Oscar “Cholo” Gómez Castañón conoció a su novia por Instagram y cuatro meses después ya están conviviendo
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La cuarentena lo agarró solo, pero supo ingeniárselas para estar acompañado. A los 64 años, Oscar “Cholo” Gómez Castañón se enamoró de una mujer a quien conoció en julio a través de sus redes sociales. Ella se llama Silvana del Valle, es profesora de inglés y maratonista. Tiene 36 años y dos hijos. Cuando conoció al Cholo, vivía en Corrientes, pero ese domicilio ya es pasado: desde noviembre -a sólo cuatro meses de haberlo conocido- vive con él en San Isidro, su nuevo hogar.
“Más que mi novia, ya es mi familia”, cuenta a LA NACION Gómez Castañón, padre de tres hijos. “Estamos con planes compartidos... Los tuyos, los míos, los nuestros. Mis chicos ya la conocen, yo conozco a sus padres... Está todo muy bien”.
La historia de cómo se conocieron arranca con una foto que el Cholo publicó en julio en su cuenta de Instagram: una selfie en el baño con el torso desnudo. Ella -que ya lo seguía- le hizo un halago en los comentarios. El lo vio, entró a su perfil y le dio “follow”. A los pocos días, ella publicó algo sobre su cumpleaños. Entonces él inmediatamente le puso “like” y fue por más: le mandó un audio por privado. Ella estaba tan contenta que gritó de emoción. Le contestó, por supuesto, y enseguida pasaron a chatear por WhatsApp.
“Era plena cuarentena -recuerda el Cholo-, yo estaba solo como perro malo, encerrado, y en vez de balearme en un rincón, se me ocurrió empezar a ver cómo estábamos con el universo, que estamos haciendo pelota el planeta... Me agarró por ese lado. Me metí en las redes y la encontré a Silvana. Después del primer intercambio, ella me mandó una foto donde estábamos juntos en la fiesta del chamamé de Corrientes, tres años atrás. A partir de ahí comenzamos a hablar todos los días. Hablábamos cuatro horas por día”.

Se comunicaban por teléfono y por videollamada. Una hora al mediodía y tres horas a la noche. El tiempo se les pasaba volando, tenían muchas cosas en común. Se recomendaban textos, se sorprendían al darse cuenta de que les gustaban las mismas cosas. Querían verse, pero era difícil trasladarse mientras estuviera vigente el decreto del aislamiento obligatorio. Entonces él encontró una manera de estar cerca: todas las semanas le compraba un libro y ella lo retiraba en una librería cerca de su casa.
“Todos esos meses hablando tanto, nos dio un conocimiento muy profundo uno del otro”, explica el Cholo. “Hasta que en noviembre tomamos la decisión y ella se vino para Buenos Aires. Nada de probar a ver qué pasaba, ya estábamos seguros. Ella renunció a sus trabajos como docente y se instaló acá, y pronto también vendrá su hija de 12 años, Mía”. Felices, planean cosas juntos y hasta sueñan con tener un hijo. “Ella quiere y yo también. A la edad de Silvana es normal querer y yo soy como Peter Pan: no tengo ni pasado, ni presente, ni futuro, ni nada. Los demás me ven viejo, yo me veo siempre igual, desde que tenía 15”, bromea.
Están enamorados y lo demuestran: en sus redes sociales publican fotos y se dedican poesías y mensajes de amor. “Si no estás para esto, ¿para qué estás?”, reflexiona el Cholo y agrega: “Estando en pareja, las cargas se reducen a la mitad y las alegrías se duplican. Parece un librito de autoayuda, pero es así. Quiero ser respetuoso con los dolores que causó, pero a mí la cuarentena me devuelve con mucho menos miedo. Me curtí y salí mejor. Creo.”
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