Hay años memorables. Y este ya lo es, sin dudas, para Hilario Ulloa (32). El reconocido polista no sólo ganó el US Open en Palm Beach –venció a Valiente, el team favorito, liderado por los dos mejores polistas del mundo, Adolfo Cambiaso (43) y Facundo Pieres (32)–, sino que tuvo una destacada actuación en su paso por Inglaterra.
Ya de vuelta en el país, donde está a punto de arrancar la temporada de alto handicap, acomodó su agenda de manera tal de poder disfrutar por primera vez después de mucho tiempo de un invierno en la montaña. "Hacía años que no me tomaba vacaciones en agosto porque por lo general, esos meses juego en Estados Unidos y Europa. Por suerte se nos dio y nos fuimos a Chapelco", cuenta el diez goles que tras su paso por el equipo Alegría, hoy se prepara para conquistar la Triple Corona junto a Las Monjitas, su nuevo dream team integrado, además, por Guillermo Caset, Facundo Solá y Julián de Lusarreta.
Desde su campo de Lincoln, Ulloa recuerda la experiencia en las pistas nevadas de San Martín de los Andes con su mujer Clara Ferraiuelo (32) y sus hijas Lavinia (4) y Ámbar (2). "Con mi familia esquiamos por primera vez y nos enamoramos de la montaña. Las chicas no conocían la nieve, así que para ellas fue casi mágico. En lo personal, me gusta el deporte, entreno todo el año, pero el esquí era todavía un mundo completamente desconocido para mí. Y me encantó", dice.
–¿Qué fue lo que más te gustó?
–Fue una mezcla perfecta de contacto directo con la naturaleza, adrenalina y familia. Descubrí que el esquí es un deporte muy lindo para hacer con amigos, para disfrutar con tus hijos y desconectarte del vértigo del día a día. Me gusta estar sin señal en el celular, es una manera de estar presente de verdad con lo que está pasando. Y me parecen muy lindos esos momentos que se generan después del esquí, por la noche, donde todos estamos juntos, cansados pero felices.
–¿Cómo lo vivieron tus hijas?
–La pasaron muy bien. La más grande fue a la escuelita y enseguida le encontró la vuelta. Me sorprendió su facilidad para aprender a esquiar. Es increíble cómo los chicos no le tienen miedo a nada. [Risas].
Soy un afortunado. Tengo un trabajo que amo, una mujer de fierro y unas hijas que adoro.
–¿Ámbar se animó al trineo?
–Sí, le encantó. También se volvió loca con un paseo tirado por perros husky siberianos. La montaña es una salida espectacular para hacer con chicos. Armar un muñeco de nieve, tomar chocolate caliente, esquiar… Todo resultó una aventura para ellas. Verlas disfrutar tanto fue lo más lindo del viaje.
–¿Qué actividades compartís con tus hijas?
–Todo. Las vacaciones, las idas al campo, los caballos. Me gusta verlas divertirse, que sean felices haciendo lo que les gusta.
–¿Cómo definirías tu presente?
–Siento que soy un afortunado, tengo todo lo que siempre soñé; no le puedo pedir más nada a la vida. Tengo un trabajo que amo, una mujer de fierro y unas hijas que adoro… Creo que tengo una vida perfecta. Estoy muy contento con todo lo que logré en mi carrera, pero sigo soñando con ganar algún día el Abierto de Palermo. El día en que lo haga, voy a sentir que toco el cielo con las manos.
Me sorprendió [la] facilidad [de Lavinia] para aprender a esquiar. ¡Es increíble cómo los chicos no le tienen miedo a nada!
–Después de brillar en el exterior, ¿cómo sigue tu agenda?
–Tengo todas las fichas puestas en Las Monjitas. Estoy muy ilusionado con el nuevo proyecto. Ojalá que todo el trabajo y el esfuerzo de los últimos nueve meses, de montarnos, organizarnos y conseguir los caballos, dé sus frutos esta temporada.
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