
Voz argentina para Berlín
La mezzosoprano consolida su carrera internacional
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BERLIN.- Con una voz cálida y nítida, combinada con su gracia en el escenario, mucha frescura y naturalidad, la mezzosoprano argentina conquistó al público berlinés desde su chispeante actuación en el rol de Cherubino, en una serie de presentaciones de "Las bodas de Figaro" (ópera buffa de Wolfgang Amadeus Mozart, una de las de la célebre trilogía creada por el genio salzburgués en cooperación con el libretista Lorenzo Da Ponte), con la dirección de Julia Jones y nada menos que en la prestigiosa Staatsoper Unter den Linden (casa del argentino Daniel Barenboim).
También en Japón
Mientras para esta temporada, y además de su actividad como solista del cuerpo estable de la Opera de Frankfurt, prepara una producción para Champs-Elysées con el prestigioso director René Jacobs (músico que tiene una especial predilección por trabajar con cantantes argentinas como, por ejemplo, Bernarda Fink, Verónica Cangemi, María Cristina Kiehr y Graciela Oddone) y una gira de dos meses por Japón junto al Teatro Bellini de Catania, Sicilia, integrando el elenco de la ópera "Norma" en el rol de Adalgisa, un nuevo horizonte de posibilidades profesionales se le presentan a Nidia Palacios en la codiciada meca de la música clásica.
"Es un gran momento en mi carrera: Berlín es la quimera de todo músico en Alemania y este teatro representa mucho en el mundo de la ópera. Cuando uno viene a la Staatsoper se da cuenta de todo lo que puede pulirse en otros teatros. La calidad, el nivel de preparación de la orquesta, de los cantantes, todo se hace muy bien", comentaba Nidia en un diálogo con LA NACION, en el que la cantante destacó con especial énfasis el valor de su formación en la Argentina, primero en el Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo y luego en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón.
-A diferencia de Alemania, los cantantes en la Argentina tienen la posibilidad de formarse adentro del teatro, ¿cómo percibís tal diferencia?
-Creo que es algo extraordinario. Si bien nosotros como alumnos de la escuela del Colón no teníamos acceso al escenario, sí lo teníamos, sobre todo en mi época cuando venía gente muy importante, a escuchar a los grandes. Otra cosa fantástica es que la gente que nos enseñaba allí eran profesores de lujo, gente realmente de teatro que había hecho su carrera entera arriba del escenario. Mis maestros en el Colón fueron Catalina Hadis, Mirtha Garbarini y Gustavo Valerio, tres personas definitivas en mi vida, con las que aprendí muchísimo y quienes me permitieron llegar a Europa con un paquete de repertorio enorme, algo que acá normalmente no se hace. Ese privilegio que tenemos en la Argentina, de aprender adentro de un teatro, acá no existe. Cuando llegué al conservatorio de Karlsruhe (en Alemania), me di cuenta de que aquí falta mucho esa parte humana, la experiencia transmitida de manera directa. En el Colón, en cambio, se sentía un aire de grandeza impresionante.
Asignatura pendiente
Sin embargo, y no obstante haber hecho un interesante recorrido en Europa, hasta el momento nunca ha cantado en el país y la explicación que encuentra es que "quienes fueron mis maestros ya no están, se murieron todos, y creo que con la gente nueva que tiene el teatro no nos conocemos. Lamentablemente, todavía no ha llegado la oportunidad.
Nidia se presenta a sí misma diciendo que es cantante de ópera porque es un género en el que se puede actuar, "porque se puede ser un personaje dentro de una producción y adoro esa diversión en el escenario. ¿Sobre mi voz? Una voz de paso que con el tiempo se ha ido poniendo más madura, hasta con un cariz dramático, porque después de tenerlo a mi hijo la voz está más grande y oscura, lo cual es asombroso para mi contextura física".
Como diva actual de su cuerda elige a la extraordinaria cantante búlgara Vesselina Kasarova, y su papel soñado es el de Salomé; "la he probado pero también me he quedado muda por algunos días, pues el problema no es la altura en la que hay que cantar, sino el tiempo, la extensión en que hay que sostenerse en esa tesitura. "Salomé" es una ópera insoportablemente linda, es algo absolutamente embriagador... pero que yo no puedo cantar".
Nidia Palacios tiene facilidad para las coloraturas, adora el rol de La Cenerentola (la cenicienta) "¡porque eso de convertirme en princesa me fascina!", y le resulta bienvenido todo el bel canto, en especial Bellini, Mozart y Rossini, "el salvador de las mezzo", según acota al comentario.
La revancha de las mezzo
-Cecilia Bartoli, Vesselina Kasarova, Anne-Sophie von Otter, Jennifer Larmore, Magdalena Koczena... en los últimos años viene dándose un fenómeno de una antes inédita popularidad de las mezzo, por el cual parecen haberse convertido en las nuevas divas del mercado. ¿Se produjo una especie de revancha contra el estrellato de las sopranos?
-Las mezzo tenemos un repertorio menos rico, más limitado (de lo que para soprano hay 20, para mezzo hay sólo tres) y nuestro gran compositor es Rossini. El descubrió a la mezzo y mientras casi todos los otros compositores elegían como grandes divas a las sopranos, él compuso obras maravillosas para nosotras. No sé si es una revancha, pero obviamente se da que también los teatros, para decidir sus programaciones, miran cómo va el mercado y cuáles son las tendencias de lo que la gente quiere escuchar. Sería ilógico no hacerlo, y eso es claro que nos beneficia. "La cenerentola" que voy a cantar en Francfort, por ejemplo, la trajeron precisamente para darme un papel a mí. En lo personal, mi abuelo, un siciliano que lo único que se trajo de Italia fue la tradición, el amor por la música y cinco discos de ópera que infaltablemente se escuchaban en mi casa todos los domingos, fue quien me inculcó el fascinante gusto de cantar. El me acostumbró, desde chica, a ser la segunda voz y eso me divertía, era un juego cantar algo distinto... pero la verdad, y si bien nunca me molestó el hecho de no ser soprano, ¡disfruto muchísimo y encuentro fantástica esta moda de las mezzo!



