Oscar De La Hoya reveló que fue abusado físicamente por su madre cuando era chico
El famoso boxeador habló sobre su difícil relación con su madre en un documental de HBO
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En una era donde las biopics o los documentales están de moda, cada vez más famosos se animan a revelar detalles privados de su vida personal. Tal es el caso del boxeador Oscar De La Hoya, que abrió su corazón en el documental de HBO, The Golden Boy, y contó por primera vez que fue abusado físicamente por su madre cuando era chico.
Sus declaraciones sorprendieron a la audiencia, ya que el deportista siempre habló de la importancia de su madre a lo largo de su carrera. De hecho, cuando en 1992 ganó la medalla de oro olímpica en Barcelona, éste se la dedicó a ella que había fallecido dos años antes a causa de un cáncer de mama. Es que uno de sus grandes deseos era verlo participar de un juego olímpico.
Tras definir a esta mujer llamada Cecilia Gonzales De La Hoya como “una fuerza impulsora” cada vez que éste se subía a un ring, el boxeador contó que en cada combate intentaba no mirar a los ojos de su oponente sino mirar al cielo. “Como si pudiera sentirla y ella estuviera mirando. Sentía que me estaba cuidando”, confesó.
A pesar de tener esa relación tan unida, Oscar develó que el vínculo era bastante complicado y recordó cómo de chico su madre lo golpeaba, infligiendo abuso físico sobre él. Según su relato, un día estaba jugando afuera de su casa de Los Ángeles y de repente la pelota se le fue a la calle. Cuando quiso ir a buscarla, un auto que circulaba a gran velocidad casi lo atropella dejándolo tirado en el suelo. “Podía ver a mi mamá corriendo por la calle y esperando que me diera un abrazo pero lo primero que hizo fue pegarme, me dio una paliza”, recordó.
Sin embargo, esa no fue la única vez y las palizas se volvieron moneda corriente en el hogar. “¡Te voy a dar algo por lo que llorar!”, dice el boxeador que su madre le decía cada vez que éste lloraba. ¿Lo más curioso? Nunca vio a Cecilia abusar físicamente de sus hermanos pero sí siempre de él. “Me pegaba tanto que empezaba a llorar. Se enfadaba porque yo no reaccionaba pero yo estaba entumecido. Odiaba cuando me golpeaba”, rememoró con angustia.
Esos recuerdos quizá sean los que lo acompañaban cada vez que se subía al cuadrilátero. Tras revelar que el boxeo siempre fue una forma de liberar su agresividad, De La Hoya admitió que cuando veía a su oponente imaginaba el rostro de su madre en él y comenzaba a pelear. “Me encantaba que me pegaran en la cara porque me encantaba la acumulación de represalias... Cuando suena la primera campana, comienza el juego. Y cuando me golpean, no duele. Ahora tengo una excusa para enfadarme”, lanzó en referencia a esa frase que tanto escuchó en su infancia.
La historia de vida de su madre no pasó por alto en el documental. Cecilia cruzó la frontera sola cuando tenía 14 años para seguir una carrera como cantante, pero terminó trabajando en una fábrica de cierres. Renunció a sus aspiraciones de cantar profesionalmente cuando se casó con el exboxeador Joel De La Hoya, con quien tuvo tres hijos, entre ellos Oscar. “Si quieres ser cantante, por mucho que me duela, te dejo ir. Pero si te rindes, nos casaremos”, recuerda haberle dicho Joel luego de una actuación en público de ella.
Así fue como los deseos personales y profesionales de esta mujer se frustraron y sólo quedaron resignados puertas adentro. “Recuerdo regresar al apartamento en el este de Los Ángeles después de correr por la mañana (algo que era parte de su rutina de boxeo) y escuchar esa voz angelical. Era el canto de mi madre. Ella estaba cocinando para mí y cantando canciones en español; cantaba con mucha pasión. Escuchando a mi madre cantar, siempre me sentí seguro”, advirtió.
Escucharla cantar y verla debajo del cuadrilátero le daban tranquilidad, algo que se repitió hasta sus últimos días. La última pelea que Cecilia presenció fue en los Goodwill Games, en 1990. En ese momento el cáncer de mamá ya había alcanzado la etapa 4. “Veo a esta señora ondeando la bandera estadounidense y mexicana. Se perdió la quimioterapia para asistir a esa última pelea”, contó emocionado. Y si bien en su triunfo contra Julio César Chávez, en 1998, ya no pudo estar físicamente, la victoria también fue para ella. “Esto es para ti”, dijo sonriendo frente a las cámaras.
Oscar apenas tenía 16 años cuando su madre fue diagnosticada con esta dura enfermedad. Muy conmocionado, el boxeador recordó cómo fue la última vez que la visitó en el hospital. “Quería abrir el ascensor y correr directamente hacia ella y tal vez hubiera una posibilidad de que pudiera verme. Pero ella se había ido. Nunca tuve el coraje de decirle que la amo. Desearía haberlo hecho”, confesó. Hoy su nombre preside un centro oncológico, el Adventist White Memorial, en Los Ángeles.
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