La actriz habló con LA NACION sobre cómo se encuentra de salud luego de haber estado internada, de sus romances, de su soledad y también de la maternidad, un tema que tiene muy presente
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Romina Gaetani volvió a la televisión con el complejo personaje de una mujer alcohólica, en la nueva tira de eltrece, Buenos chicos. Además, la actriz y cantante está trabajando en un tema que pronto lanzará como solista.
Por estos días pasa muchas horas en un camarín que comparte con su compañera de elenco, Marita Ballesteros y que tiene un enorme espejo con luces alrededor, un sillón cama y un baño. Si bien el lugar es cálido, no hay ningún objeto personal. En diálogo con LA NACION, la actriz se pone cómoda y cuenta qué elementos de su experiencia le aporta a su personaje, habla de amor, del deseo de ser madre y de su salud, porque hace dos meses estuvo internada durante dos semanas por una bronquitis severa. Todavía sufre las consecuencias del mal momento vivido y de una posible mala praxis que su abogado está investigando.
-¿Cómo te sentís hoy?
-Un poco mejor. Tuve una bronquitis severa, casi una neumonía. Estuve internada en la Clínica Bazterrica y fueron seis días muy feos, con un episodio muy desagradable. Me interné un viernes y el sábado ya tenía endovenosa y tomaba corticoides, pero a la medianoche me quedé sin aire, al ratito que se fue mi hermano. Yo soy asmática y por eso se complican los cuadros respiratorios. Se lo comuniqué a la enfermera y también vino una doctora que pidió que me hagan una seriada de nebulizaciones con corticoides. No me hizo bien, se lo dije, me descompuse, tuve una crisis fuerte, tenía el latido del corazón muy rápido, los músculos del cuerpo contraído y un temblor que no recuerdo haber tenido jamás, hasta movía la cama. Volvió la doctora, le pregunté por qué me hacían esas nebulizaciones que me hacían mal y empezó a discutir a los gritos conmigo. Me dio mucha bronca, me indigné y me sentí muy sola, indefensa y sin entender qué me estaba pasando y con la doctora que no podía contenerme. Se llevaron a esta doctora de la habitación, me quedé con una enfermera que me daba agua y me hacía masajes en la espalda. Las palpitaciones no bajaban y de pronto perdí la vista, veía totalmente borroso y me acuerdo que llamé a un abogado. No estoy bien ni física ni anímicamente todavía. Sigo teniendo mucha angustia y cualquier estímulo de estrés extremo me genera nerviosismo.
-El asunto está en manos de abogados, entonces…
-Si, en manos del Dr. Ignacio Trimarco. Esa noche también llamé a mi hermano y aunque no podía hablar, él escuchó mis gemidos y vino al hospital. Pedí un médico que no fuera esa doctora y durante una hora estuve sola y sin atención. Todavía no hay una certeza de lo que pasó, por qué me llevaron a un estado tan crítico. Hace años tuve ataques de pánico y no me dijeron que el exceso de corticoides me puede llevar a una sensación de ataque de pánico. Es algo que todavía siento y hablo en terapia, además. Por otra parte, tengo que abordar el personaje de una alcohólica y necesito tener el ritmo de trabajo de tira. Agradezco que Adrián (Suar) se comunicó desde el primer día, que me hayan dejado estar tres semanas sin venir a grabar y también agradezco poder pedir ayuda y que me entiendan.
-¿Qué pasó después de ese episodio tan feo?
-Estuve seis días en la Bazterrica y me dieron de alta sin estar bien. Volví a mi casa y seguía sin poder respirar, entonces me internaron otra vez en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, donde estuve 8 días. Me sacaron adelante, pero hasta hace tres semanas llamaba a mi médica clínica porque todavía no sabía qué me pasaba en el cuerpo. No sé si fue mala praxis o qué.
-¿Tuviste miedo?
-Lo recuerdo como algo traumático y hasta el día de hoy lo estoy padeciendo. No estoy del todo bien, pero puedo venir a trabajar. Yo creo que tuve Covid. Durante la pandemia tuve Covid y me vacuné y en tantos años de asmática tuve episodios de los que me sacaron enseguida, pero ninguno como el último que viví. Quizá me agarró con las defensas muy bajas, con mucho trabajo y sin descanso, y a eso se le sumó el mal momento en esa clínica. Lo que rescato es que siempre salgo adelante. El cuerpo me hizo sacar el pie del acelerador. Soy una persona muy fuerte, positiva, trabajo sobre el error y la enfermedad y sigo adelante siempre. Estoy grabando Buenos chicos desde abril e interpreto a Viviana. Terminé el verano haciendo teatro con Un plan perfecto, en Carlos Paz y no pude hacer la gira por esta tira. No podía con todo. Volví de esa temporada y seguí haciendo música. El último sencillo que saqué es Sola con la soledad, que produzco, edito, estoy en la dirección.
-¿Cómo nació esta otra faceta tuya?
-Empecé en comedia musical con Pepito Cibrián, pero no mezclo eso con la cantautora que soy porque son cosas diferentes. Meterme en el camino de la música es algo que empezó hace siete años con una banda que tuve, La Rayada. Después se disolvió y el año pasado empecé a sacar temas como solista. Amo la música y además es un lugar que no me permití como actriz. De estudiar con Alejandra Boero, que en esa época decía que no hiciéramos televisión y que nos curtamos en teatro, salté directo a la tele y no paré. Entonces no tuve esa etapa de laboratorio, no me di el espacio de equivocarme porque, cuando de la noche a la mañana tenés tanta exposición, necesitás ir al acierto. Veo grupos de artistas que se juntan a modo de laboratorio, escriben sus propias obras y se autodirigen y actúan, y ese bondi me lo perdí. Pero nunca es tarde y lo estoy haciendo con la música. Genial si pasan la canción por la radio y el videoclip por la tele, es bienvenido siempre. Yo me doy el gusto de que salga lo que salga. Compongo y trato de rodearme de personas que acompañen el proyecto. Ahora tengo menos tiempo y se complica, por eso mientras grabo trato de formar equipo para que armen las maquetas de la música o compongan a la par.
-En Buenos chicos tenés un personaje complejo, el de una alcohólica que quiere pedir ayuda y no sabe bien cómo...
-Es un personaje difícil porque hay que componerlo para una tira que no tiene la historia completa y te dan el capítulo para grabarlo hoy o mañana. Es entregarse y confiar en el proceso de una tira diaria y en eso tengo oficio. Después, se trata de lograr un equilibrio entre lo que pude haber averiguado sobre las vivencias de un adicto al alcohol y lo que necesita una novela. Con Adrián (Suar) estuvimos de acuerdo en no hacer algo down que no aporte a la tira; al contrario, la abordo desde el humor. Hablé con personas adictas al alcohol, con personas con padres adictos al alcohol, tuve una charla con mi terapeuta y fui acomodando todo. Muchas de esas cosas no las uso, pero las tengo para defender al personaje en el día a día. Lo lindo para rescatar del personaje es la historia de amor con uno mismo. Hay que aprender a enamorarse de uno mismo, aprender que nos equivocamos y abrazarse. Lo aplico en mi vida cotidiana. Me cuesta, pero me gusta. Yo creo que por eso disfruto de la soledad.
-¿Qué experiencias personales le aportaste al personaje?
-Lo que le puedo aportar desde mi lugar es el impulso de mi personalidad. La verborragia, mi gestualidad.
-Alguna vez contaste que tuviste problemas de adicciones...
-Yo nunca hablé de eso ni voy a hablar. De mi vida personal prefiero no hablar. Para contar algo personal, en todo caso, hay momentos y eso me lo respeto. Prefiero enfocarme en Buenos chicos que ya está teniendo sus buenos resultados en la calle. Esta semana salí a hacer las compras a la verdulería y el almacén y el termómetro de la calle está muy bien. Me decían: “estoy viendo la novela, está buena”. Todos tienen algún comentario. Hace más de veinte años que puedo vivir de mi trabajo, gracias a mí y a los astros que se alinean.
-¿Azar o buena fortuna?
-Creo que impulso mi positivismo. Siempre estoy en movimiento y eso genera más movimiento. Creo en la ley de atracción también. Y no sé cuánto tiene que ver la suerte. Son muchos factores, me parece. Hasta en la pandemia hice streaming y teníamos ensayos de cinco horas por zoom de una obra que se llamó Cajas chinas. Soy muy activa.
-Hubo períodos en los que dejaste de trabajar, ¿coincidieron con viajes que hiciste cuando iniciaste un camino espiritual de autoconocimiento?
-Hago una búsqueda espiritual desde mis 30 años, más o menos y tengo 46. Estudié metafísica durante diez años, leí mucho sobre las civilizaciones maya, inca, azteca, egipcia; sobre Lemuria, los atlantes. Investigué sobre la sanación del cuerpo, de la mente y las emociones. Eso estaba ligado a las meditaciones y codificaciones. Tomé talleres con una maestra de la India. Me acuerdo que en ese momento grababa Soy gitano y los fines de semana me encerraba a hacer esos talleres durante diez horas cada día. Aprendí a meditar y viajé bastante también en ese tiempo. Amo México, lo siento como mi segundo hogar y también hice una telenovela allá. Y visité Machu Pichu, las ruinas de América Central y viajé por nuestro país.
-¿Seguís conectada con la metafísica?
-Voy variando. Depende de lo que sienta hago otro tipo de mantras o me acerco al budismo. Otras veces rezo el Rosario, que considero es un mantra como cualquier otro. Experimento bastante. A veces hablo con un cura a quien le tenga confianza, independientemente que no esté de acuerdo con muchas cosas de la Iglesia y no sea una católica practicante. Si veo un profeta o un comunicador de las distintas filosofías y se distingue del resto, me acerco a conversar.
-¡No te aburrís nunca!
-Nunca. Amo la soledad, aunque también soy muy familiera y tengo amigos. Me da felicidad este camino.
-¿Es autorreferencial tu canción “Sola con la soledad”?
-Totalmente. A mí me encanta estar sola, lo disfruto un montón. Viajo mucho sola. Me hace bien estar sola.
-Y amando tanto la soledad, ¿te animaste a convivir con parejas?
-Si, adoro estar en pareja también. Y tuve muchas parejas. Pero tengo períodos de estar sola y me los respeto. Generalmente, después de grandes relaciones, estoy un año sola haciendo mi duelo.
-¿En este período estás en pareja?
-(Risas) Estoy bien.
-¿Qué te atrae de una pareja?
-Tengo que admirarlo por algo, sin importar la profesión ni de dónde viene. Por suerte, me considero una persona muy atenta, aunque a veces me tropiezo con la misma piedra y trato de tener paciencia con eso (risas). Y cuando no va, arranco de nuevo y si el budismo no funciona me voy al hinduismo o escucho una misa (risas). Y sino salgo a correr, amo el deporte y me ayuda a despejarme. Lo mismo que un buen descanso. Me gusta mucho relacionarme, estar en pareja y sola también. Además, soy muy maternal con todo lo que me rodea, lo cual me cansa mucho. Yo creo que por eso paso muchos períodos sola, en los que recargo energía.
-¿La maternidad es algo que te interesó transitar en algún momento de tu vida?
-Es un deseo ser mamá, lo tuve siempre presente. Si tiene que ser, va a ser de la manera que sea. Si tengo que ser madre, bienvenido sea. Soy familiera y siempre estuve abierta a la maternidad, por eso pienso que me tiene que agarrar bien y trato de estar cero kilómetro, chapa y pintura, cabeza, físico y espíritu. Seria lindo si sucede, me veo re buena madre. Si la próxima vez elijo una relación no tengo que perder el tiempo. Necesito que me nutra, que me sume, sino no va. Y lo mismo quiero aplicar a lo laboral, siga o no como actriz.
.¿Es algo que te planteaste alguna vez?
-Sí, claro. Como la maternidad. Podría dedicarme a otra cosa, aunque tenga que estudiar.
-¿Hay algo que te interese tanto?
-Sí, la psicología. Y hay otras cosas que me gustan, pero no tengo el don y no perdería el tiempo. El año que viene voy a hacer un pendiente y es estudiar dirección y puesta en escena. Tengo colegas que me piden que los dirija en teatro y lo hago de forma amateur, pero quiero estudiar.
¿-Qué proyectos tenés para lo que queda del año?
-Sigo grabando hasta noviembre y estoy formando una banda para salir a tocar. Estoy por lanzar otra canción como solista, preproduciendo el videoclip. Mi objetivo hoy es estar tranquila.
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