Jorge Drexler: un chef que sabe combinar los mejores sonidos en su nuevo álbum, Tinta y tiempo
Es un disco notable, cargado pero nunca recargado de influencias que nutren la afilada composición del cantautor
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Artista: Jorge Drexler. Álbum: Tinta y tiempo. Temas: “El plan maestro”, “Corazón impar”, “Cinturón blanco”, “Tocarte”, Tinta y tiempo”, ¡Oh, algoritmo!, Amor al arte, El día que estrenaste el mundo, Bentido Desconcierto, Duermevela. Edición: Sony Music. Nuestra opinión: muy bueno.
¿Cómo puede ser que una persona tan cerebral haga canciones tan agradables? Jorge Drexler tiene esa rara habilidad. Publicó un nuevo álbum, Tinta y tiempo, que tiene todo eso que se puede esperar de Drexler, pero también un poquito más. Aunque ese poquito más sea algo que ya está en la obra del cantautor uruguayo, por lo tanto, es lo que de él se puede esperar: la intención de innovar a partir de un camino en el que ya ha dejado huellas muy propias y personales.
Desde el vamos hay una forma de canción de autor al modo Drexler y esa es la que está siempre presente. Se puede encontrar en la primera parte del tema “Bendito desconcierto”, donde se escucha a Jorge en una versión de guitarra y voz (la raíz de toda su obra) a la que luego se suma todo el contexto que el músico le quiere dar. Eso también subyace en “Duermevela”. Allí están todos los recursos que suele aplicar en sus canciones y, también, su originalidad. Porque si bien los mecanismos compositivos son los conocidos, las reflexiones muestran otras sugerencias, otras aristas, en cada disco. Otra manera de pensar la existencia. Aflora casi desde el primero al último track, con esa picardía que tiene para poner el sentimiento en el marco científico.
Y en medio de ese marco, las canciones evidentemente no han tenido solo un momento íntimo para la creación. También hubo una gran reflexión para los arreglos de cada composición. En ese aspecto, Tinta y tiempo es un Drexler potenciado, certero en sus indagaciones, aunque algunas le sienten mejor que otras. En el balance, su curiosidad y su manera de sintetizar nuevos elementos, da saldo positivo y de alguna manera lo conecta con otros momentos de su carrera. El ejemplo puede ser Frontera, ese disco en el que abrió una puerta muy amplia a la mixtura.
Por supuesto que Tinta y tiempo es otra instancia. El disco tiene varias vertientes sonoras. Algunas conjugadas. La soulera es una y es bien explicita en “El plan maestro”, tema que abre el disco y que cuenta con la colaboración de Rubén Blades. También está en otros como “¡Oh, Algorítmo!”, pero en éste agrega elementos del trap (en su gestualidad) y una pincelada coral muy uruguaya.
“Tocarte” también es un tema con trap, no porque “la” feat. esté a cargo de C. Tangana, sino porque Drexler se metió de manera deliberada en ese mundo. No canta con esos modismos (como un centennial que se come las eses y las consonantes que terminan en una frase), pero usa las rimas de ese naciente género, aunque en ese terrero, que no es el propio, no tiene la elegancia con la que se mueve con sus gestos más personales.
“Tiempo y tinta” (la canción) es esa “voz” que no se controla, que es inspiración, con las inflexiones de una vidala, pero con la biblioteca de sonidos de esta tercera década del siglo XXI (aquellos que también se pueden encontrar otros discos recientes, como Motomami, de Rosalía). “Amor al arte” guarda sus típicos juegos de palabras sobre una rítmica rumbera. “Cinturón blanco” es la mejor imagen del comienzo de algo, aunque Drexler lo piense como una manera de volver a empezar. Y es aquí donde quizá se explique este modo de ver el disco. Drexler no está comenzando algo, seguramente está volviendo a comenzar, con la avidez que ha tenido en otros tiempos, con la curiosidad y la meticulosidad que lo caracterizan. Por eso, el Drexler que conocemos; por eso, el que se la juega con algunos pasos de trap con la banda ancha de las colaboraciones elegidas y con algunos intervalos melódicos que no son los habituales en sus canciones (el tema que usó para titular el disco entra dentro de este último grupo).
Tinta y tiempo es una producción de diez canciones muy Drexler: muy de hoy y muy actualizada (con recursos tan viejos como un organismo sinfónico, inspiradamente orquestado por Fernando Velázquez). Además, está en la tradición del disco de dos caras (cinco del lado A, cinco del B). Es una cantidad de canciones que permiten ser escuchadas como LP, y disfrutarlas de ese modo.
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