
Un músico inglés a contramano
El excéntrico cantautor, de 59 años, llega por primera vez a la Argentina
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Al principio hubo punk, cuyos profetas pregonaron como el origen del rock, y entonces aparecieron los Soft Boys de Robyn Hitchcock diciendo que lo mejor había ocurrido diez años antes. No le fue bien a Robyn (el punk también castiga a los traidores), pero siguió su GPS a contramano de las modas y hoy, como suele ocurrir, envejeció mejor que sus contemporáneos.
Dueño de un mundo imaginario, presidido por John Lennon y Lewis Carroll, poblado de esposas muertas, madres insecto y hombres con cabeza de lámpara, Hitchcock (que suele ilustrar sus álbumes con dibujos propios de corte surrealista) no se condice con el inglés excéntrico que describe la prensa. Lejos de ser el arquetípico recluso, este cantautor de 59 años es un ser afable, soberbio intérprete de sus canciones, que suele intercalar con monólogos disparatados, al estilo Monty Python. Esta noche, el Samsung Studio será testigo de su primera visita al país, con un set acústico que, según anticipa a la nacion, recorrerá los 30 años de su carrera.
"Cada show está centrado en alguna de mis etapas y últimamente el foco está en mi primera época con The Soft Boys, alrededor de 1980", cuenta Hitchcock, que pese a haber trascendido en el pop se inició (al igual que sus héroes Incredible String Band y cantautores de culto como John Martyn) en el circuito de folk británico. "Antes de tener una banda yo ya tocaba en clubes de folk; ahí me formé como músico", cuenta. "Tocaba razonablemente bien la guitarra acústica. Siempre fui más folk que rock."
Entonces llegó el punk y Hitchcock armó The Soft Boys, una banda que, pese a tocar rápido y fuerte, tenía en el fondo un corazón beatle. "A excepción de dos o tres bandas, los punks desestimaban todo lo que había ocurrido antes de 1976", cuenta. "Era algo estalinista. Elvis Costello y bandas como Squeeze o XTC pudieron adaptarse; empezaron a tocar canciones más cortas, eran más veloces y agresivos que dos años antes. Los Soft Boys también aceleramos. Pero teníamos muchas armonías, usábamos el pelo largo y, de vez en cuando, nos gustaba meter algún solo…"
Underwater Moonlight (1980) fue el primer éxito artístico y comercial de Hitchcock, un clásico de la new wave a la par de títulos más conocidos como Drums & Wires, de XTC, o Argybargy, de Squeeze.
Ya sin los Soft Boys, acompañado por su nueva banda The Egyptians, en 1985 consigue un segundo éxito titulado Fegmania!, disco de alto voltaje psicodélico y humor negro (tipificado en el perenne clásico "My Wife & My Dead Wife": "las veo a ambas, y no sé con cuál quedarme"), que no se diluye ni en potenciales hits ochentosos como "Heaven". A los pocos días lanza una colección de temas en vivo que se convirtió en su LP más popular: Gotta Let This Hen Out!
"Steve Lillywhite (el productor) hacía que los discos sonaran como un redoblante enorme, donde podía aterrizar un avión", ríe Hitchcock. "La percusión en Hen suena densa y húmeda, como una rana –añade con su habitual léxico de terrario–, "y mi guitarra es menos lacerante, pero, de todos modos, el álbum es tan rockero como Underwater Moonlight."
Compañeros de ruta
Durante los noventa, mientras Elvis Costello se reinventaba como crooner y los grupos new wave caían en el olvido, Hitchcock sobrevivió el aluvión post Nirvana con grabaciones de naturaleza folk (Moss Elixir, Storefront Hitchcock, su reciente gira al rescate de Eye) y frecuentes colaboraciones con Peter Buck (R.E.M.), que culminaron con su inclusión en Venus 3, la nueva banda que acompaña al cantautor inglés.
"Conozco a Peter desde 1984 y como guitarristas tenemos estilos similares –cuenta Hitchcock–. Peter es un músico muy empático: sabe de antemano adónde querés ir. Los Venus 3 y yo somos un eco del sonido del 65 y 66, que Peter y yo tanto buscamos en los ochenta. Somos un combo de beat clásico, disponible para casamientos, bar mitzvah y lanzamiento de cohetes."
–Decís identificarte con Costello, Squeeze y XTC, en el sentido de que fueron la segunda generación de chicos beatles, antes de grupos como Oasis, por ejemplo. En realidad, uno te asocia más con Martin Newell y Dan Treacy porque hay una fuerte presencia de Syd Barrett en tu trabajo.
–Es verdad, comparto esa tendencia a la oscuridad que tienen Martin y Dan. En la época de los Soft Boys no me interesaba ir a Top Of The Pops (el legendario programa de la tevé británica), así que nunca nos llamaron. Pero con el paso del tiempo quedó claro que tenía más que ver con Elvis y los demás grupos. Como compositor y arreglador, encajo más con ellos que con Martin y Dan.
–En los últimos años saliste de gira para recrear dos favoritos del público: Eye y I Often Dream Of Trains. Ambos discos son acústicos y las nuevas grabaciones en vivo son impecables. ¿Resulta difícil hacer lo propio con discos eléctricos como Element Of Light?
–Todo lo que compongo empieza en mi guitarra acústica, al estilo folk. Pero una vez que hago los arreglos para banda no es fácil recordar cómo eran originalmente. De todos modos, una buena canción resiste cualquier arreglo.
–Hace poco te ocupaste de supervisar la reedición de parte de tu material en vinilo, que salió en ediciones de lujo, dirigidas a coleccionistas. ¿Creés que el LP volverá a imponerse en el mercado?
–El vinilo regresa lentamente y genera mayor respeto que los CD y las descargas. Yo creo que el vinilo está de vuelta gracias a los nostálgicos y a la curiosidad que despierta en los jóvenes. Pese a todo esto, los días de ventas masivas se acabaron.
–Entonces, ¿a los músicos no les queda otra alternativa que salir a tocar?
–Bueno, podés hacer música para películas o comerciales; si tenés suerte podés vivir razonablemente bien con esas actividades. Pero lo único que te garantiza una entrada de dinero es salir a tocar, sí. Y en definitiva, siempre fue así hasta la masificación del rock’n’roll. No hay razones para creer que siempre habrá un negocio musical, pero siempre va a haber música. Hasta que los hombres se conviertan en ángeles o se extingan.
Robyn Hitchcock
- El ex Soft Boys debuta en Buenos Aires
Samsung Studio, Pasaje 5 de Julio 444
Hoy, a las 21.
Entradas, desde $ 180.



