Greil Marcus: "Nunca sabés de dónde puede venir algo nuevo, extraño y poderoso"
El escritor y pionero de la crítica de rock está en Buenos Aires para dar una conferencia, y vuelve a echar luz sobre fenómenos culturales
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Desde hace más de cuarenta años Greil Marcus se ha pasado intelectualizando el rock, relacionando canciones, discos y movimientos musicales con revoluciones culturales, sucesos históricos y políticas socioeconómicas; estrechando vínculos entre John Lydon y la Internacional Situacionista de Guy Debord o trazando líneas paralelas entre la historia de The Doors y la vida de Charles Manson. Escritor, pionero de la crítica de rock, historiador contracultural y doctor en Ciencias Políticas, Marcus visita por estos días por segunda vez el país, invitado por el ministerio de Cultura de la Nación, para realizar una entrevista abierta en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (ver aparte). En diálogo con LA NACION, a los 72 años, este intelectual nacido en San Francisco que a lo largo de buena parte de su producción literaria teorizó acerca de la relevancia de "las revoluciones fallidas", sostiene que el rock no ha perdido su espíritu inicial ni aún ha podido ser corrompido por el mainstream. Como lo develan sus escritos, Marcus se muestra como un eximio contador de historias y asegura que muchas de ellas las toma de las charlas que realiza alrededor del mundo presentando sus libros.
-¿Ha aprendido algo sobre su propio trabajo en este tipo de charlas abiertas?
-Siempre lo hago. Porque una de las grandes cosas que tiene escribir un libro e ir hablando de él por ahí, es que la gente te pregunta cosas y, si los escuchás atentamente, te das cuenta de que lo que realmente quieren decirte es algo acerca de ellos mismo. No quieren hacerme una pregunta a mí, sino que quieren hablar de ellos. Entonces, aprendí a responder: ¿Y tu qué crees al respecto? Usualmente tienen algo para decir y a veces hasta suele ser algo interesante. La gente no quiere saber qué es lo que escucho yo en tal o cual canción, sino lo que ellos escucharon, que es algo totalmente diferente. Me siento muy afortunado de que se acerquen a escucharme y que lo que realmente quieran es contarme su historia. Muchas veces me cuentan historias maravillosas, cosas que nunca había leído o jamás había encontrado en ningún lugar.

-¿Recuerda alguna?
-Sí, hace un tiempo escribí un libro corto sobre Van Morrison (Listening to Van Morrison, 2010) y creo que estaba en una librería de Seattle y una mujer se me acercó y me preguntó si podía hablar sobre cómo Van Morrison se había introducido al blues y al jazz. Y le dije: "¿Por qué lo preguntás?" Bueno, resultó que ella le comentó a su padre que iba a venir a esta charla y él le dijo que conocía a Van Morrison desde pequeño. Su padre había sido amigo del padre de Van Morrison, en los años 40, en Belfast, porque era un marinero. Se juntaban a escuchar blues y jazz y George Morrison tenía muchos discos y estaba ese niño pequeño, de 4 o 5 años, todo el tiempo diciendo: "papá, poné este disco, poné aquel otro..." Sin dudas es una gran historia de la que jamás me hubiese enterado. Uno siempre encuentra cosas que no esperaba, cosas que no sabía. Como te decía, no me hacen preguntas para saber qué opino, sino para contar sus propias historias.
-¿Qué cree que pasó en estos años para que los críticos de rock se convirtieran en una suerte de celebridades o, en algunos casos, incluso en "estrellas de rock"?
-No creo que sea tan así. Hubo un tiempo, en los años 70, en que las compañías discográficas de rock le prestaban mucha atención a los críticos y te enviaban a viajar alrededor del mundo, te mandaban regalos y trataban de hacerte sentir que lo que vos escribías era realmente importante. Pero eso ya no ocurre. Yo soy un escritor, escribo libros y no hay nada de celebridad en eso. Lo que pasa quizá es que cuando tu trabajo se hace popular, a alguna gente, si tenés suerte, realmente le gusta y te lo dice. Pero de la misma forma, otra gente te odia y se irrita por la forma en que escribís. Encontrás gente muy enojada con lo que escribiste y la verdad es que uno nunca hizo nada para que lo odien así. Por otra parte, creo que en la actualidad hay poca gente que está realmente muy interesada en trabajar seriamente como crítico de rock y hay muy pocos lugares interesantes para poder publicar.
-Después de haber escrito y estudiado tanto la historia del rock, ¿no cree que en la actualidad el mainstream terminó comiéndose su espíritu original?
-Bueno, no. Todavía su espíritu está en la música, en los discos. Quiero decir, yo siempre encontré fascinante que las música de los Sex Pistols nunca haya sido corrompida ni absorbida por ningún tipo de mainstream. Los Sex Pistols nunca fueron confortables, casi nunca suenan en las radios y eso es porque destruyen todo a su alrededor, intimida y da miedo. Su música es demasiado fuerte y todavía hace que la gente se sienta incómoda. No importa lo que haga Johnny Rotten, no importa si planea una nueva gira reunión o lo que sea, esa voz que se alza y habla desde los discos de los Pistols sigue diciendo siempre lo que dijo. Y la gente que lo escucha y lo escucha por primera vez, aún queda en shock. El espíritu del rock and roll no es otra cosa que lo que uno escucha en un puñado de discos que parecen ser diferentes a todos los demás en el mundo.
-¿Cuál es hoy el legado más importante del movimiento punk?
-Que las cosas siempre pueden cambiar, que siempre hay cosas nuevas en cuanto al sonido, que nunca sabés de dónde puede venir algo nuevo, extraño, diferente y poderoso. Nunca se sabe. La mayoría de la gente al escuchar algo nuevo dice que es estúpido, que es tonto, que no es nada, que ya lo escuchó todo antes. Nunca se ha escuchado absolutamente todo antes.
-¿Y cuál fue la última vez que escuchó algo que lo dejó en shock?
-Pasa todo el tiempo? (piensa cinco, diez segundos). Todo el tiempo (otros diez, quince segundos en silencio). Mmmm, cada vez que veo a Sleater Kinney me shockea su compromiso ante el poder de la música, la profundidad de la voz de Corin Tucker o la suerte de insistente inmadurez de Carrie Brownstein. Es una banda que sigo desde hace veinte años. Encontré algo nuevo y diferente cuando escuché por primera vez a Corin Tucker con su primera banda, Heavens to Betsy, que en 1991 editaron una canción que se llamaba "My Red Self", que se refería al período de las chicas y era un tema completamente adolescente y totalmente diferente. Era serio y hablaba de cosas de las que nunca se habían hablado antes en la música. Realmente me hubiera gustado tener la posibilidad de escuchar esa música cuando tenía 12 años.
-En los últimos años, el rock se ha instalado muy confortablemente en los museos, se ha institucionalizado. ¿No cree que allí reside cierta contradicción?
-Sí, creo que hay algo pomposo en esto. La idea del Rock & Roll Hall of Fame de Cleveland puede ser contradictoria en cierto punto. Una vez lo visité y comparado con una gran muestra que vi en París, en 2007, llamada "Rock and Roll. 1939 - 1959", en la que cada paso que dabas te podías sorprender y todo estaba donde debía estar, el Hall puede hasta parecer estúpido. Pero algo que encontré es que más allá de lo emocional o la contradicción interna, más allá de lo fallido que puede ser intentar contar una sola historia como única verdad, hay que admitir que para los músicos es un lugar muy importante. Es un lugar donde ellos sienten que han hecho historia, que a la gente le importa su trabajo y donde los músicos no se sienten rechazados. Por algo buscan desesperadamente ser introducidos al Salón de la Fama, significa mucho para ellos. Muchos de los músicos que han construido parte de la historia grande del rock hoy no tienen dinero, nadie los recuerda o sienten que nadie los cuida. O incluso si todavía están tocando, sienten que es un error lo que hacen porque no logran el reconocimiento que tuvieron. Pero hay alguien que les dice no, no importa lo que hagas, has sido una persona relevante, le diste a la gente placer y si ahora hay otras voces, otros jóvenes, vos podés, con tu experiencia, darles algo que les sirva.
Entre la academia y la contracultura
El escritor y crítico musical esta tarde dará una charla abierta con entrada libre y gratuita en en auditorio Jorge Luis Borges, de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Agüero 2502. La cita para escuchar y poder preguntarle a Greil Marcus es a partir de las 18 y el periodista Pablo Strozza será el moderador. Marcus, que se destacó como crítico de rock en revistas como Rolling Stone, Creem, Village Voice y Artforum, ha escrito varios libros sobre cultura y música, y publicado compilaciones de sus artículos. Entre ellos, se destacan Mystery Train, imágenes de América en la música rock and roll (1975), Rastros de carmín, una historia secreta del siglo XX (1989), El basurero de la historia (1995) y Escritos sobre punk 1977-1993 (publicados en español por Paidós).
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