Karla Sofía Gascón, la protagonista de Emilia Pérez que echó mano a su propia experiencia para un rol que podría hacer historia

Con el personaje de Emilia Pérez en el film de Jacques Audiard que tuvo un paso exitoso por el Festival de Cine de Cannes y en la última entrega de los premios Globo de Oro, Karla Sofía Gascón abrió de par en par las puertas de Hollywood y, sin pedir permiso, se acomodó en un lugar privilegiado. De un día para el otro, su figura copó las alfombras rojas y las tapas de revista. Hoy, su trabajo está a punto de darle, si logra una nominación, la posibilidad de convertirse en la primera mujer trans en alzarse con el Oscar a mejor actriz. Ella, con la verborragia propia de quien ha vivido bastante, intenta mantener los pies firmes en la tierra. “Mi premio real ha sido hacer esta película, mientras que eso no ha sucedido. Y si sucede, pues ya veremos”, dice, y sacude con gracia la presión de sus hombros.

La indicada

Emilia Pérez es un proyecto fuera de lo común, y quizá ahí radica su impacto. Un poco comedia musical, un poco thriller y bastante de drama, el film sigue la historia de Manitas del Monte, el peligroso líder de un cartel narco de México que decide, con la ayuda de una ambiciosa abogada (Zoe Saldaña), cambiar de sexo y declarar muerto a su “yo del pasado”. En el proceso, envía a su esposa (Selena Gómez) y a sus hijos a Suiza y se convierte en Emilia Pérez, una mujer altruista que crea una fundación para ayudar a las familias de los desaparecidos de México y que, además, se enamora de Epifanía Flores (Adriana Paz).

Karla Sofía se coló en el radar de Jacques Audiard un tiempo después de que el director pusiera en marcha la preproducción del proyecto. El francés planeaba hacer una ópera y buscaba actrices de 30 años en Los Ángeles y en México. Hasta que su supervisor musical, Pierre-Marie Dru, le habló de una actriz trans española de poco más de 50 que había logrado cierto éxito en el país azteca. Cuando se unió al equipo, la película se ajustó a su medida.

Al set de Emilia Pérez Gascón llegó con experiencia: tenía en sus espaldas un título de La Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid -es oriunda de Alcobendas-, una carrera en México, una transición de género que comenzó en 2018 y un libro -Karsia. Una historia extraordinaria- donde contó ese viaje sin retorno. Emilia Pérez llegó a su vida con la madurez exacta como para poder atravesar el proceso de la mejor manera, en todos los planos posibles.

“Creo que Emilia es Karla Sofía. No sabría decir dónde empieza una y termina la otra”. Jacques Audiard fue claro en su descripción: para él, la actriz se tomó muy en serio su personaje. Para Gascón, sin embargo, la realidad fue algo diferente. “Eso es lo que le parece a él”, refuta a su director en una charla con LA NACIÓN y, le baja el precio a la comparación. “Al final obvio que tiene mucho de mí porque Emilia tiene esa fuerza, ese arrojo, esa chispa que yo le he podido dar a este personaje. Pero realmente no tengo nada que ver con ella”, insiste, y dice que lo que sucede es que, como actriz, lo que hay que hacer es “engatusar” a los directores y hacerles creer que de verdad están delante del personaje para lograr el papel. Y que en realidad ella no tiene nada que ver con el narcotráfico. “Yo creo que el hombre estaba tan convencido de que era el personaje para mí, que se cree que soy yo”, remata.

Aunque Gascón usa todo el énfasis que le entra a sus palabras para dejar en claro que ella no es Emilia, confiesa que, para componerla, echó mano a su propia experiencia. “Me agarré de una oscuridad muy grande que, obviamente, todos los seres humanos hemos tenido que pasar. Al final tengo 52 años y lo único que puedo hacer es trabajar en base a las experiencias”, explica. De inmediato, suma más indicios de su rastro en el film. “Me llegó en un periodo de madurez en el que yo pude aportarle muchas partes de mi vida. Y creo que hay una parte muy oscura que yo dejé justo de regalo para la pobre Emilia”.En ese momento, es imposible no volver a la escena de la transición de Manitas, a la propia historia de la actriz y a la pregunta sobre cómo atravesó esa experiencia que su cuerpo ya había vivido de forma tan íntima, pero en un set. “Algunos momentos de la filmación fueron terribles porque me metí demasiado en el personaje”, recuerda. “Hubo dos secuencias en especial que me tocaron mucho”, repasa, y habla primero de la escena del hospital -el momento en el que se despierta ya como Emilia- y después del encuentro posterior con uno de sus hijos. “Prácticamente me quedé a esto -dice mientras junta el índice y el pulgar- de perderme en un mundo que no era el mío. Hay que tener mucho cuidado porque psicológicamente es muy complejo”.

Una respuesta a las críticas

Con la misma intensidad que se ganó el corazón de la crítica, Emilia Pérez despertó una ola de rechazo: la extrema derecha francesa apuntó contra Gascón por ser “un hombre que ha ganado un premio a mejor actriz” cuando en el Globo de Oro se alzó con el galardón junto a Saldaña, Gómez y Adriana Paz; en México muchos se quejaron porque creen que Audiard tocó de forma superficial el problema real del narcotráfico y estereotipó a su gente y, por último, varios intelectuales -entre ellos el español Paul B. Preciado- llegaron a la conclusión de que el film en realidad es racista y transfóbico.

¿Qué mensaje nos quiere dejar Emilia Pérez? “Al final yo creo que lo único que es la película es un mensaje de esperanza”, suelta Gascón, convencida. “Hay muchas personas que dicen que no entra en profundidad o no concreta ninguno de los tantos temas que toca. Y es precisamente esa su virtud. No es una película con moralina en la que se te diga qué es lo que el público tiene que pensar, ni lo que está bien ni lo que está mal, sino que pone unos temas encima de la mesa y dice: ´Mira aquí está esto, aquí está esto, aquí está esto, usted como espectador reflexione lo que crea oportuno y piense'”, defiende, tajante, el proyecto.

La pregunta que sigue, entonces, es sobre la importancia -si es que la tiene- de contar la historia de una persona trans. Y la respuesta es igual de vehemente. “Lo único que espero de todo esto es que vean que las personas trans altas, bajas o con cualquier otra etiqueta que le quieras poner al final, somos personas. Tenemos nuestras virtudes, nuestros defectos, somos tan normales como cualquier otro y nadie nos tiene que ver como bichos raros o apartarnos de la sociedad. Eso es lo único que quiero lograr”, dice con ilusión, aunque de inmediato vuelve al ruedo su costado más efusivo. “Te voy a decir algo: después de viajar, de ver, de pensar que yo iba a ser la más rarita de todas, me di cuenta de que soy la más normalita. Los veo a todos y digo ´madre mía, virgencita, que me quede como estoy´. Así te lo digo. Al final es eso lo único que quiero dejar: cada quien es un mundo en esta vida”.

¿Un nuevo hito en los Oscar?

Antes incluso de confirmar su nominación, muchos señalan a Gascón como una de las grandes candidatas a levantar el Oscar a mejor actriz. También hablan del hito que eso podría significar: se convertiría en la primera trans en llevarse a su casa esa tan preciada estatuilla. Ella, en cambio, se fastidia cuando la pregunta apunta a saber si ya se imaginó con el premio en la mano.

“Desde luego, loca estoy; y seguro que en cualquier sitio en que esté, el show está garantizado, pero no te puede decir nada porque no ha ocurrido ni sabemos. Y además, no depende de mí”, dice. De inmediato, Gascón vuelve al tono inicial de la entrevista y medio en broma, medio en serio, hace un cuadro de situación de su estado actual. “Si de mí dependiera, yo ya me habría adquirido los números de la lotería y no tendría ni que estar pensando en recibir nada, estaría en una playa tumbada con un mojito, ¿sabés? Si supiera el futuro, lo preferiría muchísimo más que estar haciendo todo esto en una loquera de vida, expuesta a tantísimas cosas. Tan divertidas por un lado, pero tan terribles también por el otro”, se sincera.

Superada la confesión, y antes de despedirse, Gascón vuelve a hablar con entusiasmo de su faceta de actriz, y de lo que se viene. “Pronto hablaremos de otras cosas de la Argentina. Más pronto que tarde. Ya verás. Venga”, suelta emocionada y saluda. Habla de Las Malas, la adaptación del exitoso libro de Camila Sosa Villada que Armando Bo va a llevar a la gran pantalla. Pero esa ya es otra historia.

Por Silvina Fiszer Adler

• Premios Oscar 2025

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