Semblanza de un hombre que hizo historia a lo largo de sus 39 años en el trono; mirá el especial multimedia
Juan Carlos de Borbón y Borbón –rey de España bajo el nombre de Juan Carlos I durante treinta y nueve años– protagonizó el sexto reinado más largo de la historia de España y es el soberano que más tiempo estuvo en el trono desde 1746. Un largo camino de rosas y espinas que empezó en 1948. En ese entonces, el nieto de Alfonso XIII tenía 10 años cuando, el 8 de noviembre, bajó del tren Lusitania Exprés en una estación de las afueras de Madrid. Llevaba pantalón corto y tapado. Cuando llegó a Las Jarillas –sería su primer hogar y, también, su colegio– tenía lágrimas en los ojos, pero no las dejó caer hasta meterse en su cama. Su padre le había dicho que era el único lugar donde podían llorar los Borbones.
"Mi ingreso en el internado fue el adiós a mi niñez. Mi padre prohibió a mi madre que me llamara por teléfono en los primeros catorce días. Lejos de mi familia, aprendí lo que es la soledad, un fardo muy duro de soportar. No era crueldad por su parte y menos todavía falta de sensibilidad, pero mi padre sabía, como yo lo supe más tarde, que los príncipes deben ser educados con firmeza si se quiere hacer de ellos hombres responsables, capaces de soportar algún día el peso del Estado… El tenía un profundo sentido de la realeza. Veía en mí no solamente a un hijo, sino al heredero de una dinastía", cuenta Su Majestad.
Cronología de dos reyes: la vida de Juan Carlos y Felipe de Borbón
Desde la humildad de esa soledad aprendida, el príncipe tuvo una enorme predisposición en complacer a los demás. Fueron meses en los que miraba con nostalgia al infinito, disfrutaba de la lectura de Platero y yo y movía con estrategia las piezas del ajedrez. Como el joven que era, se dejó entretener por los caballos, los deportes, la caza y la fotografía. Extrañamente, lo fotografiaba todo… Como si quisiera fijar premonitoriamente la memoria del camino que tendría que recorrer hasta ser Rey. Porque si hay algo de lo que estaba seguro "Juanito" era que un día sería Rey.
Desde su llegada a España hasta la muerte de Franco –veintisiete años más tarde–, la suerte de la dinastía siempre estuvo por encima de las necesidades o deseos del príncipe, que, por supuesto, no existían. Los Borbones debían recuperar su trono y no sería de cartón, como decía una de las canciones de la época.
Tras finalizar el colegio, Juan Carlos entró en la Academia de Zaragoza con 17 años. "Algunos pensaron que yo era un niño mimado por el destino, una especie de hijito de papá o un habitante de otro planeta. Tuve que imponerme con los puños para convertirme en uno de ellos". La muerte accidental de su hermano Alfonso cambió para siempre su mirada. "Soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de fiera. Soy el novio de la muerte que va a unirse en el lazo fuerte con tan leal compañera". El príncipe cantó con frecuencia este himno que quedó unido a él para siempre.
El 15 de diciembre de 1955, Juan Carlos hizo su juramento a la bandera. Y cuatro años después, el 12 de diciembre de 1959, el futuro Rey se graduó en las tres armas con el grado de teniente. Tuvieron que pasar, sin embargo, diez años más para que se despejara la incógnita sobre el futuro que España reservaba a los Borbones: el 22 de julio de 1969 fue designado sucesor de Franco, con el título de Rey.
LA BODA DEL SIGLO
Se celebró el 14 de mayo de 1962, en Atenas, y contó con las más ilustres personalidades: en total, 143 miembros de 27 monarquías. Los entonces príncipes, Juan Carlos y Sofía, se conocieron en el verano de 1954, a bordo de la embarcación Agamenón, en un crucero organizado por la reina Federica de Grecia, y aunque se habían vuelto a encontrar en varias ocasiones, no fue –como diría la propia Sofía– "hasta la boda de los duques de Kent cuando el protocolo hizo bien las cosas, y me asignó a Juan Carlos por caballero acompañante".
En 1961, ¡Hola! anunció el compromiso de los príncipes con una tapa en la que aparecían ambos tomados del brazo en los jardines del palacio de Tatoi, la residencia de los reyes helenos… Meses antes, en el palacio de Mon Repos, en la isla de Corfú, como diría la reina Federica en sus memorias, "Sofía y Juanito decidieron unir sus vidas para siempre". Una boda que se celebró por dos ritos: el primero, católico, en la Catedral de San Dionisio. El segundo, ortodoxo, una hora más tarde, en la Catedral de Santa María.
A fines de febrero de 1963, los recién casados –que viajaron durante cuatro meses por los mares del mundo– ya se habían instalado en La Zarzuela. Los primeros años de matrimonio transcurrieron tranquilamente. Llevaban una vida austera, aunque feliz. Habían decidido contra todo pronóstico quedarse a vivir en La Zarzuela. Situado en los montes de El Pardo, el edificio era el lugar perfecto para dejar pasar el tiempo mientras los chicos crecían: la infanta Elena (1963), la infanta Cristina (1965) y el heredero, Felipe de Borbón (1968).
Con el nacimiento de Felipe, la reina Victoria Eugenia –mujer del Alfonso XIII– regresó a Madrid. Era el 7 de febrero de 1968. Durante el bautismo, en el que actuó de madrina, la Reina buscó el momento apropiado para dirigirse a Franco: "Esta es la última vez que nos veremos en vida. Quiero pedirle algo: designe Rey de España. Elija. Hágalo en vida. Si no, no habrá Rey. Que no quede para cuando estemos muertos. Esta es la única y última petición que le hace su Reina". "Serán cumplidos sus deseos, Majestad", respondió el general.
UNA MONARQUIA PARA TODOS
Siete años después (22 de noviembre de 1975), Juan Carlos cumplió el compromiso histórico de devolverle la ilusión al pueblo español. El sueño se hizo realidad: una monarquía para todos. Juan Carlos de Borbón juró ante las Cortes como Rey, en un acto solemne equivalente al de la coronación, ceremonia que no está contemplada como tal en España. "Sí, juro", dijo Juan Carlos I, Rey de España. Se inició así una nueva época, ratificada con la firma de la Constitución en 1978.
El 14 de marzo de 1977, en un acto histórico celebrado en La Zarzuela, en presencia de sus familias y el ministro de Justicia, Landelino Lavilla, el padre del Rey, Juan de Borbón, leyó su discurso de renuncia a los derechos dinásticos y le cedió a su hijo la jefatura de la familia y Casa Real de España: Juan, conde de Barcelona, quería disfrutar de la vida.
El príncipe se convirtió en un joven rey que trabajó día y noche junto a Sofía en el gran proyecto soñado por su padre. Sus hijos crecieron y la infanta Elena se graduó en Magisterio, la infanta Cristina se convirtió en la primera mujer universitaria de la familia real española y el príncipe Felipe se recibió de abogado.
Una vez sentadas las bases de la democracia, Juan Carlos y Sofía hicieron foco en hacer creíble este nuevo sistema político ante los foros internacionales. Viajaron de un lado a otro del planeta para contar lo que era España y lo que pretendían que fuera en el futuro. En pocos años, rompieron los viejos prejuicios y barreras y mostraron su país al mundo como una nación libre y sólida. Lo que era del todo impensable sucedió de forma natural: el nieto de Alfonso XIII recuperó la legitimidad, la tradición histórica y, poco a poco, España se fue llenando de luz y esperanza. Pasaron casi cuatro décadas desde la proclamación de Juan Carlos de Borbón como rey de España y, sin duda, serán muchos los recuerdos y sentimientos que se agolpen en su corazón en este momento de su vida.
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