
EMI / Blue Note
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A veces se burlan de Norah Jones por hacer música demasiado tranquila, lo cual es como decir que a uno no le gustan los duraznos porque son demasiado jugosos. Pero su quinto disco marca una renovación total, gracias a la colaboración con Brian "Danger Mouse" Burton, que le aceleró el tempo y le amplió la paleta. Escuchen "Happy Pills", el alegre single que mezcla la sensualidad de "Brass in Pocket" de The Pretenders con una balada de desamor soul y un temita pop bubblegum. Es una Norah de neón. El ronroneo dulce y ahumado de Jones siempre ha sonado bien acompañado de grooves carnosos ("Soon the New Day", de Talib Kweli). Aquí, juguetea a través de la reverberación y retoza en los ritmos mid-tempo de Burton en "Say Goodbye", saboreando las palabras "portarse mal" como un nene con la mano metida en la lata de galletitas. Fue divertido escuchar a Jones, la típica chica que le presentarías a tu mamá, interpretar a una mujer caída en desgracia en el disco Rome de Burton, del año pasado. Se oyen ecos de ese proyecto en "All a Dream", una mezcla espectral de un groove dubreggae con una guitarra de spaghetti western. En las mejores canciones, el sello de Danger Mouse es más tenue. "She’s 22" pone la voz de Jones junto a briznas de guitarra y piano, y en "Travelin’ On" la acompaña un chelo gemebundo. Es un juego de equilibrios que las letras a menudo traicionan: que Jones interprete a una amante asesina es casi un exceso cómico. Pero hasta las nenas buenas necesitan vengarse algunas veces.
Por Will Hermes
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