Polina Piskova habló con LA NACION sobre su vida, su carrera, su audición en el programa de Telefe que podría cambiarle la vida y su visión de la guerra en Ucrania
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Primero deslumbró con su interpretación de “Seven Nation Army”, después con su historia y su simpatía. Polina Piskova, la “rusa cordobesa” que se presentó en La Voz Argentina y logró que tres de los cuatro jurados se dieran vuelta, se convirtió en tendencia en las redes sociales de inmediato. Y como suele suceder en el mundo virtual, recibió muchísimos mensajes positivos pero también críticas y cuestionamientos. En una charla con LA NACION, Polina habló de su pasado, de sus deseos de ser cantante y del peligro que significa para ella volver hoy a su país.
Polina todavía no termina de entender todo lo que sucedió desde que su audición salió al aire. Agradecida con los 32 mil seguidores nuevos que logró en Instagram, contesta preguntas durante la madrugada y le cuesta dormir. “En estos días tengo mucha adrenalina”, explica. No esperaba, se sincera, semejante repercusión. “Recibí mucho amor, pero también hay gente que dice ´¿por qué ella está allá?´ `´Ya tiene una carrera´”. Y si bien durante el programa decidió enfocarse en lo positivo de su historia, ahora quiere compartir el otro lado de su camino, el más difícil, pero también el que más orgullo le da.
“Yo toda mi vida trabajé muy, muy, fuerte por un momento así, nadie me regaló una carrera. Tampoco es una carrera enorme. Hay que trabajar mucho para ser artista independiente, para estar en la industria de la música”, explica.
Acostumbrada a moverse por cuenta propia, consiguió, con covers y con sus propias composiciones, casi 886.000 oyentes mensuales en Spotify. Y si bien estaba preparada para cualquier resultado, lo que sucedió en La Voz Argentina la sorprendió. “¿Si yo tenía expectativas de vivir algo como ´Polina tendencia número uno en Argentina´? ¡No! No lo esperaba, para nada”.
Destino final, Córdoba
Polina nació en Rusia y allí tuvo una infancia feliz, pero cuando tenía 13 años sus padres decidieron mudarse a Canadá en busca de una mejor educación para sus hijas. Atenta al proyecto familiar, en Montreal se dedicó casi exclusivamente a estudiar -se recibió en la Universidad McGill en Negocios internacionales y Psicología- y a trabajar. Hasta que un viaje de descanso a México, en plena pandemia y con algunos amigos nuevos -entre ellos varios argentinos-, cambió sus planes de forma definitiva.
“Yo en Canadá tenía depresión. Estaba muy mal”, recuerda. “Eso es algo de lo que no puedes hablar en tu primera audición. Yo quería sonreír y todo. Pero la verdad es que el camino fue muy especial porque en México finalmente me encontré después de haber vivido la mitad de mi vida muy perdida. En Rusia estaba feliz de chica, y me sentí identificada con la sociedad en ese momento, con mi comunidad. En Canadá, no”, repasa.
¿Qué pasó con la música durante esos años tan oscuros? “Cuando estaba en la universidad empecé a buscar productores, compositores. Y mi papá no entendió”, revive. “No quiero decir que en ese entonces mi relación con mi familia era mala porque amo mucho a mis papás, pero estaba muy tensionada. Mi papá es empresario y quería que yo trabaje en un banco. Me acuerdo de esa conversación. Él tenía un amigo que me ofreció un puesto en un banco en China, en el área de Inversiones. Y yo le dije: ´Si quieres que yo no siga con la vida, lo hago. Pero ya no me vas a ver más. La vida no tiene sentido si me vas a forzar´”.
En ese momento, Polina se rebeló. “Voy a vivir sin plata. Voy a vivir pobre. No me importa. Voy a hacer lo que me gusta a mí porque si no lo hago, no quiero vivir”, le dijo a su papá, pero no fue suficiente. “Igual siguió empujándome, preguntándome todo el tiempo, ¿cuál es tu plan? Y yo, como cualquier artista, no tuve plan. A menos que tengas una familia que ya es parte de la industria o amigos que realmente son productores, no puedes tener plan. Únicamente puedes tener fe”.
Tras seis meses en México y una incipiente carrera de modelo gracias a las redes sociales -también de forma independiente, también sin ninguna agencia, también a pulmón- Polina se hizo muy amiga de una argentina y encontró en Córdoba un lugar perfecto para vivir. “Yo no llegué a la Argentina para hacer La Voz. Nunca fue eso. Yo estoy buscando mi camino, yo quería vivir acá porque sabía que la gente me gusta mucho. Tenía pensado hacer La Voz en un momento. También pensé en hacerlo en Rusia, pero nunca lo intenté”.
Una chica selfmade y la experiencia Playboy
Polina hizo el casting en Córdoba para el programa de Telefe el día de su cumpleaños. “Desde el principio fue algo muy especial”, repasa, y resalta la amabilidad y la buena onda de todos. En su haber ya tenía dos intentos en programas de TV, muchos más castings y muchos más rechazos. “En la audición dije un par de veces que estuvo difícil pero la gente no sabe a qué punto. Tuve en un momento cinco trabajos. No me apoyaban”, repasa.
Dolida por las críticas pero sin perder el foco en lo positivo, Polina decidió compartir el costado más difícil de su camino para que todos sepan que lo que logró hasta ahora no se lo regaló nadie. “Yo lo hice a través de muchos años, así que las críticas me tocaron personalmente. Yo nunca busqué apoyo de mi papá, ni de cualquier novio. Hay gente que dijo. ‘Parece modelo, tiene plata’, y yo nunca estuve en una agencia, siempre hice cosas de forma independiente”.
Otra de las críticas que aparecieron en las redes hicieron foco en una sesión de fotos para Playboy que la modelo compartió en su Instagram. “Eso fue algo que yo organicé. Ni siquiera fue un trabajo por el cual me pagaron. Fue para hacerme conocer. Yo soy muy agradecida. Trabajé con un equipo maravilloso. Pero no lo hice con una agencia. Fue algo que yo busqué, encontré e hice por mis propios medios para tener lindas fotos”, explica.
Además de las postales de Playboy, Polina vende sus fotos en la aplicación OnlyFans. “Lo que hago son fotos sensuales. Nada que sobrepase el límite de algo loco. Son fotos en lencería. Es mi arte, es mi expresión. No es algo que me cueste y en realidad lo hago para sostener mi carrera musical, para no tener que trabajar en un banco como le hubiera gustado a mi papá”, cuenta. Sobre si le molesta el mote de sex symbol, agrega: “Me gustaría ser un símbolo de mujer fuerte, de feminismo. Yo pienso que somos iguales a los hombres y somos muy poderosas, somos capaces de hacer cualquier cosa”.
El miedo a volver
Cuando la guerra entre Rusia y Ucrania estalló, Polina estaba en Córdoba. Con una historia para contar, habló de su postura en contra de Putin en varias entrevistas. “Obviamente lo vivo fuerte porque me afecta bastante. Mi papá tiene todavía cuentas bancarias afectadas. Y tenemos familia allá”, reconoce y explica que para ellos el problema no es el conflicto bélico en sí, porque la guerra no está dentro de Rusia, sino más bien la censura y las imposiciones.
“Lo que más me afecta es la percepción de los rusos que están de acuerdo con lo que está haciendo el gobierno. Hace diez años que yo no estoy de acuerdo con nada. Por eso también mi papá nos sacó de Rusia, porque lo vio. Yo siempre seguí la política rusa y sé que hay mucho de lavado de cerebro a la gente para que justifiquen la guerra. Y la guerra no tiene ningún sentido”.
Luego de asegurar que Ucrania merece su independencia y que en Rusia no hay libertad de expresión, Polina deja al descubierto su miedo a volver luego de compartir su postura. “Si yo me vuelvo ahora y me aparezco en la frontera con mi pasaporte ruso, hay una posibilidad grande de que me detengan y hasta que me pongan en una cárcel. Y eso no es un chiste. Yo elegí estar acá y hablar con libertad, pero eso tiene un precio. No puedo volver al país de mis raíces. Es un montón”.
Con la ganadora de La Voz británica Becky Hill y María Becerra como referentes, Polina sueña con vivir de la música. Ahora sí con el apoyo de sus padres, quienes siguen sus presentaciones a través de Internet, espera poder encontrar en algún momento un equipo de confianza con el cual poder crecer. “Eso me parece clave, porque tengo muchos amigos por todos lados y tengo proyectos, pero no tengo todavía un equipo formado”.
“Si me dejo soñar realmente, me gustaría llegar a un nivel internacional, poder cantar en escenarios grandes y también trabajar con productores y DJ de nivel mundial. Ese es mi sueño... y también poder presentarme en una Rusia en paz”.
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