
¿Por qué resucitó?
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"Alien, la resurreccion" ("Alien Resurrection", EE.UU., 1997), presentada por 20th Century Fox. Guión: Joss Whedon. Fotografía: Darius Khondji. Música: John Frizell.
Intérpretes: Sigourney Weaver, Winona Ryder, Dominique Pinon, Ron Perlman, Michael Wincott, Dan Hedaya, J. E. Freeman. Dirección: Jean Pierre Jeunet. 120 minutos.
Nuestra opinión: Regular
El "alien" está muy venido a menos. La prueba es que ya se muestra a cara y cuerpo gentiles, sin tomar en cuenta que la mayoría va al cine para ver cómo se corporiza entre las habituales y siniestras fragmentaciones. Tampoco es muy original que Sigourney Weaver resucite clonada o remoleculizada en un replicante o en un símil humano del "alien" con el que ella es tan cortés. Ya vimos el caso en las diferentes versiones de "La mosca", aunque el protagonista de esta serie sufría un insospechado percance.
Como no es fácil expulsar a la bestia, llaman de ultratumba a la teniente Ripley, que había muerto con un "alien" dentro de ella en la anterior de esta otra serie, "Alien 3", que fue un brillante ejercicio narrativo y audiovisual de David Fincher. A Fincher y su equipo se deben el ámbito de óxido y basurales y la prisión espacial de interminables cañerías donde ocurría el ataque de esos seres repugnantes que pueblan el espacio desde hace unos dieciocho años, cuando Ridley Scott los puso en órbita. En "Alien Resurrection" reaparecen la escoria, la basura, la acumulación y los restos de la puesta de Fincher, a los que se suma el gusto por los desperdicios de carnicería que el director, Jean-Pierre Jeunet, trae consigo desde los tiempos de "Delicatessen", que codirigió con Marc Caro.
Al resultado le falta unidad narrativa y cada cosa por su lado parece adecuada, sólo aparenta impensable el conjunto. Las líneas de suspenso y terror están esbozadas, pero carecen de continuidad y su resultado es nulo. La espléndida fotografía de Darius Khondji, en acero contrastando entre otras tonalidades metálicas y grises de moho, pega apenas con los restos de las criaturas de Giger (pinturas orgánicas) que dieron imagen a la primera de la serie y que aquí, sin avisar, copian los responsables de la dirección artística.
Para Jeunet, es posible que haya sido más fácil filmar con gracia en el estercolero de una "chambre de bonne" reconstruida en estudios franceses que montarse al simulacro de una gigantesca nave espacial poblada de "monstruos de la laguna Negra" y de monstruos de Hollywood ávidos de hacer dinero con tierra trajinada y ajena de la que se pretenden nuevos frutos.





