Damián de Santo y Martín Seefeld: las recomendaciones para el “levante”, la amistad de más de 30 años y sus historias de amor
La dupla de actores brilla arriba del escenario y causa furor con un nuevo proyecto de comedia
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Martín Seefeld y Damián de Santo comparten la vocación, la picardía y el sentido del humor. Su amistad lleva más de tres décadas aunque el momento exacto en que se formó el vínculo es, según sus protagonistas, de dudosa confirmación: “Somos amigos hace 32 años”, apunta de Santo. “¡No, más! ¡Si viniste a mi casamiento con Valeria y estoy con ella hace 35!“, remata Seefeld justo antes de que juntos se sienten a conversar con LA NACION.
Así, con liviandad y con la complicidad de más de tres décadas de vida compartida -el mismo tiempo que llevan casados- los actores montaron Una clase especial, un espectáculo con el que salieron de gira por distintos puntos del país y que derivó en cápsulas para redes sociales que causaron furor entre sus seguidores. En los clips, los artistas retratan en tono de comedia “los mejores tips para el amor” de dos amigos separados.
Dentro del universo cómico que relatan en sus redes, los actores exploran conceptos como la pareja abierta y las diferencias dentro de la monogamia y la convivencia. En la vida real ninguno de los dos está separado y supieron construir un código propio en sus matrimonios: De Santo, que está casado hace 24 años con Vanina Bilous, contó que ambos viven en casas distintas, mientras que Seefeld reveló los secretos para mantener viva la pareja con la madre de sus hijos, Valeria Giuliani.
—¿Cómo surgió esta amistad que logró mantenerse a lo largo de los años?
Seefeld:—Energéticamente somos muy parecidos. Ya fue vernos y tener buena relación. Tenemos muchas conexiones, la forma en que pensamos, cómo queremos vivir y cómo pensamos la vida, la familia, los hijos, trabajar de lo que nos gusta, disfrutar eso, agradecer lo que uno vive el día a día y eso se ve todos los días en función cuando estamos por empezar. Somos agradecidos por poder vivir de este oficio tan hermoso que tenemos. Es una bendición estar arriba del escenario y que la gente te venga a ver y que te vaya bien.
—¿Se consideran optimistas?
De Santo:—Somos gente lógica. Siempre estamos propositivos, siempre a favor. Y eso es haya 100 personas o haya 1000. Me parece que esa es la actitud que nosotros tenemos frente al laburo y eso es lo que nos une: el hecho de que pensamos igual en ciertas cosas fundamentales.
Seefeld:—Nosotros hacemos la función con la misma energía sea para 100, para 50 o para 1000. Entonces, eso es algo que filosóficamente para mí es muy importante. Somos muy divertidos también en la vida.
De Santo:—Él [Martín Seefeld] tiene un humor un poquito más picante que yo.
Seefeld:—Nos compensamos muy bien. Y eso se ve arriba y abajo del escenario. Lo que pasa es que yo me escondo atrás de las arrugas, entonces parece que fuera serio, pero no soy serio. Me gusta el humor, me río mucho, él me hace reír mucho. Tenemos un código del gruñón y del que hace las cosas mal que lo llevamos muy bien.
—¿Quién es el más gruñón?
Seefeld:—Yo soy un gruñón, él supuestamente hace las cosas mal y es todo un acting que nos divierte.
—¿Cómo define uno al otro?
Seefeld:—Él es una bomba de energía permanente y eso es maravilloso ¡Tiene energía para todo! Cuando tiene que descansar duerme como un bebé y cuando abre los ojos tiene una energía que es única. ¡Única en todos los órdenes: en cantidad, en positividad, en cariño, en respeto y en profesionalidad! ¡Más que cualidades tiene virtudes! Eso para un trabajo como el que nosotros hacemos es muy importante, sobre todo haciendo gira. Viajar por trabajo es duro porque es cada noche en un hotel distinto, lejos de tu casa, lejos de tu comodidad, de tu familia, de tus afectos. Toda esa actitud que él tiene y que yo también tengo hace que hayamos conformado una dupla muy buena para trabajar.
—¡No seas falso, decime algo de él que no esté tan bueno! (risas)
Seefeld:—Es más fácil pelearte conmigo que con él.
—Algún roce tuvieron que haber tenido en treinta años de amistad...
De Santo:—A Martín yo le admiro su capacidad de dosificar la energía, porque él tiene la misma que yo, pero la supo dosificar.
Seefeld:—Él tiene una gran capacidad de adaptación; mirá que yo tengo capacidad de adaptación, pero él la duplica. Entonces estamos muy al servicio del otro. Por ahí estamos haciendo 200 kilometros juntos y hay que ponerle onda. Para mí la amistad es el amor sin sexo.
—¿El matrimonio después de tanto años también?
De Santo:—Sí, sí, de hecho, sí, quédate tranquila (risas).
Seefeld:—Cuando pasan los años el sexo baja bastante, pero es con todos los colores cuando sucede (risas).
—¿Es muy difícil trabajar en una dupla?
Seefeld:—Sí, pero nos elegimos mucho. Es difícil que hubiera aceptado hacer una gira de teatro de tanto tiempo si no era con él. Hay solo dos o tres personas con las que podría hacer una gira de esta naturaleza.
—¿Quiénes?
Seefeld:—¡No quiero decir! Hoy por hoy es Damián y otros actores que son amigos. Lo que pasa es que tenés que tener mucha coincidencia, no es solo amistad, porque además de trabajar juntos tenés que sumarle la convivencia.
—¿Cómo se sintieron llevando Una clase especial por distintos puntos del país?
Seefeld:— ¡Teníamos las salas llenas del interior! La gente está necesitando que vos le acerques la obra o la película al pueblo. Uno tiene que acercar la cultura ¡Y prende! Descubrimos una cantidad de espectadores enormes en el interior del país que no tienen la posibilidad de viajar a Buenos Aires por una cuestión económica o de logística y que agradecen mucho este tipo de giras. Hay teatros realmente hermosos a lo largo del país, unas construcciones que no se pueden creer.
De Santo:—Yo que vivo hace 22 años en Córdoba sé muy bien que la experiencia del teatro se agradece mucho en todas las provincias. Cuando llega una obra ves a todo el mundo en el teatro.
—¿Cómo se sienten en este nuevo formato que idearon con pequeñas cápsulas para redes sociales?
Seefeld:—Grabamos algo para divertirnos, lo publicamos en las redes sociales y de pronto empezó a funcionar. Ahí nos dimos cuenta que teníamos que indagar ese lenguaje que es distinto al teatro, pero igual de colectivo.
De Santo:—En las redes hay mucha gente nueva que llega a nosotros, muchos que ya nos vieron en el teatro y otros que no. Hay una generación que no sabe lo que hice los últimos 20 años y por ahí lo último que vieron mío fue Bake off o El primero de nosotros. Hay muchos chicos jóvenes que no ven la tele y cuando nos ven en las plataformas dicen: “Pará, a este lo tengo”. A Martín [Seefeld] lo tienen más por Los Simuladores, hay toda una generación nueva que ve la serie porque se la recomiendan los papás y también porque hay una tendencia a ver cosas vintage. De una u otra manera, ganamos público nuevo y tenemos más llegada a otra franja de edades. La producción la tuvo muy clara y supieron captar la esencia de nuestro vínculo en esos videos.
Seefeld:—Nos divertimos mucho porque son videos que están orientados a aquel tipo que quedó fuera del sistema: que se separó después de muchos años y está tratando de entender cómo se hace para volver a la conquista. ¿Cómo se para frente a lo que es la mujer de hoy, con el cambio profundo que hubo, gracias a Dios? Hay hombres que lo pudieron aceptar y hombres que no. Hay algo en esa búsqueda que da mucha risa. En el teatro las que más se ríen son las mujeres, se ríen a carcajadas.
—Ustedes formaron parte de otra época de la televisión que en retrospectiva muchas veces se la acusó de machista o de políticamente incorrecta...
De Santo:—Te puedo asegurar que había situaciones más confusas cuando trabajaba en el banco que en un canal. Yo nunca tuve relaciones sexuales en un canal. Me hubiese encantado, pero no sucedió (risas). En todos los rubros hay situaciones, se generan situaciones. Hay un imaginario sobre lo que pasa en los sets, sobre todo con las escenas románticas, pero en la realidad no es como la gente cree.
Seefeld:—El mundo cambió. Yo te voy a dar un ejemplo práctico. Esto es como en el fútbol. Había un momento en el fútbol que vos le podías dar la pelota al arquero [y este podía tomarla con las manos]. Hoy no se la podés dar. La regla cambió; cambió el mundo, cambió la regla. Entonces, vos te adaptás a las nuevas reglas. Antes, decirle una cosa determinada a una mujer era una cuestión cultural. Ahora hay cosas que está muy bien que hayan cambiado porque antes había una sociedad machista. Hoy la mujer ocupa un lugar completamente distinto y está fantástico poder entender todo esto y entender que el juego cambió. Es maravilloso porque eso es evolución. Ahora, querer comparar la tele de antes con la tele de ahora es ridículo porque eran otros códigos.
—¿Cuál es el secreto para mantener viva una pareja de tantos años como las de ustedes?
Seefeld:—No hay secretos. Creo que las parejas tienen momentos, conflictos, situaciones, alejamientos, encuentros. La pareja es un trabajo -en el buen sentido de la palabra- de todos los días. El hombre y la mujer cambian, mutan, maduran, a veces parecido, a veces no. El humor es importante. Siempre digo que al humor y al amor lo diferencian pocas letras: te tenés que divertir con tu pareja. También te pega envejecer, te pega que los pibes se vayan a vivir solos; los cambios que generás en tu vida tanto profesional como familiar, las pérdidas. Son tantas cosas las que cambian que pretender que todo siga siendo siempre igual es casi una utopía. Nosotros no somos los mismos que éramos y nuestras mujeres no son las mismas que eran y tienen el derecho de volver a elegirte o no. Esa elección es algo que vas haciendo casi permanentemente.
De Santo:—Nosotros después de mucho tiempo decidimos que cada uno viva en su casa. Mis hijos se fueron a vivir solos y combinamos entre los dos esta resolución. Hace tres años que vivimos en casas separadas pero que están muy cerquita. No hay una fórmula, es lo que uno va sintiendo y está bueno respetarlo.
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