Norma Aleandro se pone al frente de la clase
El viernes próximo en el teatro Maipo la actriz saldrá a escena con "Master Class" una obra de Terence McNally que sigue con gran éxito en Broadway en la que encarnará a la gran soprano María Callas dando una clase magistral.
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Prueba de postizos y de vestuario. Muchas horas de ensayo y de preparación vocal. Norma Aleandro anda con los minutos contados y con la agenda apretada para ofrecer notas de avance.
Hay que montarse en la historia como viene y seguirle el tren. Después de la sesión de fotos en la peluquería la única pausa la traerá el viaje en remise hasta su casa en Belgrano. Allí en su cálido living y -según lo prefiere ella- frente a un grabador se desarrolla la charla sobre "Master Class" que se estrena el viernes en el Maipo. En esta obra de Terrence McNally la actriz interpretará a María Callas dando una clase magistral.
"He dado clases afuera y aquí pero esporádicamente -dice refiriéndose a su experiencia personal como docente-. A veces hago una actividad de apoyo con algún colega profesional que tiene problemas frente a un texto o a un personaje. No más que eso.
-¿Eso tiene algún punto de contacto con la clase magistral?
-Ninguno en principio porque lo que yo hago es en privado. La clase magistral le sirve mucho más al que está mirando desde la platea que al que se sube al escenario a hacer el ejercicio. Está mucho más cerca de ser un espectáculo y presenta muchos problemas. Se está exhibiendo en público un proceso que a mi juicio tiene que ser íntimo.
-Es decir: la clase individual está más cerca del amor.
-Nunca lo pensé desde ese punto de vista. Creo que es más general: tenés que amar dar clases para poder hacerlo.
-¿Callas amaba dar clases?
-No. Hay libros y tapes sobre sus clases en la Juilliard de Nueva York. Yo no hablo de esa Callas la de las investigaciones o la de los relatos de gente que la conoció. Hablo de la Callas de "Master Class". Allí no es una buena maestra. Es rigurosísima en cuanto a transmisión de técnica. Pero no es válida la manera de transmitirla. Ejerce una crueldad sin límites y eso puede entorpecerle la vida a cualquier alumno.
-¿Te pasó como alumna?
-A los 14 años tomaba clases con Simone Garma una francesa que fue la primera que trajo ejercicios de improvisaciones del método Stanislavsky. Para colmo de las fascinaciones esta mujer hablaba mal el castellano tenía un encanto irresistible. Me hizo subir para una improvisación. "¿Usted quiere ser actriz" me preguntó después del ejercicio. "Sí" le contesté. "No sirve" me dijo y se puso a hablar de otra cosa. Después de eso floté mucho tiempo entre el suicidarme y el no suicidarme. Siempre estuve rodeada de gente del espectáculo pero así y todo no pude comentarlo con nadie. Me decía a mí misma: "Voy a ver si logro seguir engañando a todos. Voy a seguir trabajando como si sirviera para esto". Ya ves que no me suicidé pero fue muy dañino.
-Aclaremos que en "Master Class" no cantás.
-No. Las clases con la profesora Susana Naidich son para meterme en tema: no puedo corregir cosas de canto si no conozco mínimamente el asunto. Si no te sale falso y se nota en la función. Si tenés que tejer en el escenario aprendé. No vas a hacer aquel suéter pero vas a tejer con naturalidad.
-Llama la atención la acidez del humor. Callas dice cosas terribles.
-Sí es una comedia pero el destino y la vida de Callas son trágicos. En los monólogos muestra la herida a la que tapa con ese personaje tan teatral en su modo de hablar en sus gestos y actitudes. El gran acierto de esta obra es poner en medio de esa clase esos viajes a su mundo más interno. Que es trágico.
-Callas tiene feligresía de adoradores que rozan lo religioso. ¿No despierta temor ese público?
-No yo estoy deseando estrenar. Sólo tendría pánico si me pusiera a cantar porque no sé hacerlo. Aquí los que tienen cantar saben cantar. Si le tuviera miedo al público no me habría quedado en el teatro.
-En un personaje secundario aparece insinuado el conflicto entre técnicos y artistas. ¿Por qué esa relación suele ser tan difícil?
-Nací en un escenario y en una familia de actores. Hice luces clavé escenografías. A los 14 años hice una obra donde tenía que fumar. Me enseñaron los maquinistas. Muchos actores creen que los técnicos no entienden nada de lo nuestro y los tratan en consecuencia. Creo que es mucho más fácil entenderse con los técnicos si te gusta lo técnico porque entonces tenés otra manera de pedir las cosas. Al menos a la Callas de la obra no le gusta lo técnico. Todo le viene mal y cuando pide algo lo hace de un modo tal que no dan ganas de dárselo. El personaje está jugado muy en el extremo de lo que puede ser una diva insoportable.
-Parece muy tentador para cometer excesos en la actuación.
-Además de trabajar con un gran director como Agustín Alezzo me sirvió entender que lo interesante del personaje no pasa por lo cruel que es en clase. Eso se termina a los diez minutos. Lo interesante es por qué transforma toda su vida en un acto de sadismo. Los peligros están como en todo personaje fuerte: también Lady Macbeth puede terminar siendo la bruja Cachavacha. Busqué en los matices psicológicos de Callas en su alma y en su manera de respirar la vida que van mucho más allá de su comportamiento exterior. Después de todo ir a fondo es lo más divertido del trabajo de los actores.
Las bellas artes de la docencia
Agustín Alezzo el director de "Master Class" está contentísimo de trabajar por primera vez en el Maipo ("casi tan lindo como el Liceo donde iba de chico con mi madre") de volver a dirigir a Norma Aleandro y de su elenco que incluye al pianista Darío Pangrazzi y a los actores-cantantes Lucila Gandolfo Myriam Toker y Gustavo Balbuena.
Y está cansadísimo. Y lo estará aún más: ya están en proceso las puestas de "Recuerdo de dos lunes" de Arthur Miller (Andamio 90) y "El comedor" de A. R. Gurney (Lassalle) con Pepe Soriano y María Rosa Gallo. Director. Y además docente de peso en la comunidad teatrera. Sabe de actores de categoría y de categorías de actores. No es sólo un juego de palabras. "®Master Class¯ no se puede hacer con una actriz mediana. Necesita una gran actriz."
-¿Qué diferencia hay entre una gran actriz y una diva?
-Una actriz está al servicio del espectáculo. En el caso de una diva el espectáculo está al servicio de ella.
-Supongo que para un director es diferente trabajar con una gran actriz que con una diva...
-Nunca trabajé con divas. Trabajé con primeras actrices y con buenas actrices. Me cuidé de las divas y no tuve oportunidad de sufrirlas.
-¿Callas era una gran diva o una gran artista?
-Era una gran artista un genio extraordinario que además supongo debía ser una gran diva. Me parece que el divismo es parte de la ópera.
-¿Dirigió ópera?
-Una sola vez en el `71. Se llamaba "Nazdah". Fue difícil por las condiciones de producción. No tuve ganas de repetir.
-En "Master Class" participan el pianista-acompañante y tres cantantes-alumnos de Callas. Tienen que actuar y ese trabajo nunca parece fácil para los músicos.
-Tanto los cantantes titulares como sus reemplazantes y el pianista son gente estupenda. Tuvieron que pasar una prueba actoral y lo hicieron muy bien. Es cierto que no es fácil pero trabajaron mucho para estar a la altura.
-¿Qué le interesó de la obra cuando la leyó por primera vez?
-Creo que el último pensamiento de la obra pasa por la reivindicación del arte. Sigue siendo necesario para la sociedad por encima de las neuras de los artistas.
-¿Un buen actor es necesariamente un buen docente?
-Son dos artes distintas. Una cosa es actuar; otra enseñar actuación. Ambos oficios no tienen por qué ir necesariamente de la mano.
-Como alumno ¿alguna vez la pasó mal con algún maestro?
-No para nada. Hedy Crilla que fue mi gran maestra tuvo conmigo una paciencia digna de encomio.
-Viene de dirigir en un teatro independiente como el Andamio 90 y ahora está en el Maipo una de las mejores salas de Buenos Aires. ¿Cómo es ese salto?
-Toda mi carrera estuvo signada por esa dualidad. Uno de los primeros trabajos lo hice en el Payró. De ahí salté al San Martín de allí a la Sala Planeta y luego al Colón... Son condiciones diferentes. En una producción como ésta tenés todo el camino allanado. Te alcanza con pedir lo que necesitás. Cuando vas en cooperativa tenés que ocuparte de todo. Quizá por mi formación en el teatro independiente me siento más próximo a esa modalidad y cuando estoy ajeno a ella la extraño. Qué sé yo.
-Seguro que en su escuela de teatro hubo algún alumno que lo enfrentó tal como lo hace una de las alumnas de Callas...
-Sí me pasó claro. Frente a esas situaciones he tratado de ser lo más justo posible. El respeto mutuo es fundamental y siempre les digo a mis alumnos que si les molesta algo no tengan miedo de decírmelo.
-No debe ser fácil ni para una parte ni para la otra.
-Igual siempre hay que intentarlo.
Maestros y discípulos
Por Ernesto Schoo
La historia comenzaría con Sócrates y Platón continuaría con Verrocchio y Leonardo Perugino y Rafael Schumann y Brahms Liszt y Busoni Debussy y Ravel... La relación del maestro con el discípulo es vieja como la raza humana. En las sociedades primitivas el padre biológico es también el pedagogo encargado de acuciar y encauzar la mente (¿el alma?) del hijo. En las complejas sociedades desarrolladas de la tarea se encarga un especialista. Pero el azar -si es que de azar se trata- pone también a menudo en contacto a esos dos términos de una pareja tan eterna como la del hombre y la mujer. Casi no hay personalidad destacada en cualquier disciplina que no haya tenido un padre espiritual un maestro de vida. Esta condición por razones muy complejas de orden psíquico generacional y social rara vez coincide con la del padre biológico.
La televisión por cable muestra a menudo en los últimos años a artistas famosos -músicos sobre todo: pianistas cantantes directores de orquesta; coreógrafos también- en el trance de impartir clases magistrales a grupos más o menos numerosos de alumnos. Es una (buena) costumbre arraigada en las universidades y escuelas de arte norteamericanas. José Van Dam Isaac Stern Jorge Bolet Rudolf Serkin transmiten sus conocimientos y su experiencia a muy jóvenes aspirantes a continuarlos a sucederlos. Eventualmente a desalojarlos.
Esas clases colectivas no son el modo ideal de pasar la antorcha: resultan esporádicas tumultuosas y en fin inevitablemente superficiales por más que algunos de los asistentes atesoren recuerdos imborrables. La relación más profunda y duradera es la de una persona mayor con otra más joven en el ámbito privado donde la amistad y la admiración pueden florecer y madurar sin apuro. ¿Cómo se anuda esa relación dónde y por qué comienza en qué momento se corta el cordón? El proceso es tan misterioso e inexplicable como el de la creación artística aunque puede referirse a otras actividades como la ciencia.
Amores sublimados
Como en la definición del amor habría que recurrir al lugar común de la atracción química. La mutua elección de maestro y discípulo es una forma sublimada de amor en la que el elemento erótico como en la amistad no está ausente. Tampoco quedan fuera del cuadro la ambivalencia amor-odio latente los celos la competencia por el ejercicio del poder en la pareja el miedo a ser desplazado a la vejez y a la muerte; el riesgo de la imitación y a la vez el ansia de liberarse de un yugo asfixiante la ruptura definitiva la reconciliación póstuma o tardía.
Pero también como en el amor existe la alegría infinita del encuentro con el alma predestinada y del sentimiento de continuidad en el tiempo sin el cual la existencia humana parecería carecer de sentido. No todos los seguidores son ingratos como la Eve Harrington de "La malvada" ni todos los maestros pretenden hacer de sus alumnos réplicas sumisas de su propio desmesurado yo. Y hay otro camino aún el más transitado: la lección que se recibe a distancia a veces de siglos por el influjo perdurable de una obra hasta de una sola frase o un solo cuadro. "Uno pinta porque alguien pintó antes" sostiene Malraux. Los genios suelen ser solitarios: ni Proust ni Faulkner ni Cézanne ni Kafka tuvieron discípulos en el sentido estricto del término; pero su influencia ha modelado lo que de rescatable creó su posteridad.
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