The Big Moon: del indie inglés a la conquista del gran público
Nuestra opinión: buena
Así como la manera gráfica de traducir el sonido es a través de ondas, la historia de la música podría ser como las puntadas de esas máquinas de coser que, en su trayecto, para avanzar vuelven un poco hacia atrás. Buscar en el historial para nutrirse y luego salir a ver qué se puede hacer de nuevo o de personal en los tres minutos que dura una canción. Lo demás es sólo coincidencia. Bob Marley entonó "Don’t worry about the thing", en su Exodus de 1977, con absoluto optimismo. Pero si una banda nacida en la última década repite "Just don’t thing about the thing" en el estribillo de su tema "Don’t Think" el sentido quizás cambien, aunque en el fondo se apunte a lo mismo. Otro tiempo, otras circunstancias, Girl Power y cuestiones generacionales.
Desde allí se puede empezar a "razonar" el trabajo del cuarteto femenino The Big Moon –que encabeza la cantautora Juliette Jackson– y especialmente el nuevo disco que acaba de publicar, Walking Like We Do.
Esos gestos generacionales están allí y autodefinen incluso con la expresión rubricada en ese título: Walking Like We Do. En la línea de tiempo es un disco 2.1 que se estrena en la recién estrenada década 2.2 y que, como nos tiene acostumbrado el pop indie de estas últimas décadas, resulta una buena multiprocesadora de distintos aluviones musicales. Por momentos tiene alguna especie de pretensión de sonar despojado y lo-fi (a pesar de que a estas alturas del desarrollo tecnológico nada suena lo-fi a menos que este planteado como un gesto absolutamente deliberado). Y eso será debido a que el grupo inició un camino de búsqueda en nuevos horizontes. Porque en comparación con su debut discográfico, Love in the 4th Dimension (más homogéneo, distorsionado y, quizá, con algún guiño a la tradición del pop-rock inglés), éste puede ser una evolución, suavizada y más pop, hacía el lugar donde haya decidido poner rumbo la banda de Jackson (voz líder y guitarra), Soph Nathan (guitarra), Celia Archer (bajo) y Fern Ford (batería). Como si el pasó dado hacia fuera de lo indie ya estuviera definitivamente dado, aquí las guitarras ya no mandan ni hay evocación post punk (lo que sí podría decirse es que hay alguna nostalgia coral por lo no vivido: el brit pop de los noventa).
Las letras tienden a ser más sugeridas que explícitas y con cambios de ánimo entre un tema y el siguiente. A pesar de que los giros no son abruptos ni los sentimientos extremos, Jackson timonea entre la claridad y el optimismo y las situaciones o escenas donde se impone un tono agridulce. En tal sentido "Dog Eat Dog" es una pieza clave en este repertorio de canciones. "Por aquí dicen que el perro se come al perro (…). Todos estamos tratando de obtener las cosas que necesitamos, pero solo vemos las cosas que queremos ver".
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