Núcleo Distante: el colectivo latino de cantantes que grabó su disco por WhatsApp
De la Ciudad de México a Buenos Aires, 22 músicos de la nueva escena latinoamericana armaron un grupo de "wasap" e idearon una obra exquisita que funciona como carta de presentación
En el nombre está escondida la paradoja: una misma célula con los átomos dispersos, imantados a la distancia sobre el mapa de América Latina. Veintidós compositores desparramados en diez países, unidos por la gracia soberana de la canción y un grupo de WhatsApp .
Notas de voz, el flamante disco de Núcleo Distante, no solo captura el espíritu de la época, sino que también reúne a algunos de los cancionistas más talentosos de su generación. Desde el mexicano David Aguilar hasta la uruguaya Florencia Núñez, pasando por La-Lá (Perú), To Brandileone (Brasil), Andrés Landon (Chile) y Loli Molina (Argentina). "Amantes desesperados de la canción, aliados íntimamente desconocidos -dice Ezequiel Borra, también argentino y uno de sus integrantes-. Unidos sin tocarse como las hojas de una misma rama".
Su historia coral, sin embargo, se remonta a uno solo: el venezolano Ulises Hadjis fue el encargado de soplar el aliento vital sobre la frente de la criatura. Convocó a Aguilar y, en una serie de conversaciones guiadas por los pormenores del oficio, comenzaron a reclutar colegas de todo el continente. "El criterio fue muy intuitivo -dice el mexicano-. Quizás algo que rige el colectivo es que ninguno de sus integrantes hace, por ejemplo, música con una intención marcada de bailar. Tampoco de tendencia. Buscamos que haya algún elemento de rebeldía, ya sea poético, armónico, melódico, estético natural (el timbre de la voz, por ejemplo). Que haya cierta luz de riesgo. Por otro lado, también se busca que ninguno esté ya en el mainstream y quizá tampoco empezando. Estamos en un limbo: una escena emergente pero ya establecida".
En el principio, Núcleo Distante fue el grupo de WhatsApp más o menos cerrado de ocho o diez compositores que hablaban de esto y aquello. Que cruzaban fechas o canciones y, eventualmente, se encontraban en El Depa de los Plebes: los conciertos caseros y espontáneos en el DF mexicano donde compartían shots de tequila entre los más underground de los músicos y una ganadora del Grammy como Natalia Lafourcade. Incluso entonces, sin embargo, el lazo físico que unía al colectivo era estrictamente virtual: como nunca siquiera habían estado todos juntos en el mismo cuarto, la foto que los presentó en sociedad incluía cuadros y espejos con las imágenes de los ausentes.
Pronto se reveló su naturaleza cambiante y su círculo se fue abriendo hasta reunir a los veintidós artistas que cristalizaron su disco debut. "Ulises, que es experto en el tema, le asignó una carta a cada uno de los integrantes: los veintidós arcanos mayores del Tarot de Marsella -revela Aguilar-. Por eso lo cerramos en veintidós, para que correspondiera con el Tarot. Las cartas determinaron el orden de las canciones en el disco, entonces el hilo conductor nos gusta de entrada por eso mismo. Luego, hablando de canciones, simplemente me encantó: me pareció muy ameno el disco, lleno de sorpresa y frescura".
Ilustrado con una portada de Liniers, el subtítulo de "Notas de voz" pone de manifiesto la dinámica del artefacto: "Canciones que nos enviamos en nuestro grupo de wasap". Grabado con los celulares de cada uno de sus integrantes, el disco resulta un mural vitalista y en tiempo rabiosamente presente de la canción latinoamericana. "Vivimos en una época muy fugaz -apunta Aguilar-. La época de la playlist, donde las grabaciones se van. Yo propuse ese método porque siento que va en relación con nuestra labor de hacer canciones. Siempre, de todos modos, estamos haciendo eso: compartiendo por ahí. Entonces simplemente era ubicarlas en el disco. Se me hizo buena idea, ahora que vivimos tanto por WhatsApp". El método marcó su propia tónica. Allí, entre la orfebrería minuciosa de Lucio Mantel o el swing sobrio de Andrés Correa, entre la elegancia de Franny Glass o el lirismo trasandino de Paz Court, se escuchan pájaros, conversaciones de fondo y puertas que se abren y se cierran. Más inmediato y documental no se puede.
"Más allá de que las canciones estén buenas, bien grabadas o mal grabadas, está el hecho hasta político de mostrarle al mundo que estamos unidos -dice Florencia Núñez-. Creo que ese es el mensaje: estar bancándonos desde la ciudad en la que vive cada uno. El quid de la cuestión es que todos podamos tener referentes que nos reciban en cada país que visitamos. Por supuesto, al escuchar el disco, también hay un nexo desde el plano artístico. Uno se puede identificar más con uno o con el otro, pero a todos les encuentro un gusto. Eso es lo más lindo. A mí me honra muchísimo participar con gente que admiro tanto y sentir que estamos jugando juntos".
Para un colectivo que ni siquiera ha logrado compartir la misma ciudad por un rato, la presentación del disco podría sonar como una quimera. Sin embargo, además de su podcast quincenal en la plataforma Puentes y las fiestas distantes, entre los planes del Núcleo ya comienza a articularse un gran concierto en México. Si aquello finalmente sucede, la unión de los átomos dispersos puede desatar una reacción en cadena. Los resultados, dispuestos sobre la misma mesa, son un verdadero misterio. Como la baraja del Tarot.
El fruto del experimento
Notas de voz
- Músicos: David Aguilar, Ezequiel Borra, Florencia Núñez, Loli Molina, Franny Glass, La Lá y otros
- Ilustración: Liniers
Notas de voz: canciones que nos enviamos en nuestro grupo de wasap es muchas cosas a la vez. Es un experimento, pero también es un disco; es una playlist, pero también es un muestrario de canciones América Latina que tienen tantos puntos como posibilidades en común. Llevan un tiempo sumando obra pero aún no caminan el mainstream, son músicos prestigiosos y aún se apoyan en la difusión del boca en boca.
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