El fenómeno de Los Tabaleros, los folcloristas “zombies” que debutaron con Los Chalchaleros y que mantienen su espíritu punk
En diálogo con LA NACION, Beto Martínez repasa la historia de esta singular banda y habla de su más reciente lanzamiento, en el que comparten sus canciones con Las Pastillas del Abuelo, Los Caligaris y Los Nocheros
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Si aún se fabricaran y vendieran CD como hasta hace pocos años y existieran las disquerías en las cantidades que conocimos, los vendedores tendrían muchísima dificultad para encontrar la batea más adecuada para Los Tabaleros. Folclóricos en su instrumentación original de las guitarras y el bombo y punks en su actitud y en su modo de mostrarse, fueron raros desde el comienzo. Y en el presente, con esta serie de registros a la que bautizaron Todo es folclore, esa situación se hace aún más evidente.
Todo es folclore es un EP pero muy particular porque, en verdad, se trata de tres canciones con sus respectivos videos, en formato de antiguo programa de televisión, ligados con humor por el actor Fabio Alberti. El registro, que tendrá consecución en dos videos posteriores, incluye por ahora, “Hielo, vino y coca”, con la participación de Los Caligaris; “Campera de cuero”, con Las Pastillas del Abuelo y “Escalera”, con el trío Los Nocheros.
Los Tabaleros son actualmente los hermanos Beto y José María Martínez, Félix Mateos y Tobías Fabio. Beto es, en este caso, la voz parlante en la charla con LA NACION.
-Después de varios discos y proyectos, decidieron bautizar a esto que están presentando como Todo es folclore. ¿Cómo definen ustedes al folclore?
-En una definición libre, a mano alzada, para mí el folclore son esas creaciones de los pueblos que se van metiendo y se van haciendo carne en la identidad de una sociedad. Cuando pensamos en armar un tema de cuarteto, como es “Hielo, vino y coca” por ejemplo, no lo vimos como que no hacíamos un ritmo folklórico, porque siento que el cuarteto es el folclore de Córdoba. Como la cumbia santafesina, el chamamé o la chamarrita son parte del folclore de Santa Fe. Tenemos una mirada abarcadora y ya desde la adolescencia somos felices pensando menos en catalogar que en ver qué se puede hacer con cada género o cada ritmo.
-Pero en el origen sí se sintieron cómodos con la formación de guitarras y bombo muy clásica en esta música.
-Nosotros somos grandes admiradores del folclore pero a la vez cosmopolitas criados en Almagro y con muchas influencias. Siempre nos llamó mucho la atención el rock nacional y, simultáneamente, en el folclore, como en el tango, encontramos que la lírica iba por unos canales superiores, por el uso de la metáfora y de las palabras, tocando telarañas del universo que no podemos creer. A la vez, lo adolecíamos cuando éramos chicos porque éramos jóvenes que se llevaban todo a marzo.
–Y tienen raíces tucumanas...
–Exacto, somos hijos de tucumanos. En rigor, mi mamá es tucumana y mi papá es porteño criado en Tucumán. Y ser hijo de un norteño es como una marca de fuego que no se te va. Mi mamá hace 40 años que vive en Buenos Aires y te habla como si la hubieran bajado del tren hace cinco minutos. Esa provincianía nos abrió la capacidad de entender el lenguaje, los tiempos, los modismos que son distintos a los de la Capital. A la par de eso, cuando pasábamos las vacaciones de verano y de invierno en Tucumán, ocurrió con nosotros lo que pasa con esos perros callejeros que tienen un poco de una raza y un poco de otra, pero a la vez no son nada concreto.
-¿Se sienten rupturistas en ese sentido?
-Quizá del mismo modo, si volvemos para atrás, fue un cambio fuerte el que produjeron grupos como Los Chalchaleros con Ernesto Cabeza, con un repertorio y un estilo que antes no existía, ese modo de entrar a los temas que se convirtió en norma. O la inclusión del bordoneo flamenco. Lo más interesante de muchos artistas del folclore argentino es que nacieron muy disruptivos y con el tiempo quedaron como clásicos; aunque en un momento fueron el cambio. Y a la vez, Los Chalchaleros fueron admiradores de Los Hermanos Ábalos. Nosotros tuvimos la suerte de ser la banda estable de Vitillo Ábalos por un año y medio y fue un tiempo muy hermoso en el que aprendimos mucho. Pero volviendo a lo que decía, éramos muy porteños como para irnos a la provincia, pero nos aparecía esa nostalgia que tienen los estudiantes del interior; esa nostalgia por volver a la tierra.
“En Tucumán empezamos a cantar en peñas universitarias, canciones que sabíamos, nos regalaban vino. Somos de la generación criada en los 90 pero a la vez nos atrae mucho la música de los 60″, suma Beto Martínez. “Consumíamos los discos Argentinísima, de Julio Mahárbiz. Íbamos al Parque Rivadavia a comprar vinilos para buscar repertorio. Igualmente, la música estaba dentro nuestro porque participábamos en guitarreadas, sobro todo en Tucumán. Y amábamos las letras y la poesía de tipos como Jaime Dávalos, capaces de decir con palabras simples cosas muy profundas sobre el hombre. Ellos son quienes nos impulsaron a querer cantar. Pudimos haber hecho una banda de rock tranquilamente en aquellos años, pero decidimos ser más punks que los punks y optamos por el folclore que no lo hacía nadie. Nuestros compañeros de la escuela nos veían como bichos raros. Pero ya cantábamos y nos juntábamos antes de saber tocar un poco la guitarra. Queríamos ser Los Chalchaleros y fuimos indagando en muchos otros artistas".
-¿También el mundo del folclore más tradicional los veía como bichos raros?
-Tampoco nos aceptaban. Los primeros que nos dieron una palmadita en la espalda fueron justamente los Chalchas. Fue en un festival en General Belgrano, en la provincia de Buenos Aires. Mi hermano tenía una novia ahí en esa época y nos enteramos de que tocaban ellos; y como adolescentes fanatizados con Tini organizamos para ir. En el medio nos enteramos de que había un concurso y, sin comerla ni beberla, lo ganamos. Estaba Juanjo Domínguez en ese jurado, imaginate. Se ve que vieron algo: la desfachatez, a lo mejor. Ganar en ese prefestival nos permitía tocar en la parte central y elegir el día. Elegimos el día de los Chalchas pero con tanta mala suerte que se largó una tormenta tremenda. Ellos terminaron cantando “Chacaimanta” a capella, con la gente usando las sillas como paraguas, pero nosotros nos perdimos ese momento de gloria. Épico momento, pero opacó un poco nuestro debut ahí. Había ido un montón de familia para vernos y terminamos tocando en la estación de tren, sin luz, con focos de emergencia para la gente que había ido. Y al final fue bárbaro. Finalmente nos permitieron tocar el domingo siguiente, frente a 8000 personas, y nos creímos que estábamos ya para tocar con Stevie Wonder.
-Por esa época todavía interpretaban temas tradicionales a su manera.
-Sí. Tuvieron que pasar décadas hasta que nos avivamos y empezamos a componer. En un momento teníamos todo para hacer un disco de canciones propias. Pero eso no fue fácil porque el público nuestro estaba acostumbrado a escucharnos haciendo clásicos, así que de nuestros cien seguidores empezaron a venir veinte porque eran canciones nuestras. Tuvimos que volver a crecer casi desde cero, siempre con irreverencia y con humor.
-Precisamente, por todas estas cosas, son un grupo difícil de catalogar. ¿Cómo lo sienten ustedes?
-Desde que empezamos la charla venimos hablando de alguna manera de los rótulos. Y así como cada vez es más difícil saber qué es rock, es impreciso en sí mismo el término folclore. El rock tiene raíz africana y celta y, si yo me pongo en purista, ahí está el folclore de ellos. Entonces, el rock también es folclore. Es una palabra inglesa que en principio hablaba de las músicas nativas. Por eso, quien piensa que el folclore no se puede meter con el rock es porque no conoce la historia del rock. A nosotros nos gusta mucho el rock viejo. Los Ramones son nuestros ídolos, pero también los Beatles; y nos gustan otras bandas de los 50 o 60, con unos arreglos de voces increíbles. Quizá pueda verse una consecuencia de eso en nuestra canción “Campera de cuero”, con Las Pastillas del Abuelo, que grabamos ahora. Es un aire de cueca, nosotros le decimos cueca blues, porque por su fisonomía pueden entrar en ritmos de cuatro por cuatro rockeros, como la balada o el blues precisamente. Hemos indagado, no muy académicamente, para ver cómo trabajar los ritmos, deformarlos, agrandarlos.
-¿Por qué se decidieron por este formato de programa de TV y sumar a otros artistas para mostrar estas canciones?
-El mundo se ha contaminado de hits. Por eso nos gusta abrirnos a una comunidad más grande, con distintos artistas, incorporar amigos músicos y meternos en sus mundos, sumar yeites de sus universos. Eso genera una simbiosis hermosa. Ninguno de estos temas es como lo haría la banda si estuviera sola, y creo que ninguno de los artistas que participó con nosotros lo haría de la misma manera si nosotros no estuviéramos. Los Nocheros aportaron sus ideas, colaboraron mucho en la producción. Las pastillas directamente tocaron ellos sus instrumentos; eran ellos y su muñeca. Los Caligaris también aportaron un montón de ideas, la mitad de la banda grabó con nosotros. O sea que no son solamente Los Tabaleros y su forma mutante de ver el folclore sino que nos abrimos para que ingrese un poco la idiosincrasia de cada banda. Eso genera algo distinto, sin dudas. Son mixturas y eso es lo que más me tiene loco con este proyecto con el que fuimos aprendiendo a medida que incorporábamos cosas de cada banda. Porque no solamente participaron los músicos y los cantantes de cada grupo sino sus productores internos y todos los que hacen a su identidad. Puedo hablarte del saxo de Las pastillas, el acordeón y los vientos de Los Caligaris, las voces de Los Nocheros, con el expertise de cada uno. Y respecto de ese formato televisivo, primero pensamos en hacerlo en vivo, pero después nos dimos cuenta de que iba a ser muy difícil y ahí fue cambiando un poco hacia esta idea del programa en la onda de Leonardo Simmons, Pipo Mancera, Ed Sullivan. Hay humor en los PNT que dice Flavio que hablan de canciones nuestras. Se fue dando la construcción de ese universo y le fuimos poniendo fichas.
-Esto de ahora es el comienzo de un proyecto que continuará. ¿Quiénes estarán en los próximos registros?
-Puedo anticiparte que hay cosas que van a sorprender mucho. Terminamos de mezclar una nueva canción con Ráfaga; ahí, volviendo a lo que hablábamos antes, te diría que la cumbia de los 90 también es folclore. En fin, somos como zombies folklóricos que vamos mordiendo a todos los artistas que se animan. Va a haber otra canción con El Kuelgue. Y hay muchos otros que no quiero nombrar por si no salen, pero estamos hablando con gente bien distinta que va a hacer un proyecto muy variopinto.
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