Jeff Tweedy, el artista que aprovechó el encierro para disparar proyectos en todas las direcciones
Jeff Tweedy es uno de los tantos artistas que pudieron aprovechar el largo paréntesis de la pandemia para ponerse en acción. Lejos de amilanarse o entregarse a un abatimiento improductivo, el fundador y líder de Wilco, una de las bandas más importantes de la música alternativa norteamericana de los últimos veinticinco años, editó en el fatídico 2020 que acaba de concluir un muy buen disco, Love is the King (2020) y, casi de inmediato, en diciembre pasado, su segundo libro, que aún no llegó a la Argentina pero cuyo título en inglés es tan explícito como prometedor: How to Write One Song. Sí se encuentra en el país el primer libro de Tweedy: Vámonos (para poder volver). Acordes y discordias con Wilco, etc. (Sexto Piso), autobiografía descarnada e intensa en la que el autor cuenta los traumas de una infancia marcada por la desgracia de un padre alcohólico y los inicios en la música a fines de los 80 con Uncle Tupelo, otra pieza clave del alt.country americano que puso en el tablero con la colaboración clave de Jay Farrar. También se refiere a la creación de Wilco, grupo que ya lleva editados una docena de discos -muchos de ellos, como Yankee Hotel Foxtrot (2001) y A Ghost is Born (2004), realmente notables-. Además, Tweedy se pondrá en marcha de nuevo en junio próximo con un breve tour europeo.
Si hay algo que se intuye leyendo Vámonos (para poder volver). Acordes y discordias con Wilco, etc. es una honestidad cruda en el discurso e incluso en la elección de los recursos con los que Tweedy armó el rompecabezas público de su propia vida: "Busqué ser muy claro y muy directo. Y no quise dañar a nadie ni mentir -declaró a los pocos días de la aparición del libro-. Conté las cosas como recuerdo que fueron, y en otras ocasiones como mi mujer recordaba que fueron, porque hay muchos pasajes que, para ser sincero, se han borrado por completo de mi cabeza".
Tweedy cuenta con mucho detalle cómo desarrolló involuntariamente una adicción a los calmantes (consumía opiáceos para combatir diferentes dolores corporales) justo en la época en la que Wilco vivía una etapa de gloria marcada por el Grammy que ganó A Ghost is Born. Fueron años importantes para la banda -que vivía la comunión perfecta de popularidad mas valoración de la crítica-, pero también plagados de dificultades. No solo él la pasaba mal, también Jay Farrar arrastraba una seria depresión que tuvo consecuencias fatales: murió en 2009 por una sobredosis de fentanilo, opiáceo de efecto superior a la morfina que también le causó la muerte a Prince. Y esa noticia impactó especialmente en Tweedy, quien lo había despedido de Wilco después de mantener con él una relación muy tensa. Los ecos perturbadores resuenan fuerte en el documental I Am Trying To Break Your Heart: A Film About Wilco (2002), de Sam Jones.
Los secretos de Wilco
Pero no todo son pálidas en el libro. También hay pasajes exultantes en los que Tweedy revela la intimidad de una banda cuya creatividad explotó a principios de la década pasada con el aporte inestimable de Jim O' Rourke como productor y generador de ideas sonoras y la incorporación de un guitarrista con el talento y la inventiva de Nels Cline.
Se ha dicho más de una vez que Wilco fue sobre todo un vehículo expresivo para Tweedy, pero lo cierto es que la dimensión de la banda fue creciendo con el paso de los años y esa idea se fue diluyendo gradualmente. Quizás sea esa la explicación más certera del inicio de una carrera solista en paralelo que Tweedy arrancó con mayor decisión en 2018 con Warm, el cálido sucesor de Together At Last, un debut solista donde recreó a su gusto, y sin compañía, parte del repertorio de Wilco.
En el caso de Love is the King, los que acompañan son sus dos hijos -Spencer, con quien ya había unido fuerzas en el más experimental Sukierae (2014) y que aquí es clave multiplicándose como instrumentista, y Sammy, que contribuye con algunas armonías vocales-. El disco mantiene el tono íntimo y reflexivo de Warm: es una producción casera y familiar que puede entenderse como fruto lógico de esta extraña época de reclusión. Pero Tweedy tiene una gran capacidad para capturar las tragedias que lo rodean (más allá de la pandemia del coronavirus y los disparates de la era Trump, una mucho más personal relacionada con un problema de salud de su esposa) y transformarlas en canciones sencillas y preciosas. Es lo que ocurre con temas como "Gwendolyn" y "Guess Again", pruebas contundentes de cómo supo digerir la influencia virtuosa de próceres como Bob Dylan y Neil Young para forjar su propia personalidad artística.
"Un tema como "Guess Again" es un buen ejemplo del éxito que estaba teniendo al alejarme del mundo, contando mis bendiciones, haciendo un balance de mi buena suerte por tener amor en mi vida. Unas semanas más tarde, las cosas empezaron a sonar como Love Is The King, una canción un poco más deshilachada y más cargada de temores. Aún tengo esperanzas, pero definitivamente descubro los límites de mi propia capacidad para calmarme", declaró Tweedy pocos días después de la aparición de su cuarto disco solista. Su temperamento inestable, como queda claro, se filtra en el repertorio del álbum. Pero eso no lo debilita, más bien lo humaniza. Love is the King tiene el carácter íntimo y sincero de las confesiones. Solo exige atención y empatía para escucharlo como se lo merece.
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