
Henrik Ibsen, un siglo después
¿Quién no ha vibrado alguna vez con Nora, la heroína de "Casa de muñecas", o con el doctor Stockmann, convencido de que el hombre más fuerte del mundo es el que está más solo, en "Un enemigo del pueblo"? O con Elena Alving, la protagonista de "Los espectros", que escandalizó a medio mundo, considerada en su momento de una "obscenidad repugnante"? ¿Quién no se ha sorprendido con las diabluras de Peer Gynt y sus maravillosas empresas? Si difícil es a veces el acceso a la obra de Henrik Ibsen, de cuya muerte se cumplirá un siglo el 23 de mayo próximo, la música ha buscado, por sus propios medios expresivos, acercarse a la obra del genial poeta y dramaturgo noruego. Y le ha sido posible por la aptitud del lenguaje sonoro para penetrar en la indagación psicológica y en la trágica e irreconciliable posibilidad de aliar el idealismo ético y el pesimismo humano.
Más de una obra de Ibsen atrajo a los músicos, pero la que se lleva las palmas es "Peer Gynt", de 1867, entre otras razones porque fue el propio autor quien buscó esa aproximación. Deseoso de acompañarla con música incidental para su representación en Cristiania (hoy Oslo) en 1876, invitó a su joven compatriota Edvard Grieg a recorrer los vericuetos de este drama fantástico y alegórico. La obra, según se dice, obtuvo un éxito excepcional, al que no fueron extraños los números para la escena creados por Grieg. Otro compositor noruego, Harald Saeverud, escribió igualmente una música para la escena en 1948. Pero ninguna pudo desplazar a la de Grieg, que inició su propio vuelo y hoy sobrevive en los conciertos a través de ocho partes, sin duda seductoras.
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Pero el héroe inasible de la sátira de Ibsen debía encontrar también su lugar en la escena lírica, y lo hace de la mano de Werner Egk, que aborda la truculencia de "Peer Gynt" con una importante participación coral y un lenguaje directo, con toques de procedencia straussiana y algunos trozos tan directos como el tango, que corrió mundo a partir del estreno de la ópera, en la Staatsoper de Berlín, en 1938.
Y luego está "L´ Etranger", del francés Vincent D´Indy, cuyo libreto, obra del compositor, parece estar inspirado, según el investigador Jacques Viret, en la concepción simbólica de "Brand" de Ibsen, aunque no precisamente en su argumento. No parece extraño que para su nuevo intento teatral D´Indy, un adorador de Wagner, se haya sentido atraído por el simbolismo de tesitura moral y religiosa de la pieza de Ibsen, lo que lo lleva a crear una pareja de amantes, el Extranjero y Vita, que no son sino la réplica del Holandés y Senta, cuya devastación existencial comparten sin la menor duda. "L´ Etranger", estrenada en 1903 en Bruselas, fue conocida en Buenos Aires durante la temporada 1917 del Teatro Colón, con Ninon Vallin y Marcel Journet. Obra escasamente difundida hoy, refleja en el argumento ideado por D´Indy el convencimiento crítico de Benedetto Croce, para quien todos los héroes y heroínas de Ibsen están tensos de expectación, devorados por el anhelo de lo extraordinario y lo sublime y desdeñosos de la felicidad idílica y la virtud modesta.




