a telonear el show de Moby en el Nokia Trends Chile.
¿Churba?
As: Sí. Vamos a estrenar trajes con mucho brillo, para que nosotros mismos seamos la puesta. Churba trabaja imprimiendo con líquidos sobre una tela hilvanada y tiene un corte street-moderno-arriba, creo yo. Pero nosotros no queremos ni street ni moderno. Queremos clásico y astral. Siempre le pedimos a los diseñadores que nos devuelvan algo que no podamos usar en otro lugar que no sea el escenario. Y trabajamos con muchos diseñadores; Marcelo Umo, la mamá de Monoto, Diego y Malena Yanquilevich, y otras amigas y amigos. Pero no tenemos uno fijo.
¿Se llevaron sorpresas al encargar prendas?
As: Sí, obvio ¡Nos han devuelto cada cosa!
¿Qué criterio tiene Miranda! para vestirse?
As: Los Miranda! no usamos ropa que no nos gusta. Ni regalada…
¿Cómo entienden la elegancia?
As: La elegancia no tiene que ver con qué lleves puesto, sino con cómo lo hagas. La moda es actitud. No está bueno hacerse el canchero o decir: “Quiero salir bien, ganador”. La onda para mí es ser el más loser. Porque me siento un perdedor. Ahora me está yendo bien, pero porque nunca fui el típico winner. Y creo que el fin estético de Miranda! es expresar esa sensación a través de la ropa. Mostrar cómo se puede ser elegante así. Y si me veo un poco pavo, está bueno; es un juego. Yo no sé si los fans se animan porque nosotros lo hacemos. O nosotros lo hacemos, porque venimos de ahí…
¿Cómo nació el discurso estético de la banda?
Juliana Gattas: En 1999, dos años antes de que Miranda! debutara en vivo. Yo cantaba jazz en Cemento, en una performance de varieté creada por Omar Chabán que se llamaba Clásico amoral. Ale era el musicalizador. Y yo me lookeaba como en los años 50, plumas, todo… teatro experimental. El primer show de Miranda! fue en el medio de todo eso, así que la estética se pegó. Pero después se disparó para cualquier lado… Cada uno desarrolló una personalidad: Bruno siempre fue más moderno, más plástico. Yo seguí así, con mi cara de dama antigua. Lolo es rockero, se viste con cinturones graciosos. Monoto es retro-sport. Y Ale es pop clásico, elegante. Antes era más ochentoso, pero ahora se está volcando hacia los 60.
A lo largo de su corta carrera, el público de Miranda! ha ido generando sus propios accesorios. ¿Ustedes lo notan?
Lolo: Eso es gracias a Juliana. Ella influye porque, desde la vestimenta, logra un rescate muy groso de otras décadas. Nos tiran plumas, perlas; no hay un solo chico que no venga con glitter, maquillado y con los ojos pintados. Obvio: les pasó lo mismo que a nosotros. Yo, cuando tenía un show, me iba al placard de mi mamá o al de Juli, y lo que veía con brillo me lo ponía. Y me parece que los chicos se animaron a buscar en el placard de sus mamás. A imaginar que la ropa tiene un efecto mágico. Ziggy Stardust, Peter Pan, ¿entendés? Fantasía.
Entonces, si hay un legado estético de Miranda!, ¿cuál es?
Jg: Vestirse para divertirse.
Kasabian
Actitud Inglesa, Moda Italiana
Para algunos, los años 60 terminan el 9 de agosto de 1969, cuando un grupo de adeptos de la secta liderada por Charles Manson irrumpe en la casa de Roman Polanski y perpetra una masacre. Los años del idealismo inocente, de las flores en la boca, del mundo cambiando balas por sonrisas colapsaron de golpe. Cinco meses después, cuando la chofer de la comunidad, Linda Kasabian, acepta hacer una declaración contra la familia Manson en el primer proceso mediatizado de la historia norteamericana, ya estamos en plenos años 70. De esta figura secundaria, pero emblemática, deriva el nombre de uno de los grupos sensación del brit-pop contemporáneo: los Kasabian, una banda que –acaso por su ascendencia italiana– sabe combinar actitud callejera y alta costura. Aquí habla su líder, Sergio Pizzorno.
¿Por qué eligieron ese nombre para la banda?
Estaba leyendo un libro sobre Manson y me llamó la atención este apellido. Cuando lo propuse, todos estuvieron de acuerdo, pero no tiene otras motivaciones, además del sonido de la palabra en sí.
A juzgar por la portada de su primer disco [un rostro detrás de un velo de tipo afgano], se diría que son una banda política. ¿Es así?
No, en absoluto. Yo de política no sé nada y tampoco me interesa. Trato de estar atento a lo social y darme cuenta de aquello que sucede, pero las únicas cosas políticas que hago son pagar los impuestos y votar.
¿Qué hace un grupo de italianos en Leicester?
Mis padres nacieron acá. Fue mi abuelo el que emigró desde Liguria en los años 60. No sé por qué, por ahí era medio vagabundo, pero se desempeñaba como mecánico. Me criaron mitad italiano, y cuando era chico, pasaba mis vacaciones en Génova, en casa de unos tíos.
¿Te molesta que la prensa mencione a los Stone Roses o los Happy Mondays como modelos de su música?
Esos grupos tienen en común con nosotros el hecho de que hacen rock bailable, pero casi nada más. Somos demasiado jóvenes y no los hemos escuchado jamás. Nuestros referentes son más clásicos: los Beatles, los Stones, los Kinks, más una serie de grupos psicodélicos de los cuales nos gustan mucho los climas que crean, como Pink Floyd, Tangerine Dream o King Crimson. También está el cine: bandas sonoras y sonidos que buscamos en los temas, como los elementos electro del disco que insertamos pensando en Blade Runner [Ridley Scott, 1982].
¿Cómo es Leicester? ¿Hay una escena musical interesante?
Absolutamente nada. La gente, a lo sumo, va dos semanas a Marbella cada tanto. Este es uno de los lugares con menos perspectivas del mundo. Por eso uno termina por inventarse algo creativo para hacer, como ponerse a tocar la guitarra o, qué sé yo, hacerse gay.
¿Cómo te fue con la vida de popstar londinense?
Traté de vivir en Londres durante tres meses, pero me escapé. Muchas tentaciones, mucha presión. Y aparte no conocía a nadie. Todos los que encontraba por ahí me parecían unos idiotas. Resumiendo, volví a casa, junto con mis compañeros de la escuela.
¿Te interesa la moda?
Sí, en este tema salta a la luz mi educación en parte italiana: siempre me enseñaron que tenía que estar muy atento a la forma en la que andaba vestido cuando andaba por ahí. Y aparte, mi héroe, Keith Richards, siempre fue un hombre con mucha clase. También esto forma parte de la tradición del rock & roll en la cual me inspiro.
El disco nuevo, ¿en qué etapa está?
Los temas los escribimos todos, pero en los últimos meses estuvimos ocupados en los Estados Unidos, donde tuvimos una repercusión increíble. Apenas paremos un poco, nos ponemos a grabar.




