El hijo de Carolina de Mónaco dio el sí ante Dios este fin de semana
Era su gran ilusión una boda blanca ante el altar en su amada Gstaad. Por eso, cinco meses después de su enlace civil en el Principado de Mónaco, Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, una de las parejas reales más discretas del panorama europeo, se dieron su segundo sí, quiero ante unos 300 invitados en este idílico paisaje nevado de los Alpes y volvieron así a prometerse amor eterno, esta vez ante Dios, en el antiguo convento de Rougemont, el único de la comarca. Una joya del arte románico (siglo XI) construida por los monjes de Cluny.
Más que una boda era un sueño hecho realidad. Y así lo demostraron los cuidados detalles hasta el extremo, la transformación de Tatiana en princesa de hadas y la recreación estética de unas nupcias de cuento invernal con enorme nevada incluida. La ceremonia religiosa se celebró en la preciosa capilla dedicada a San Nicolás de Myra, iluminada con cientos de velas y decorada con flores blancas procedentes de París. Hasta allí muchos de los invitados -ellas vestidas de noche y ellos de esmoquin- llegaron caminando, cubiertos con paraguas oscuros porque nevaba mucho.
Andrea Casiraghi, vestido de frac, irrumpió en el templo del brazo de su madre la princesa Carolina, que ejerció nuevamente como elegantísima madrina, y seguido por sus hermanos: Charlotte, que viajó a Suiza con su bebé, llegó con el príncipe Alberto y luciendo un peinado recogido con raya al lado; Pierre, junto a su novia, la condesa Beatrice Borromeo, que fue la única de la familia que se acercó al templo caminando, y la pequeña de la familia, la princesa Alejandra de Hannover. Tampoco se quiso perder este segundo sí quiero Daphne, el perro Boston terrier de la pareja, que se convirtió en protagonista de su primer enlace con una corona de flores, y que en esta ocasión también se ha vestido de boda con un collar de flores, idéntico a la corona que lleva la damita de honor que lo condujo hasta la iglesia.
Al repique de las campanas de la torre del reloj, la novia reveló el secreto mejor guardado de toda boda. Tatiana, blanca y radiante con una capa con capucha ribeteada en piel y un majestuoso moño coronado con la tiara Fringe de Mónaco, entró en el templo como una auténtica novia de las nieves acompañada por su hermano Julio Mario Santo Domingo, vestido de frac como el novio. La ceremonia se ofició en francés y duró poco menos de una hora.
Los exclusivos testigos de la marcha nupcial de entrada de la novia, de los tradicionales ritos de los anillos y de los votos, del beso de los novios, del Ave María de Schubert entonada por el órgano más antiguo del cantón y de la marcha nupcial de salida de los flamantes recién casados fueron sus familiares y sus amigos como Margherita y Angela Missoni, Bianca Brandolini, Eugenie Niarchos, Alex Dellal, exnovio de Charlotte Casiraghi, que ha acudido con su madre, Andrea; su pareja, la modelo Elisa Sednaoui, y su hijo; Noor Fares, Corso Serra di Cassano, Cedric Notz, los príncipes Pierre y Silvia d’Arenberg, Blanca Brillenburg, el diseñador Valentino, el fotógrafo Mario Testino… También se encontraban entre sus privilegiados invitados las españolas Alejandra Rojas, hija de los Condes de Montarco, y la actriz Macarena Gómez, que ha lucido para el feliz acontecimiento un vestido de pedrería de Lorenzo Caprile con un bolero en zorro rojo de Miguel Marinero, junto a su marido, Aldo Comas, íntimo del novio.
Tras la lluvia de arroz y de felicitaciones, los recién casados y los invitados se dirigieron al impresionante hotel Palace para el banquete de bodas: una fiesta blindada con baile. Julio Mario III, talentoso DJ en Nueva York, además de hermano de la novia, fue el encargado de elegir la música y, a juzgar por las imágenes publicadas en sus respectivas cuentas personales de Instagram los invitados, hizo de la noche de bodas una noche de lo más divertida.
"No me lo he pasado tan bien en una boda como en ésta", escribió Elisabeth von Thurn und Taxis, hija de Gloria von Thurn un Taxis, viuda del Príncipe de Thurn und Taxis, conocida como la "Princesa Punk". Además, gracias a ella supimos que los novios regalaron a sus invitadas unas cómodas bailarinas para aguantar hasta altas horas de la madrugada: "Gracias a Dios por estas bailarinas de Louboutin". También compartió instantáneas de la velada Fabiola Beracasa, como una en la que aparece posando con un precioso vestido rojo al lado de su marido Jason Beckman: "Una noche divertida, hermosa y llena de amor".
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