Daniel Melingo: los 25 años del disco que le cambió la vida y sus reuniones con Andrés Calamaro y Cachorro López para revvivir el espíritu de Los Abuelos de la Nada
El músico se presenta este miércoles en Café Berlín en el marco de un ciclo celebratorio que continuará en julio
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“No creo en el lugar común de la queja por que el rock le sacó su lugar al tango: los imperios caen cuando hay una guerra intestina por motivos que son ajenos a los invasores, que aprovechan la fragilidad”, dice Daniel Melingo como si estuviera leyendo un pasaje de El arte de la guerra, de Sun Tzu. Lo sabe porque lo vivió de los dos lados, aunque en su caso el viaje fue al revés: el cantante y compositor de música ciudadana desplazó al rockero a partir de Tangos bajos (1998), el disco con el que sacó carnet de arrabalero full time para dejar atrás al integrante de Los Abuelos de la Nada, Los Twist, Lions in Love y la banda de Charly García. Entró al tango, dice, con la firmeza de quien lo mamó desde la cuna y al mismo tiempo con el recato de quien se sabe, de momento, forastero. Pero en el interín pasaron 25 años y hoy no hay más dudas: aquel disco fundacional que en 2023 alcanza sus bodas de plata fue la primera chispa de otro Melingo, el decidor de historias de voz rugosa que hoy celebra ser lo que es con una serie de shows intimistas en el Café Berlín de Villa Devoto (pasó uno el 2 de junio, se viene otro este miércoles 14, a las 20.30 y habrá continuidad en julio, el 15 y el 26 de ese mes). Eso, sin olvidar su pasado de gloria ni mucho menos a sus camaradas: entre tango, milonga y vals, también se hace tiempo para un reencuentro con sus queridos Abuelos.
-¿Entraste con algún pudor al tango, con algún miedo? ¿Te interesaba la validación de la vieja guardia o sabías que entrabas a romper?
-Las dos cosas. Yo con el tango me encuentro cómodo por una cuestión familiar: en mi familia por parte de mi madre -ya todos fallecidos- eran bailarines, letristas y poetas. Mi tío mayor, Orlando Silva, fue el que me dio una letra con la cual en el año 1985 escribí mi primer tango, que grabamos con Los Twist, “Esta es mi presentación”. Entonces para mí el devenir con el tango siempre fue algo muy familiar. El tango siempre estuvo en mi casa. Pero también, siendo yo conocido en el sector del rock, siempre tuve un poco de pudor con esta irrupción. También debo nombrarlo como factótum de esta gesta a Fernando Samalea. Él escuchó estos tangos de entrecasa, con la guitarra y se tomó el trabajo de sacar las melodías con su bandoneón y proponerme grabar en un estudio. Yo acababa de sacar mi primer álbum solista, H2O (1995), por una multinacional y fue un quiebre muy grande para mí en lo personal, porque de alguna manera pateé el tablero de lo que se intentaba hacer con esta parte de mi carrera solista. Es un montón de emociones encontradas ese punto de partida que fue Tangos bajos.
-¿Tuviste que sacarte de encima algún yeite rockero para captar el tango o aprenderte alguno tanguero?
-A partir de ese experimento que fue Tangos bajos yo comencé a estudiar canto con mis dos grandes profesoras, Liana Lecuona y Lucía Maranca. Digo esto porque al verme en la situación de tener que sostener un concierto de más de una hora, una hora y media, me di cuenta de que no era lo mismo cantar una canción aislada en un concierto que enfrentar al público como representante, como frontman de una situación completamente diferente. Necesité estudiar en profundidad la proyección de la voz, el canto y todas las artimañas que tiene.
-Hay un viaje poco común en Tangos bajos que es una especie de nostalgia dentro de la nostalgia: vas a cómo era el tango antes de lo que se popularizó como tango, como si desde el rock hicieras un disco de blues acústico del Delta. ¿Fue consciente esa búsqueda de ir tan atrás, tan a las raíces?
-Sí, yo lo llamo proto-tango, mi mirada sobre Ángel Villoldo. Antes de que el tango fuera tango canción. Es un enfoque hacia algo muy antiguo, casi arcaico, que tenemos con el tango. Mis dos faros siempre fueron Carlos Gardel y, sobre todo en este periodo, Edmundo Rivero, con su investigación del lunfardo fundacional y su manera de decir. Esa vuelta a las guitarras que hace en los años 60 y 70 Edmundo Rivero. Todo eso fue un poco mi faro en este periplo.
-También es interesante que eso que de afuera se percibe tradicional, para vos es experimental. No era un lugar cómodo sino meter tu carrera en una licuadora y que saliera algo muy distinto.
-Totalmente. Para mí fue un trabajo experimental como tantos que hice en los estudios. Y ahora que nombrás la licuadora, un poco tomé como ejemplo lo que había hecho en los últimos diez años, que fue Lions in Love, que a partir del rock fue un mixer de influencias. Y quise hacer el ejercicio pertinente con el tango, sin tanto conocimiento porque el tango lo fui aprendiendo con el tiempo.
-No es que no conocieras Europa antes de Tangos bajos, sabemos que viviste allá muchos años, pero también es cierto que a partir de ese disco se te abrieron las puertas del Viejo Continente de otra manera. ¿Cómo se recibe tu tango allá? ¿Se entiende que sos tanguero o sos una especie de Tom Waits?
-A mí las comparaciones me llenan de honor pero no son buenas. Lo digo porque admiro a Tom Waits y no es la primera vez que me compararon, con él, con Nick Cave o con Paolo Conte. El caso de Europa fue muy especial porque era el año 2000 o 2001 y había pasado ese asombro que causó Tangos bajos. Mis amigos venían de Europa y me decían que en cada milonga a la que iban, ponían Tangos bajos. Fue algo que se fue pasando de boca en boca hasta que llegó a oídos de productores en Europa, que fueron los que me convocaron para estas presentaciones a partir de 2003. Ahí yo empecé a trabajar asiduamente en Europa. Me refiero a hacer dos o tres giras anuales, con 300 a 400 ciudades que recorrí muchas veces, en todos los países de Europa. A partir de Francia, que es mi segundo cuartel, y los países satélites como Bélgica y Suiza, como también Portugal, Alemania, Italia, Inglaterra, Turquía, Marruecos: todo el mundo europeo y sus alrededores. Tuve la experiencia de hacer giras nacionales: en Italia fui de punta a punta, como en Turquía o en las Islas Británicas. Fue un universo nuevo que se abrió para mí, y agradezco que así haya sido, porque le pude dar continuidad a mi trabajo formativo en el tango y a mi desarrollo tímbrico y de conocimiento.
-Mencionaste al primer tango que te conocimos, “Esta es mi presentación”, donde jugás con dos conceptos: tradición en la música y modernidad en la letra. ¿Cómo ves esa canción ahora que sos tanguero hecho y derecho?
-Pareciera un chiste. Por eso acertadamente elegimos grabarlo con Los Twist. Siempre digo que veo a Los Twist como una banda costumbrista, prácticamente. Entonces entraba perfectamente la temática dentro de ese concepto que utilizamos, con toda esta modernidad y esta retrospectiva, y al mismo tiempo con visos de originalidad y de un nuevo lenguaje que de alguna manera fundamos.
-Alguna vez señalaste que el tango y el trap tienen en común la calle como germen. ¿Cuánto de vos como artista es de la calle y cuánto de conservatorio?
-Gran parte, porque tanto el hip-hop como el tango son productos de caminar por la calle, de estar en contacto con ese latir y esa pulsión que nos brinda la calle, algo que ninguna universidad nos da. Por eso se le dice la Universidad de la Calle. La nueva música urbana y el tango se encuentran en ese punto, que es muy fuerte y muy inspirador.
-Te declararon Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires, algo que seguramente no estaba en tus planes cuando tocabas en Los Abuelos de la Nada o Los Twist. ¿Cómo se reciben esas cosas? ¿Hay algún sentimiento encontrado con eso o es un elogio y punto?
-Por supuesto que siempre es un reconocimiento y una visibilidad a nuestro trabajo, al gran esfuerzo que hacemos constantemente. A los artistas hay que empujarlos a que se vayan de vacaciones: es algo bastante obsesivo muchas veces. La introspección suele no tener medida.
-Hubo varias semi reuniones, cuasi reuniones, reuniones efímeras de Los Abuelos. Más allá de las ausencias, ¿nunca se barajó la posibilidad de hacer algo un poco más formal? ¿Son demasiadas agendas para coordinar? ¿Están todos en otra?
-Es un deseo constante. El mes pasado nos encontramos con Andrés, Cachorro y Gustavo Bazterrica en estos Encuentros Maximalistas que estoy haciendo en Niceto. El próximo es el 23 de agosto. Y hace un mes nos encontramos en el estudio de Cachorro, justamente para darle forma a una versión de un tema de Los Abuelos con Andrés y con Cachorro, que va a ser parte de un álbum en el que está trabajando Cachorro con canciones de Los Abuelos de la Nada, con invitados de la nueva escena y algunos de la no tan nueva escena que somos nosotros, los creadores de todas esas canciones y de ese sonido. Es algo que siempre está pendiente, tal vez algo que nos debemos con nuestro público.
-¿En qué canciones se juntan?
-Nos juntamos para “Himno de mi corazón”, con Andrés y con Cachorro, y también para “Chalamán”. Son canciones eternas, son parte del bien universal, y siempre estamos bien dispuestos a reencontrarnos con ese sonido.
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