
"Moebius", aprendizaje subterráneo
Por primera vez se estrena un largometraje realizado por egresados de la Universidad del Cine
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Una cinta de papel unida en sus extremos por la misma cara, cortada longitudinalmente con la intención de que la sección dé como resultado dos anillos de papel, sólo duplica un continuo. Si se repite la operación, el resultado será dos aros de cinta encadenados. La curiosa deducción a la que llegó un matemático llamado Moebius, hace unos cuantos años, se convirtió en clave de la impar gráfica hecha realidad por el holandés M.C. Escher, y, entre otras cosas de punto de partida para notables relatos fantásticos, debidos a Franz Kafka, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
También del norteamericano A.J. Deutsch, a la hora de escribir "Un túnel llamado Moebius", publicado hacia 1950, que atrapó a Gustavo Mosquera R., uno de los pocos hacedores de cine en la Argentina cuyos trabajos tienen sello de autor.
Así ocurrió al filo de los años 90 con el corto "Arden los juegos", presentado apenas egresó Mosquera del Centro de Experimentación y Realización Cinematográfica (CERC), la escuela del Instituto Nacional de Cinematografía, de la que también es docente, y poco después con el largometraje "Lo que vendrá", fábula a propósito de un futuro antiutópico con Hugo Soto y Charly García.
La insistencia tiene su precio
Tras el frustrado experimento de registrar un singular recital de rock en el interior de la cárcel de Olmos -Radio Olmos-, con los auténticos reclusos como público y la postergación de un ambicioso proyecto a partir de "Parque Chas", la exitosa historieta cuya acción tiene lugar en ese barrio porteño con calles elípticas, Mosquera R. volvió a la carga. Como docente de la Fundación Universidad del Cine que dirige Manuel Antín, y a partir de una iniciativa de éste, Mosquera R. planificó un largometraje colectivo, es decir, gestado en su totalidad por un plantel de casi medio centenar de alumnos, que se pusieron bajo su dirección general durante el año y pico que tardó en salir de los laboratorios. En ese sentido, Mosquera R. también es pionero, porque si a fines de los años 80 abrió el camino a un género del que los cineastas locales siempre tuvieron miedo, en los 90, de cara al fin de milenio, lo hace dirigiendo el primer "colectivo" de su tipo.
Moebius es parte de un continuo, de ciclos, de sinfines en el auténtico underground. La metáfora es contundente: un tren con más de treinta pasajeros desaparece en el circuito cerrado de los subterráneos porteños. La tarea de búsqueda queda a cargo de un topólogo, que no consigue dar con el viejo diseñador de la trama, hasta que con la ayuda de una niña, consigue entrar en carrera hacia la revelación final.
Un subterráneo inacabable
La escenografía de un subterráneo porteño inacabable traza una elipsis, parecida a la de la historia, con el mismo diseño de los 8 que suman los 88 minutos de juego con imágenes con alto vuelo creativo, ordenadas "como era de esperar" tras elaborar ocho guiones. Natalia Urruty, Federico Ostrofsky y Pablo Giorgelli, los tres de la FUC, y el músico Mariano Núñez West, invitado a la propuesta, entre otros, aceptaron el desafío que implica su destino como gente de cine . "La codirección tiene un límite. El director fue Gustavo Mosquera R., que reunió los aportes que se hicieron desde distintas áreas en la etapa previa al rodaje. Durante el la filmación, la organización fue tradicional", dice Urruty, que compartió la autoría del guión y la asistencia de dirección, esta última con Emiliano Torres.
"Queríamos mostrar un Buenos Aires que no se ve, con una red de subterráneos inexistente mucho más grande de la real, y ese, creo, es uno de los ganchos principales de la película. Lo que está bajo tierra, lo que no se ve, seduce y esa es una seducción universal", subraya.
Recuerda Urruty que "Antín tenía la idea de hacer un largometraje. El cuento de Deutsch les pareció un buen punto de partida para un taller de guión, y se comprometió que si el guión era aprobado, se iba a filmar. Fue un proceso muy dinámico que duró cerca de un año".
Para Giorgelli, en la Argentina "el cine fantástico, tal como se hace en Hollywood, no existe. Sin embargo, en ningún momento creímos que nos estábamos metiendo en un género desconocido o en algo que no podemos hacer. Los que no se animan son los productores. En otros ámbitos, como la historieta o la literatura hay muchos buenos ejemplos. El factor de cambio está, por un lado, en manos de los productores, y por otro lado en la medida de que muchos de los cineastas que trabajan hace años en el medio se siguen resistiendo a actualizar sus esquemas".
A la esperanza del grupo se sumó la convicción de Urruty, quien señaló en voz alta el motivo por el cual se decidieron a emprender un destino tan singular como el de la gente que hace cine en la Argentina: "Nunca pensás en el no; siempre pensás en el sí... Así seguimos andando".




