A los 51 años murió John Singleton, el director más joven en recibir una nominación al Oscar
El director estadounidense John Singleton murió hace unas horas, luego de dos semanas en coma por un derrame cerebral. La familia de Singleton anunció el deceso del realizador que había sufrido un derrame cerebral hace dos semanas y que se encontraba internado en el hospital Cedars Sinai.
"Con gran tristeza tenemos que decir que John Singleton ha muerto", señala el comunicado entregado por la familia. "John falleció en paz, rodeado de su familia y amigos. Estamos agradecidos a sus fans, sus amigos y colegas por el amor y oraciones durante estos increíblemente difíciles momentos. Queremos agradecer a todos los doctores por el impecable cuidado que recibió", añade el comunicado.
Al comienzo de su carrera, Singleton supo incluso ser considerado como "el Spike Lee de la Costa Oeste". Para entender un poco esta etiqueta que hoy suene tal vez extemporánea, veamos un poco de historia de hace unas tres décadas. En 1989, Lee presentó Haz lo correcto (Do the Right Thing), y esa película dio la vuelta al mundo. Haz lo correcto, neoyorquina en su alma y en su transpiración, no era la ópera prima de Lee, y Lee ya tenía más de 30 años al hacerla. A fines del año 1990, Singleton, joven afroamericano de Los Ángeles, estaba rodando su ópera prima en su ciudad, y la estrenaría -como Lee había hecho con Haz lo correcto dos años antes- en Cannes en 1991.
Singleton rodó su película con 22 años, la presentó en Cannes a los 23 y a los 24 se convirtió en el director más joven en obtener una nominación al Oscar y, además y nada menos, en el primer afroamericano nominado en la categoría (recordemos que a Lee lo habían nominado como guionista y no como director por Haz lo correcto, en una larga historia de desencuentros entre el Oscar y el señor Lee). La ópera prima de John Singleton se conocería en Argentina como Los dueños de la calle, pero su título original fue Boyz N the Hood.
Boyz N the Hood ponía en escena, de forma rutilante, a un nuevo director en Estados Unidos; uno con voz propia, autenticidad, calle, urgencia. Alguien que hacía percibir un gran talento y que proyectaba un gran futuro. El debut de Singleton hablaba sobre la violencia, los mandatos del barrio, la segregación racial en forma de ghettos urbanos casi sin salida en cuanto al destino de la juventud. En ella debutaba como actor el rapero Ice Cube y tenía su primer protagónico Cuba Gooding Jr.
Singleton, claro, era un "nuevo director negro", así se lo denominaba en 1991. El término "afroamericano" no se había impuesto como lo está hoy en día. El primer número de la revista El Amante (diciembre de 1991), abría con una nota titulada "La ola negra" sobre "los nuevos directores negros norteamericanos", y estaba incluído Singleton ante el inminente estreno de Los dueños de la calle. Y la crítica sobre esa película fue, de hecho, la primera jamás publicada por la revista. Decía Sergio Olguín en su texto: "La violencia, justamente, es la constante de la película. Violencia en los hechos y en las palabras pero siempre violencia entre negros. Entre negros de clase media que viven con temor de los asaltos y de la irrupción de esos seres que desprecian y que no llegan a ver como un igual. El insulto favorito de todos ellos es negro".
Esa película, con el tiempo, ha quedado -por consenso casi inquebrantable- como la mejor de Singleton. Lo que vino después tuvo algunos momentos más destacados como la inmediatamente posterior Poetic Justice (1993, con Janet Jackson y Tupac Shakur) y Bad Boy (2001, que compitió en Locarno) y también algunas incursiones de mayor perfil como la segunda parte de Rápido y furioso (+rápido +furioso; 2003, antes del despegue de la franquicia como megatanque en entregas posteriores), Cuatro hermanos (2005) y una actualización de Shaft (2000) de trazos gruesos.
En la última década Singleton estuvo dedicado a capítulos televisivos, y una mirada en retrospectiva exhibe una carrera que nunca volvió al fulgor de ese momento inicial, o nunca cumplió esa promesa precoz, o ese futuro que quiso vislumbrarse. Había algo evidentemente muy premonitorio en la citada crítica de Olguín cuando al final decía: "Estamos, quizás, ante una película cuyos resultados son superiores a la concepción original que de ella tenía su director".
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