
De fierros y violas. Luciano Napolitano evoca la increíble historia de la relación con su viejo.
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Hasta los 13 años, Luciano Heredia era sólo un chico fascinado con el rock & roll. Vivía escuchando discos de Muddy Waters, Black Sabbath, Ozzy Osbourne, B.B. King y Jimi Hendrix. Pero también se mataba con Pappo’s Blues, sin saber que Norberto Napolitano, el mismo tipo que le sacaba lustre a la viola en "Stratocaster Boogie", era su viejo. Un día, avivado por un compañero de colegio, decidió telefonear a todos los Napolitano de la guía hasta dar con "El Carpo", quien no dudó en reconocerlo. Así, Luciano abandonó el Heredia y adoptó uno de los apellidos más ilustres de la historia del rock argentino.
El próximo 25 de febrero se cumplirá un año del accidente que se produjo a la altura del km 71 de la ruta 5, en la localidad de Luján, en el que Pappo cayó de su moto y murió atropellado por un automóvil. Su último show había sido en la provincia de San Luis, en el marco del festival Los Pueblos de San Luis Cantan en el Río Quinto.
Hablar con Luciano sobre su papá no es una empresa fácil. Porque el único heredero del Carposaurio, si bien responderá todo lo que se pregunte, parece utilizar una gigantesca coraza y descomprimir cada tramo tenso de la nota con una risotada tierna y cavernosa desde su mirada de cachorro. Sí, la misma que ostentaba su padre como una marca de fábrica. Nueve meses después de aquella fatídica madrugada en la que salió por última vez a la ruta con su viejo, Luciano –hoy a punto de editar su tercer disco con Lovorne– reconoce que recién hoy puede volver a componer una canción y que ahora comienza a "caerle la ficha" de todo lo que pasó. "¿Vas a tomar café? Tomate algo más divertido, che. Pedite una cerveza", sugiere con su vozarrón intimidatorio y así pasarán las vueltas de chops y chops con una particularidad: siempre habrá un vaso de más sobre la mesa. "Esta es para el loco", dice, aunque lo termine compartiendo con el bajista de Lovorne –quien lo acompaña en la entrevista– y conmigo. Durante casi una hora, Luciano mencionará varias veces, sin nombrar, a una persona cercana a Pappo a quien acusa de dejarlo solo en el momento en que más lo necesitaba. Y solamente en esos pasajes logrará concentrar la atención sin dispersarse, tal vez ayudado por la bronca de un presente que lo atormenta y que pareciera dolerle tanto como la muerte de su viejo.
–¿Cuáles son los primeros recuerdos musicales que te ligan a tu viejo?
–"El tren de las 16" y "El tropezón". Esos son los dos temas que me ligan directamente a él. Con "El tren de las 16" descubrí a Pappo’s Blues, antes de saber que Pappo era mi viejo y sin conocer la carrera artística que él tenía. Yo sólo sabía que tenía un padre, que vivía allá, y listo. Mi vieja siempre laburó y cuando fue el momento de tomarme un bondi por mis propios medios, fui y busqué a mi viejo sin saber que él era el de "El tren de las 16". Cualquiera.
–Es decir que ya el primer encuentro fue musical...
–Sí, pero el primer encuentro fue en Halley. Una vez hubo un intento de encuentro en el Viejo Correo, pero creo que me quedé dormido o me pasé con el bondi o… me quedé despierto [risas]. El otro día me decían que en el barrio se comentaba que el loco me dejaba encerrado en una pieza con la guitarra y el grabador. ¡Y era verdad! Pero yo no me daba cuenta. El me dejaba la guitarra y me decía "sacate todos estos temas" y se iba a la mierda. Y yo sacaba temas de Otis, Rush, B.B. King, Muddy Waters, Jimi Hendrix, Albert King, Freddie King, Johnny Winter. Esto ponelo, boludo, eh, que después no me voy a acordar. Ah, también me dejaba discos de los Allman Brothers. Y no me quiero olvidar de Steve Vai, Ozzy Osbourne, Black Sabbath, Dio, Megadeth, Riff, Pappo’s Blues, que sé yo, un montón. Pero todas bandas de rock, no esas que dicen que son de rock y tocan cumbia o cualquier otra cosa.
–¿Qué cosas le gustaban a Pappo del rock y qué cosas no?
–Lo único que te puedo contar son las cosas que compartíamos juntos, que son sus pensamientos puros, pensamientos Napolitano, como eso de que "si estás en una banda de rock, tenés que sonar como rock", porque el rock es un estilo de vida. Si a vos te gusta el rock & roll, en el living de tu casa tiene que haber una sala de ensayo, y en la cocina, una cocina [risas]. Y si vos entrás en una casa normal hay una televisión, una videocasetera y una radio. Yo tengo una casa chiquita y sólo hay equipos y casetes y un grabador, no hay televisor, radio, ni nada que me comunique con el mundo exterior. A mi viejo le jodían las bandas que dicen que son de rock y que no tocan rock, eso le jodía. Porque el rock abarca muchas cosas, como el heavy metal, no como el reggae, el ska y esas porquerías.
–¿Cómo ves el accidente y todo lo que se dijo sobre tu viejo a la distancia?
–Con el accidente de mi viejo quedé medio tololo y no me carbura bien la cabeza, viste. Encima tuve una mala experiencia por todo lo que pasó con alguno de los que quedaron. Pero no fue mucha gente, fue una sola persona, pero no la voy a nombrar porque no merece ser nombrada. Mirá, el tema del accidente de mi viejo estaba con secreto de sumario y nadie nunca dijo nada, ni yo ni mi novia, que declaró una sola vez y ni a mí me contó lo que vio, porque ella fue la que prácticamente presenció el accidente. Y esta persona armó todo un puterío sin saber nada, porque nadie habló. Entonces, la verdad es que la pasé bastante mal. Encima, sobre llovido, mojado, porque teóricamente vos sos el que me tiene que comentar "cómo sigue todo esto". Y esa persona me dejó en banda, se afanó una guita que estaba encanutada en un lugar que solamente Gonzalo Cordero, que era el asistente personal de mi viejo, sabía, además de él. Y actualmente Gonzalo Cordero está laburando con nosotros y no tiene ni para comer. Y si éste estuviera de nuestro lado, nosotros estaríamos laburando, pero es un traidor. Para que te des una idea, se llevaron el cuerpo de mi viejo sin mi firma, y el único heredero soy yo. Y toda esa matufia fue de ese garca que me tendría que haber dicho para dónde tenía que ir, y hoy estoy yendo para dónde voy gracias a los amigos de mi viejo que quedaron y no gracias a ese hijo de puta que no vamos a nombrar, pero que todos sabemos quién es… Mirá, recién ayer hice un tema: "Esas tetas me miran". Y hoy, recién después de ocho meses, me cae la ficha de a poquito y me voy enterando de cosas. De paso aprovecho y te las cuento a vos.
–¿Cómo manejaste todo lo que se veía por televisión?
–Te digo la verdad: ninguno de mis amigos me dijo lo que vio en la televisión y no creo que mis amigos hayan visto algo. No sé lo que pasó en la tele ni en la radio ni lo que se decía. Lo único que sé es que pueden haber dicho cualquier boludez, como siempre dicen. Por lo demás, la causa está en secreto de sumario. Todo lo que puedan decir es todo verso, porque de mi boca y de la de mi novia no salió nada. En una oportunidad, vi algunos testimonios de gente que hizo declaraciones y todas las declaraciones son distintas. Además, era de gente que estaba en un cabaret, y que yo sepa en un cabaret no venden leche condensada. Entonces salió un pelotudo diciendo que me había tomado tres litros de vino en diez minutos y no sé como hice. Creo que ni un vaso de cerveza me tomo en ese tiempo. Y ése es al único que todavía no me lo crucé.
–¿Por qué creés que su último disco tuvo tanta repercusión?
–Eso fue porque encontró un chabón copado como el Corcho [Rodríguez]. Lo que me sorprende son los caraduras que pusieron tanta guita ahora, después de que él se murió, cuando él estuvo mucho tiempo pidiendo que lo reconozcan por la carrera que tuvo. A mí me decía: "Estos guanacos recién cuando yo me muera me van a reconocer, acordate". Y hoy me acuerdo. El se lo decía a todos los amigos. Quería entrar en un par de compañías y, hasta donde yo sé, la única compañía que le dio cabida fue Pop Art. Así que si hay alguna compañía que yo puedo reconocer como totalmente genuina, fue ésa, porque le dieron bola al loco y le reconocieron todo el laburo en vida y no ahora, porque es fácil hacerlo cuando él no está...
–¿Te quedás con alguna época musical en particular?
–Sí, con la de Blues local. Con Black Amaya en la batería y haciendo temas de Javier Martínez. Hablé hace poco con Javier y me dijo que va a participar en el tributo a mi viejo y que estaba muy enojado con todos los que hacían tributos al Carpo y no lo invitaban a él. Sé que hay mucha gente que me llamó para hacerle un tributo a Pappo pidiendo mi apoyo y yo les pido disculpas, porque no tuve la fuerza de hacerlo, y recién ahora tengo un poco de aire. Por eso, con el primero que hablé fue con Juanse [será el productor artístico del próximo disco de Lovorne] y él me sugirió a Javier Martínez, al que le comenté que Blues local era mi preferido.
–¿Pappo admiraba a algún músico?
–Sí, a Javier Martínez. Siempre me hablaba de Javier Martínez. Lo imitaba mucho, le imitaba la voz y lo hacía de una manera tan graciosa que era como un personaje que ya tenía dentro de él. Ibamos con el auto, por ejemplo, escuchando "Seres", un tema de Lovorne que habíamos compuesto con mi viejo, y me decía: "Estas cosas las hablábamos con Javier Martínez" [imita la voz del ex Manal]. Y el otro día lo escuché por primera vez a Javier Martínez por teléfono y me acordaba cómo lo imitaba mi viejo… Creo que también lo admiraba mucho a Alejandro Medina. Y me decía que Iorio estaba cantando cada vez mejor. Además era muy admirador de Osvaldo Civile. Yo tengo una guitarra que me regaló mi viejo que la tuvo Osvaldito Civile antes de su fatalidad. Y esa guitarra se la había comprado mi viejo al violero de Metallica cuando vino a la Argentina. Después la usó mi viejo un par de veces hasta que un día se rayó y la partió en el escenario porque se calentó con un acople. Sabés, mi viejo tenía un tatuaje de un vikingo con un hacha con cara de calavera y ese tatuaje se lo había hecho Osvaldito Civile.
–¿Salías mucho con él?
–Mirá, a vos te cuenta un pibe las salidas que tiene con su padre y te dice que fueron al Tren de la Costa, después al Paseo Victoria de Tigre, o que comieron en McDonald’s. Las salidas con mi viejo… no te las puedo contar [risas]. Yo salía tres veces por semana con él. Siempre venía, me capturaba cinco días y yo decía "chau, vieja". Le tiraba un par de mangos a la vieja para calmar la bronca y nos íbamos de gira. Es más, hasta la ha mangueado bastante, sin necesidad. Qué hijo de puta que era [risas].
–¿Estás organizando un tributo?
–Sí, hay un proyecto para hacer un monolito de 2,5 metros por 1,5 de concreto con una letra de mi viejo que es "Desconfío de la vida", con unos escapes que quedaron en el taller de Luján donde él siempre iba y con una réplica de guitarra que todavía no tengo. Vas a venir por la ruta y vas a encontrar una entrada; parás el auto, bajás, leés la letra y vas a ver: "Norberto Aníbal Napolitano 1950-Para siempre". Y nada más, sin firma, ni emblema municipal ni nada. Todo esto lo estoy organizando con un concejal, el intendente de Luján y los chicos del taller mecánico Raza Fuerte, que es el taller donde pasamos los últimos momentos con el loco. También participa el Rata, que era el mejor amigo de mi viejo. A esto se va a sumar Corcho Rodríguez y Eduardo Linares en la producción. Esta es una idea que salió de Teté y de Gaby, de La Renga. Y entre las bandas de rock que participen vamos a hacer un tributo totalmente gratuito el 24 de febrero de 2006. A partir de las seis de la tarde van a empezar a tocar grupos de todo tipo, como gente de Intoxicados, de La Renga, de Lovorne y músicos que tocaron con mi viejo. ¿Sabés que hay gente que está vendiendo calcomanías por un supuesto monumento a Pappo que sería una guitarra de veinte metros? Es una estafa. Les quiero decir a esos que no hay ninguna guitarra grande para Pappo, porque ninguna guitarra fue grande para él. Todas le quedaban chicas.




