Con agenda completa entre cine, teatro y televisión, asegura que también está en sus planes tener otro hijo
La vida le sonríe y ella le devuelve la sonrisa. Brenda Gandini (32) atraviesa un gran momento y se nota. Es que además de estar con muchísimo trabajo (acaba de estrenar Las Ineses y el jueves 27 llega a los cines Resentimental; está haciendo Pieza plástica en el San Martín y tiene un papel importante en Amar después de amar, la nueva ficción de Telefe), lleva seis años de amor con Gonzalo Heredia (34), su “compañero de vida” y el hombre con quien se convirtió en mamá de Eloy (5). “Estoy feliz con todo lo que va pasando. Esta es la relación más larga que tuve, la que me invitó a darle forma a mi familia y estoy muy agradecida con lo que la vida me va trayendo”, confía la actriz a ¡Hola! Argentina en un mediodía luminoso como su presente.
–Se te ve en eje. ¿Te sentís así?
–Sí. Soy lo que soy y no trato de aparentar nada. No estoy creando un personaje a la hora de ser Brenda. Voy por la vida tranquila y no soy tan confiada: necesito observar a las personas porque cuando me vinculo, lo hago desde la verdad. En algún punto, me siento de cristal: las cosas me afectan y por eso trato de estar serena.
–¿Creés que la maternidad ayudó en ese sentido?
–Ser mamá me acomodó. Con la llegada de Eloy perdí la inseguridad, la incertidumbre y proyectar tanto, algo que te impide disfrutar del presente. Aprendí a correr el ego y a concentrarme en lo importante: ya no pierdo el tiempo en cosas que no valen la pena y lo que más me interesa es estar bien para ese ser que di a luz y que trajo luz a mi vida.
–¿Qué cosas dejaron de importarte?
–Abandoné los vínculos que no son saludables. Aprendí a cortar por lo sano. Ya no puedo “caretear” una situación que no me gusta. No me callo nada y sólo riego los vínculos que me dan paz.
–¿Y a qué le prestás atención hoy?
–Al bienestar de Eloy y al de mi familia, que son clave para mí. Lo que más me importa es que mi hijo se sienta amado, contenido y que crezca bien. Presto atención a que le vaya bien en el colegio, a sus gustos y a sus necesidades. Traer un hijo al mundo es una gran responsabilidad y es importante para su crecimiento que lo acompañemos y le demos el sostén que necesita para sentirse armado frente a la vida.
–¿Qué entendiste de tu mamá cuando nació Eloy?
–La paciencia. Cuando un hijo llega a tu vida, tenés que aprender a organizarte. Como madre que trabaja, necesito saber que en casa todo está bajo control cuando no estoy. Me importa que Eloy se quede con alguien que quiere y que haga las actividades que le gustan.
–¿Cómo es Daniela [Cardone] como abuela?
–Es una abuela muy presente. Con Eloy tienen una relación muy particular y adora que le diga ‘Daniela’ en vez de abuela. Son muy compinches. Él va mucho a la casa de mamá, juegan y lo pasan muy bien. Mamá le muestra su música preferida y cuando viene de visita a casa, trae sombreros y cosas para que él se disfrace. Mi mamá es una niña eterna y conectan muchísimo por ese lado.
–¿Y cómo es Eloy?
–Muy sensible, compañero y se porta muy bien. Es estructurado y exigente consigo mismo: en el colegio quiere hacer todas las cosas bien. Lo veo muy transparente y me encanta que pueda hablar y expresar lo que le pasa. Ahora, a sus 5 años, tiene que empezar a vivir sus cosas y, aunque yo sufra como mamá, tengo que dejar que viva sus propias experiencias. Por eso, me concentro en prepararlo para la vida y en hablarle de todo.
–Ahora que está más grande, ¿qué cosas te sorprenden de él?
–Me cela bastante. El otro día nos vio dándonos un beso con Gonzalo en la cocina y nos preguntó muy sorprendido: “¿Por qué se ‘amoran’?”. Nos pareció hermoso que viera que sus papás se aman y le explicamos que él nació porque nosotros nos amamos.
–¿Qué actividades suelen hacer con Eloy?
–Adora leer con su papá y escribir a máquina. Por suerte, juega mucho afuera o con sus juguetes y no le presta atención a la Play. Ahora conecta más con Gonzalo y yo estoy para cuando se enferma o para cuando necesita algo. Su papá es su confidente: con él habla de las chicas que le gustan y a mí me divierte ese código de masculinidad que tienen.
–Con Gonzalo ya llevan seis años. ¿Qué te sigue enamorando de él?
–Al principio, lo nuestro fue atracción física. Hoy lo que más me enamora es su personalidad: es una persona inquieta, en constante movimiento y admiro su capacidad para progresar. Está en la búsqueda, le interesa seguir creciendo y eso me atrae muchísimo.
–¿Cómo mutó el amor desde que están juntos?
–Estar en pareja es una negociación, que después de seis años tenemos aceitada. Con Gonzalo tenemos mucho diálogo y tratamos de hablar todo lo que nos pasa. Creo que nuestro amor fue mutando para un bien y se fue consolidando a lo largo del tiempo. Eso, sin embargo, no quita que no seamos una pareja como cualquier otra, con sus peleas, sus momentos buenos y sus crisis, que son necesarias para volver a elegirnos.
–¿En qué momento están ahora?
–¡En uno muy bueno! [Se ríe]. Hay mucho amor y confianza entre nosotros y cada uno le permite al otro hacer lo que tiene ganas. Yo no estoy diciéndole a Gonzalo “no hagas tal trabajo” o “no hagas tal cosa”. Él hace lo que quiere, cuando quiere, con sus amigos y yo también. Tenemos una vida más allá de la pareja. Sin darnos cuenta, nos elegimos para formar esta familia hermosa que somos y la cuidamos sin dejar de ser dos personas independientes. Estar con alguien implica un compromiso y hay que “laburar”.
–¿Cómo es estar con un “galán de novela”?
–Yo no lo vivo así porque cuando llega a casa, es mi amor y punto. Cuando salimos me doy cuenta de lo conocido que es. Por suerte, las mujeres que se le acercan lo hacen con mucho respeto y eso hay que decirlo… Lo que despierta en ellas es parte del juego y si te dedicás a esta profesión es porque te gusta ese feedback. Conozco el ambiente, lo conozco a él y no me molesta que sea un hombre deseado porque, en general, hay mucho respeto.
–¿Las mujeres enloquecen cuando se dan cuenta de que es él?
–¡Un poquito! Pero me la banco… Escuchar las cosas que dicen de mi marido sin que se den cuenta es muy gracioso. Les digo: “Hola, chicas, ¿qué tal?”. ¡Y se me ponen rojas! [Se ríe]. Lo llevo bien, jamás haría una escena de celos porque una chica guste de él. Si me preguntabas antes, sí: era más celosa y me incomodaba que trabaje con alguien lindo, por ejemplo. Entendí que los celos no te llevan a ningún lugar interesante. ¿Qué ganás siendo celosa? Hacerte mala sangre. Es un juego complicado, una espiral de la que es muy difícil salir después, por eso trato de no engancharme en esas situaciones y aceptar que hay cosas que pueden pasar… ¿Quién tiene asegurado el amor? Nadie.
–¿Casarse está en sus planes?
–Lo charlamos de vez en cuando. Nos gustaría algo chiquitito, muy íntimo y lo haría por la celebración en sí misma porque no necesito “legalizar” nuestra relación. Sería más bien una excusa para celebrar la familia que formamos juntos…
–¿Les gustaría darle un hermano a Eloy?
–Me encantaría, pero no por el momento. No quiero que Eloy sea hijo único: quiero que conozca el lazo de hermano. Si pudiera elegir, me gustaría que fuera una nena para tener la oportunidad de conocer ese universo que todavía no experimenté. Aunque no lo estamos buscando, si viene está todo bien. Además, Eloy muere por un hermanito.
- Texto: María Güiraldes
- Fotos: Tadeo Jones
- Producción: Laura Fernández
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