Elizabeth McGovern: de Downton Abbey a la obra que escribió por desesperación y su rol en una de las series más vistas de Netflix
La actriz se suma al universo de Anne Rice, la gran arquitecta del vampirismo moderno, en Talamasca: la orden secreta; en una charla con LA NACION reflexiona sobre la efectividad del terror y los cambios en la industria
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Elizabeth McGovern es de esas actrices que parece que estuvieron allí siempre. Desde que debutó bajo las órdenes de Robert Redford en Gente como uno, en 1980, siempre supo cómo hacer brillar a los personajes que se cruzaron en su camino. Y los que no encontró, se los escribió ella misma.
Siempre familiar, cercana y sobre todo talentosa, pivoteó entre las tablas y los sets con una delicadeza quirúrgica y los últimos años amplió su público de manera radical: primero con su empática Cora Crawley en la serie Downton Abbey (y en sus derivaciones fílmicas), y luego en la piel de Ava Gardner en la puesta teatral Ava: las conversaciones secretas. Ahora aceptó el desafío de ampliar su repertorio y se sumó, por primera vez, al terrorífico mundo gótico de Anne Rice con Talamasca: la orden secreta, serie que estrenó en Netflix y que el próximo 26 de enero estará disponible para toda Latinoamérica por la señal de cable AMC.
En un mano a mano con LA NACION, la actriz y escritora que nació en Illinois pero se mudó a Londres por amor compartió su admiración por la gran arquitecta del vampirismo moderno. También, con tono reflexivo, contó cómo enfrenta los cambios en la industria luego de tantos años en carrera, explicó por qué decidió volcarse a la escritura y ensayó una teoría para explicar por qué el terror como género nunca pierde efectividad: “Es una vía de escape total del verdadero horror de nuestras vidas”, señaló.
Una propuesta inesperada
Cuando el libro de Talamasca: la orden secreta llegó a sus manos, McGovern quedó encantada con un mundo que, hasta ese momento, le resultaba totalmente ajeno. La serie de AMC Studios es la última pieza del universo de Rice, la escritora que se consagró primero con Entrevista con el vampiro y luego con Las Brujas de Mayfair.

La serie, creada por John Lee Hancock, sigue la historia de Guy Anatole (Nicholas Denton), un joven abogado con habilidades psíquicas que es reclutado por Talamasca, una milenaria sociedad secreta que investiga y protege a la humanidad de fuerzas sobrenaturales como las brujas, los vampiros y los espíritus. McGovern interpreta a Helen, una mujer en apariencia poderosa y disciplinada que dirige la Casa Madre de la institución en Nueva York.
—¿Qué fue lo primero que pensaste cuando llegó la propuesta?
—Me encantó el guion y me encantó el personaje. Ya conocía el trabajo de John Lee Hancock [director de Un sueño posible y Hambre de poder, entre otras películas] por las películas que había hecho, así que estaba muy predispuesta a que me gustara incluso antes de conocerlo. Y luego, efectivamente, me gustó mucho. En general, mi reacción fue completamente positiva.
—¿Cómo describirías a Helen?
—Para mí, es una mujer envuelta en misterio. Eso fue lo principal con lo que trabajé: es, de algún modo, una creación del género de espionaje. Es una extrapolación de muchos personajes que vemos en la ficción de espías, con el impermeable, el aura misteriosa, los anteojos de sol. Al principio me apoyé y abracé esos clichés del género. Pero a medida que la historia avanza, vemos que es una mujer que representa y al mismo tiempo abraza a esta enorme organización. Me fascinó el hecho de que sea a la vez defensora y víctima de ella, porque forma parte desde que era muy joven. Quiere creer que es algo bueno, pero tiene dudas. Construyó toda su vida alrededor de Talamasca, no parece tener vida por fuera de la organización y aun así, de vez en cuando, se nota que carga con dudas genuinas. Eso me resulta muy interesante.
—¿Hay algo de vos en ella?
—No creo que haya mucho, para ser honesta. No siento que yo esté conectada a ningún tipo de superpotencia, que yo sepa. Así que no, creo que es una creación bastante distinta a mí.

—¿Estabas familiarizada con la obra de Anne Rice antes de este proyecto?
—No, no la conocía. Apenas apareció este proyecto, vi Entrevista con el vampiro y me encantó. Me fascinó su ingenio, la forma de contar historias y cómo sugiere significados mucho más profundos. Eso me atrapó por completo.
—¿Cuál es tu impresión de Anne Rice como autora y como mujer dentro de este medio?
—Probablemente, lo más obvio: es una gran narradora de historias.
—¿Por qué creés que el género de terror sigue funcionando tan bien?
—Funciona porque es una vía de escape total del verdadero horror de nuestras vidas. Es más fácil de digerir porque es ficticio. Generalmente, la buena persona termina ganando, y eso te da una especie de fe que podés llevar de vuelta a la vida real. Mientras trabajaba en esto, fue un gran alivio dejar de lado el bombardeo constante de noticias y todo lo complicado y confuso que pasa en el mundo, y simplemente estar en un universo de vampiros. Fue un alivio enorme, y creo que eso mismo le pasa al público.

—Es otro tipo de horror…
—Exacto, uno con el que podemos lidiar.
—¿Te gustaba el terror antes de este proyecto?
—No, no mucho. Este proyecto tiene mucho más ingenio que muchas películas de terror más directas, y eso mantiene mi mente activa. Eso es lo que realmente me interesa.
Una actriz en constante movimiento
Como esas bailarinas que parecen flotar en el aire aunque su esfuerzo sea sobrehumano, McGovern se mueve entre mundos dispares sin perder la elegancia. A la gentil y compasiva Cora Crowley le sumó la sexy, desinhibida y malhablada Ava Gardner, la actriz de belleza clásica y libertad incontrolable que en las décadas del 50 y del 60 se ganó un lugar privilegiado en el Hollywood dorado. Con los textos y el protagónico de Ava: las conversaciones secretas, McGovern conquistó primero Los Ángeles y Londres y luego Nueva York, donde debutó en abril de este año.

—Pasaste de Downton Abbey al teatro con Ava y ahora al universo de Anne Rice. ¿Cómo atravesaste esa transición?
—En realidad, escribí el personaje de Ava para mí por pura desesperación. Tenía muchas ganas de hacer un tipo de papel distinto, así que decidí escribirlo yo. Ni siquiera sabía que podía hacerlo. Y fue una sorpresa, fue muy gratificante que después de años de trabajo duro y reescrituras se haya convertido en un proyecto exitoso del que me siento orgullosa. Luego llegó Talamasca de manera inesperada, y fue como un regalo.
—La televisión cambió mucho con el streaming. ¿Qué es lo que más te entusiasma hoy y qué te preocupa de la industria?
—Si eres alguien de mi edad, es fácil lamentar los cambios. A mí me pasa. Quiero que las cosas sigan siendo como cuando me enamoré de ellas de joven. Extraño las historias con un principio, un desarrollo y un final que suceden en una sola noche, y al público reuniéndose fuera de sus casas para vivir algo juntos. Dicho eso, los tiempos cambian, y que sea diferente no significa que sea malo. Hay algo maravilloso en crear historias y personajes que entran en los hogares durante largos períodos y que crecen y cambian con los años. Es una oportunidad extraordinaria. Me guste o no, así es como se cuentan las historias hoy, así que hago lo posible por aceptarlo.
—¿Te sentís más cómoda en el escenario o frente a cámara?
—Para ser sincera, me gusta ir y venir entre ambos. Creo que es bueno mezclar y desafiarte con distintas disciplinas.
—Durante 16 años le diste vida a Cora Crawley. ¿Cómo explicás el fenómeno de Downton Abbey?
—Sinceramente, todavía no lo entiendo del todo. Creo que apareció en el momento justo y fue una suerte extraordinaria. Todavía era una época en la que la gente se sentaba a ver un programa el mismo día y a la misma hora. Para muchos se volvió un ritual de los domingos. Es difícil de creer ahora, pero así era. Ofrecía una escapatoria hacia un mundo más amable, que no cambiaba tan rápido y sin la tecnología que tenemos hoy. La gente se encariñó con la serie y con lo que representaba en sus propias vidas en ese momento. Eso generó un efecto bola de nieve. No se puede planificar, es pura suerte. Una sorpresa muy linda.
—¿Cómo fue ese adiós final? ¿Creés que los fans de Downton Abbey te van a seguir en Talamasca?
—No lo sé, pero obviamente esa es la esperanza. De algún modo es similar: es otro mundo imaginario, con sus propias reglas y sus propios elementos para explorar. No gira todo alrededor de mi personaje. Eso también pasaba en Downton Abbey, así que veremos.

—Como actriz y también como escritora, ¿qué tipo de historias sobre mujeres te interesan más hoy?
—Cualquier historia sobre mujeres que no se vea muy seguido. Siempre me entusiasman cuando aparecen. Para mí fue revelador descubrir que podía escribir algo para mí misma, aunque haya sido más tarde en la vida. Espero tener otra oportunidad, porque muchas veces nadie más lo va a hacer por vos.
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