Nilo Crook lanza La estrella que falta, su álbum debut producido por su padrino, Melingo; una historia que se remonta a la España ajetreada de los 80, atraviesa diferentes bandas y desembarca en un álbum atravesado por el cruce generacional con grandes músicos como Fernando Samalea, Richard Coleman, Patan Vidal y Hugo Lobo
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Todo comenzó en la agitada España de los años 80. Melingo (a secas, ya no con el Daniel como nombre de pila) tocaba con su banda Los Toreros Muertos y Willy Crook aterrizaba en Madrid, recién llegado de Buenos Aires. “Fue el encuentro de dos almas gemelas”, recuerda Melingo.
Esa misma noche, Willy tocó el saxo tenor con Los Toreros Muertos, intercambiaron ideas y sentires y a partir de entonces siguieron un largo recorrido juntos con la música en bandas como Lions in Love y los Funky Torinos. Algunos años después, Willy fue papá de Nilo y, en medio de la presentación en vivo de Eco, el segundo disco de Willy Crook & Funky Torinos, en el Gran Rex, le propuso a su amigo Melingo ser el padrino de su hijo.
La historia es circular. Hoy Nilo ya tiene 25 años, es marino mercante y acaba de sacar su primer disco producido por Melingo, su padrino. Cuenta que desde chico siempre fue un aficionado a la música. Resulta que el año pasado, luego de un período de intentar dejar de lado la guitarra que “fracasó completamente”, se puso a componer canciones mientras permanecía embarcado.
“Estuve un año navegando, me llevé una guitarrita y, en esos ratos libres que tenía en el barco, me puse a hacer canciones. Así hasta que en un determinado momento me di cuenta de que tenía una buena cantidad y se me ocurrió contactarlo a Melingo para mostrárselas”, cuenta Nilo, sentado junto a su padrino a la mesa de un bar en una esquina de Avenida De los Incas y Estomba.
Ese fue el germen de La estrella que falta, primer álbum de Nilo Crook, el hijo de Willy, producido por Melingo y con la participación de un seleccionado de grandes músicos como Fernando Samalea, Richard Coleman, Patan Vidal, Hugo Lobo y Juan Ravioli. Por lo pronto, a mediados de diciembre lanzaron “More than this”, la primera de once canciones que saldrán a la luz “por goteo” en el transcurso de este 2024, hasta que llegue el momento de su presentación en vivo.
“De las 11 canciones del disco, 9 fueron escritas a bordo y las otras dos ya las tenía escritas de otra etapa, cuando tenía 18 años. Entonces le mostré las canciones a Melingo, él lo comentó con su socio, Juan Ravioli y una vez que me dieron el ok empezamos a trabajar juntos”, cuenta Nilo y añade: “Creo que todos los artistas se ven influenciados mayormente por el sufrimiento y la verdad es que si miro hacia atrás los momentos en que compuse las canciones, las mejores salieron cuando estaba pasando un momento de mierda. Tal vez se puede llegar a encontrar algunas similitudes con lo de mi viejo, pero más allá de eso me parece que el disco va totalmente hacia otro lado. Es una mezcla de rock nacional con géneros de afuera. Creo que el rock argentino tiene cierta característica particular. Todo lo que escuché del rock nacional me fue dejando huella, una esencia que se diferencia del resto del mundo. Y este disco tiene influencias de ambos lados”.
Así las cosas, Melingo se puso el traje del productor encargado de conseguir a todos los integrantes que participarían en la grabación donde, además de componer, Nilo toca guitarras, bajo y canta. “Nilo recién comienza y tiene una carrera por delante. Es un nuevo renacer, un nuevo comenzar. Solemos no mirar hacia atrás, vamos siempre para adelante, como los elefantes, decía Miguel Abuelo. Cuando trajo esas maquetas que había grabado embarcado, con mi socio Juan Ravioli las fuimos depurando en el estudio La cocina de Betty. Ese fue el primer acercamiento. Iniciamos con un ritmo básico, con las guitarras, los bajos y las voces de referencia. Luego fue convocado Fernando Samalea, que grabó todas las baterías. Convocamos a Richard Coleman, que elaboró toda la ingeniería sónica de las guitarras. De ahí en más, invitamos a Patán Vidal a grabar el piano Fender Rhodes en algunas de las canciones y para otras también convocamos a Hugo Lobo. Nos rodeamos con estos cuatro adalides, les fuimos dando forma”, repasa el exintegrante de Los Twist y Los Abuelos de la Nada el recorrido transitado durante el último año.
Una vez que escucharon lo que tenían consideraron que había que darle una vuelta más a la mezcla, entonces le enviaron el material al productor y mezclador Guille Porro, quew reside en Los Ángeles. Luego, con su mezcla el material viajó a Londres, donde Jon Astley (ingeniero de The Who y de los Rolling Stones, entre otras grandes bandas de la historia del rock) redondeó el sonido final.
“La verdad es que en el estudio no dejaban de sorprenderme, porque venían así de repente y cada uno le aportaba su detallito a lo que ya tenía, lo potenciaban. Fue una gran experiencia poder trabajar con todos ellos. La idea ahora es seguir con el lanzamiento de singles hasta completar el álbum en algún momento del año que viene y una vez logrado ese objetivo ahí sí creo que va a ameritar hacer una presentación en vivo”, cuenta Nilo Crook.
“Se trató de darle un hiperrealismo al disco, respetando la forma y la idea que trajo Nilo. Potenciar o maximizar el criterio original, siempre con su consentimiento. Cuidamos mucho de no modificar esa esencia. El álbum también es rico en cuanto a los lenguajes y los idiomas, con seis temas en inglés y cinco en español”, apunta Melingo, que durante el último año conmemoró los 25 años de Tangos Bajos, su álbum debut con el tango y llevó adelante una retrospectiva de su obra en los encuentros “Maximalista”, que se desarrollaron en Niceto, acompañado por grandes artistas invitados.
Porteño de nacimiento, Nilo cuenta que se metió en el mundo de la música mientras cursaba la escuela primaria, después de insistirle a su madre lo suficiente para que lo llevara a tomar clases de guitarra. Ese fue el comienzo.
“A los 17 años me hizo el clic de que además de tocar podía componer, y el resto fue ir aprendiendo y escribiendo canciones de a poco. Por el lado de mi viejo no teníamos una relación muy atravesada por la música, hablábamos de otras cosas, pero no tanto de música. No me contaba demasiado sobre su trabajo y yo tampoco tocaba tanto. Era más bien un hobby que despuntaba en mi cuarto”, recuerda.
¿De qué manera Melingo te marcó como músico e influyó para que siguieras este camino?
Nilo Crook: -Creo que se puede hablar de una influencia suya a partir de que nos pusimos a trabajar juntos, porque antes no teníamos tanto contacto, apenas nos habíamos visto una o dos veces en la vida. Melingo era un amigo de la familia. Así que nos contactamos por primera vez a finales del 2022 y arrancamos a trabajar a comienzos de 2023. Y ahora, después de trabajar con él, por supuesto que hay cosas que vas aprendiendo, de ver a alguien que ya tiene experiencia en el rubro y estás ahí en contacto con él constantemente, entonces vas sacando algunos trucos. Hoy tenemos una relación bastante laboral. Nos llevamos bien, estamos muy enfocados en el disco y todo lo que viene de la mano con eso. Así que la mayoría de las veces que nos encontramos siempre hay algo del disco para hablar.
Melingo: -Nilo fluye mucho con la guitarra y trabajamos bastante con la voz. Puedo decir que siento admiración por el talento de Nilo y un gran interés por echar una mano a su desarrollo tan prominente, a sus ganas y su manera de escribir y de tocar. Me pareció interesante poder participar y colaborar con esta misión musical. Durante este proceso, cada uno de los participantes fue dejando huellas de su toque artístico para darle una identidad propia al disco. Es la culminación de largas horas de trabajo, detallado análisis musical y muchos viajes en colectivo. Hicimos un trabajo exhaustivo y ahora llegó el momento de mostrarlo. Brillante y talentoso, Nilo es la consolidación genética y cultural que ratifica la hipótesis improbable de nuestro rock nacional.
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