A 10 años de la muerte del padrino del rap: quién fue Gil Scott-Heron
Su clásico “The Revolution Will Not Be Televised”, lanzado en 1970, sentó las bases del rap;
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“Un hombre negro dedicado a la expresión, la expresión del placer y el orgullo de la negrura”. Así se definía Gil Scott-Heron en el texto interno de su álbum debut. Conocido por cruzar al jazz y la música soul con la poesía y el spoken word, fue bautizado como “el padrino del rap” gracias a su obra cumbre, “The Revolution Will Not Be Televised”, una ráfaga política publicada en 1970 que desnudaba el lugar que le tocaba vivir a la comunidad afroamericana en su época.
Considerado un pionero en sus inicios, luchó por mantenerse artísticamente relevante y logró tener una nueva y tardía validación poco antes de su muerte, el 27 de mayo de 2011.
Gil Scott-Heron nació en Chicago el 1 de abril de 1949, hijo de un cruce disciplinario algo improbable: una madre cantante de ópera y un padre jamaiquino futbolista. Después de que sus padres se divorciasen, lo enviaron a vivir con su abuela materna en Jackson, Tennessee, de donde tuvo que mudarse cuando ella murió y él tenía 12 años. De regreso bajo la tutela de su madre, se localizó en el Bronx, y durante su paso por la escuela secundaria desarrolló un particular interés por la literatura al entender que eso le permitía no sólo formarse y ampliar sus horizontes sino también aprender a dominar el poder de la palabra en tanto herramienta.
Con una Nueva York en ebullición constante como telón de fondo, en los sesenta Scott-Heron comenzó a transitar la escena del jazz y el mundo de los poetas bohemios del Greenwich Village, e hizo lo posible para cruzar ambos universos. Sentado detrás del piano y con el acompañamiento de un bongó, en 1970 grabó su debut, A New Black Poet: Small Talk at 125th and Lenox. El disco contenía la primera versión de lo que sería su obra más representativa, “The Revolution Will Not Be Televised” (“La revolución no será televisiva”), una diatriba urgente de spoken word que echaba mano a eslóganes publicitarios y figuras de época para denunciar que el cambio estaba allá afuera, y las grandes cabezas informativas harían nada al respecto para darle cobertura.
La canción, regrabada para su álbum siguiente, Pieces of a Man, era un llamado a la acción concreta, a que los oyentes abandonasen la actitud pasiva y se involucraran de manera directa en el cambio, pero su alcance no era solo político, sino también artístico. Construida sobre una base rítmica en la que las palabras se iban apilando con rapidez, Scott-Heron terminó instalando el mojón fundacional del kilómetro cero del rap. Con el acompañamiento de un seleccionado de músicos, entre los que se encontraba el contrabajista Ron Carter, sus discos comenzaron a tener un mayor rango sonoro, con el jazz y el soul como cimientos de base.
En 1974, se alió con el tecladista Brian Jackson para el aclamado Winter in America, con otro éxito que fue también al choque. Detrás de su cadencia caribeña y optimista, “The Bottle” era en realidad una enumeración de los diversos problemas sociales (alcoholismo, drogas, la vida en las cárceles) que podían llegar a ser moneda corriente para cualquier integrante de la clase trabajadora, sobre todo si mediaba el color de piel. Para dejar en claro en dónde estaba parado, en 1975 Scott-Heron lanzó el single “Johannesburg” para denunciar el apartheid en Sudáfrica, exactamente diez años antes de que Bob Dylan, Ringo Starr, Bob Geldof y Bono hicieran lo mismo con el disco benéfico Sun City, en 1985 (en el que también participó).
A mediados de la década, un cambio de paradigma dejó a Scott-Heron fuera del mapa. La llegada de la música disco y su constante celebración de la vida hicieron que, de repente, un artista soul comprometido social y políticamente no fuese tan atractivo para un público ahora preocupado por divertirse. A medida que avanzaron los años, Scott-Heron pasó a ostentar la etiqueta “de culto”, esa nomenclatura creada para señalar aquello que está bien artísticamente pero que no rinde comercialmente. En 1985 se quedó sin sello discográfico y se dedicó los nueve años siguientes a girar sin volver a entrar a un estudio hasta 1994.
Su relación con la música urbana también se puso tirante. Luego de ser considerado el padrino del rap por “The Television Will Not Be Televised”, sintió que las nuevas generaciones no sólo no estaban continuando su discurso, sino que además lo estaban evadiendo. A mediados de los noventa, declaró en una entrevista: “los raperos tienen que estudiar más música. Hay una diferencia enorme entre poner palabras encima de la música y hacer que esas palabras se mezclen con la música. Usan mucho lunfardo y coloquialismos, y no llegás a ver a la persona. En cambio, te quedás con un montón de impostura”. En 1994, dio por cerrado este episodio con “Message to the Messengers”, una canción que era también una súplica para que fuesen parte del cambio.
Con el cambio de milenio, la vida de Gil Scott-Heron comenzó a ir barranca abajo. En 2001 fue condenado a dos años de prisión por posesión de cocaína. En 2003, tras recibir libertad condicional, fue detenido con una pipa de crack mientras filmaba un documental para la BBC sobre su propia historia, y recibió una pena de seis meses de reclusión. Tres años más tarde, recibió una nueva condena por violar parte de su acuerdo condicional, que incluía asistir a un centro de rehabilitación del que se retiró. El incidente lo obligó a explicar algo que prefería mantener en privado: su ausencia se había debido a que en la clínica se negaban a darle medicación para tratar su HIV, algo que confirmó en 2008.
Finalizados sus problemas con la ley, regresó a los escenarios y anunció un álbum y una novela que nunca vieron la luz, y todo parecía conducir a ningún camino hasta que apareció en escena el británico Ruchard Russell, productor y dueño del sello independiente XL Recordings. Russell le propuso trabajar juntos en 2007, y el resultado vio la luz tres años más tarde bajo el título de I’m New Here, su primer álbum de estudio en dieciséis años. El resultado fue aplaudido tanto por la crítica como por el público, que celebraron la vigencia de la obra de Scott-Heron y su capacidad de reinventarse para un nuevo público, aunque el propio Gil le restó importancia a su participación al decir que el verdadero artífice del disco había sido Russell.
El 21 de febrero de 2011, Scott-Heron volvió a las bateas, de la mano de Jamie xx. El cerebro creativo de The xx tomó las canciones de I’m New Here, las remixó en plan dubstep y lanzó el resultado bajo el nombre We’re New Here, con el álbum firmado a dúo. El descubrimiento tardío de su obra duró poco: el 27 de mayo de 2011, Gill Scott-Heron murió en el hospital neoyorquino de St. Luke, donde estaba internado tras una gira europea que había afectado seriamente su salud por una enfermedad contra la que prefirió batallar en silencio. Su vida y sus altibajos parecían la eterna búsqueda de responder una pregunta que planteó en el cierre de su primer disco solista: ¿Quién pagará las reparaciones de mi alma?”.
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