Quién es quién en el mundo de la cumbia
Una serie documental de Canal Encuentro cuenta sin prejuicios la historia del género tropical y permite descubrir a sus protagonistas
"Hoy la escucha todo el mundo, desde el más cheto al más pobre, desde el más grande al más chico" dice Dalila, la diosa del verbo amor, como la bautizó el ambiente cuando apareció con ese estilo de cumbia romántica que cimentó el camino de otras estrellas femeninas como Karina, la princesita. La ex cantante de rock rosarina, discípula de Leo Mattioli (el último héroe musical de la cumbia santafesina), es una de las protagonistas de la serie documental Cumbia de la buena. En ocho capítulos, que se pasan por el Canal Encuentro, la serie retrata sin prejuicios y con profundidad las postales cotidianas y el detrás de escena de los artistas que crearon estilo dentro de un género que se transformó en un fenómeno social y cultural.
A través de las historias de personajes emblemáticos dentro de la cumbia como Antonio Ríos, Dalila, Los Palmeras y Amar azul que se podrán ver este mes –los miércoles, a las 22; los jueves, a las 12.30, y los lunes, a las 4.30 por Encuentro– se desmitifican los lugares comunes de la cumbia, que se transformó en la banda de sonido de las últimas dos décadas de la Argentina.
Con cada uno de los personajes de esta primera temporada de Cumbia de la buena se recorre los estilos que se desarrollaron a partir de la llegada al país de la cumbia colombiana. Los grupos locales aportaron su impronta regional y cultural dando nacimiento a otras escenas como la cumbia norteña, cumbia santafesina, cumbia romántica y cumbia villera.
Antonio Ríos. Conocido en el ambiente como "El maestro", sus canciones emergieron del corazón de Villa Fiorito para llegar en la década del noventa a los salones de fiestas de Recoleta, con hits aptos para todo público como "Nunca me faltes", donde cantaba ese inconfundible verso "Quiero decirte al oído tantas cosas preciosas que estoy sintiendo por ti". Para esa momento, Antonio Ríos –cuya familia migrante del Chaco llegó a Buenos Aires en la década del sesenta buscando oportunidades trabajo– ya era una leyenda de la cumbia norteña por haber participado como cantante en fenómenos populares como Sombras y Malagata, a fines de los años 80. "La cumbia para mí fue lo mejor que me paso en la vida", relata Antonio Rios, recordando sus orígenes humildes, el salto a la fama en 1994 con su disco solista. Allí habla también de sus quince hijos y de la vez que llegaron a una agencia de autos a comprar cinco Mercedes Benz en efectivo. Con más veinte himnos que llegaron a Estados Unidos y Europa –y todos cantaron alguna vez en bailes o fiestas de casamiento– Ríos aprendió a cantar con tangos y boleros, y fue el primero que armó una banda tropical con músicos que provenían del rock.
Los Palmeras. "La cumbia se arma en la periferia. Siempre fue orillera y estuvo en los barrios marginales", dice Rubén Marino, el icónico acordeonista de Los Palmeras. En los márgenes de Santa Fe nació otro estilo de cumbia, con la influencia del sonido colombiano. Dos empleados metalúrgicos Rubén Marino (acordeón) y Cacho Deicas (voz), se integraron a mediados de los años 70 a un típico sexteto tradicional de cumbia, para darle el definitivo sonido que caracterizaría a Los Palmeras hasta el día de hoy. Canciones de los barrios pobres, historias urbanas y románticas, se transformaron en himnos que los proyectaron a nivel nacional. "La cumbia fue como el tango: primero de bajo fondo y luego fue llegando al centro". Esa narrativa cumbiera y costumbrista de personajes de la periferia santafesina se hicieron fuerte en los bailes populares con éxitos como "El parrandero", "La chola" y "Clarito", en los 80 y los 90. En 2004 el grupo se convirtió en disco de oro con "Bombon asesino" y llegó a otros públicos con su versión cumbiera de "La bestia pop" de los Redondos de Ricota. Cuarenta años después, son un clásico del género.
Pepo de Los Gedes. Cantor de voz aguardentosa y risa estentórea como la de Tom Waits, Pepo encontró un lugar de culto dentro de la cultura cumbiera. "Naciste así, como iglesia abandonada la que ya no tiene cura. Moriste así, tiro a tiro con la gorra porque no te cabe una", canta en Los Gedes, banda producida por Pablo Lescano, que acompañó el estallido social y político en 2001 y que fue una de las más populares de la cumbia villera. Con su cumbia "peposa" y de sintetizadores psicodélicos, la banda gritaba la bronca de los más pobres. "La crisis de 2001 fue una de las épocas de mayor composición de letras. Todos escribían, cantaban sus vivencias, lo que pasaba en su barrio, la realidad de lo que pasaba en el país. Que la gente estaba mal, que no había laburo, y que el delito crecía porque no había oportunidades. Todo ese reflejaba en la cumbia villera", analiza el Pepo en un tramo del documental, que permite entender mejor el surgimiento del estilo villero y más gangsta de la cumbia. Su historia también ilumina la caída de muchos jóvenes de barrios marginales adictos al paco. Los cinco años que estuvo preso en el penal de Ezeiza por robo, su adicción y su regreso a los escenarios con nuevos himnos como "Yo vivo como antes", le dieron a su personalidad un aire mítico dentro de la cumbia.
Amar Azul. Este grupo cumbiero de zona norte estalló con su disco Cumbia nena, que los transformo en un fenómeno a partir de 1996. El grupo reinvidicó la cumbia tradicional; el pulso del güiro y el sonido del acordeón sonaba como algo nuevo dentro de la aparición de una camada de cumbieros de pelo largo y "cachaqueros". La voz del Tano Miguel D'Anibale, ex cantor de tangos en las cantinas de la Boca, sumado a las composiciones del acordeonista Gonzalo Ferrer le dieron el sello fundacional al grupo Amar Azul, dice Martín Roisi, conductor de la serie, conocedor de la cumbia y autor del libro Familias Musicales junto a Mariano del Aguila.
"Dime tú" y "Me enamoré", conquistaron los corazones cumbieros. En los teclados del grupo estaba Pablo Lescano, que mas tarde sería el creador de Damas Gratis. Letras de tono picaresco como "Yo tomo licor" y el exitoso "Me enamoré" y canciones de temáticas social como "El campeón", "Entre cuatro paredes" y "Desaparecidos", además de una poderosa base rítmica, lograron que el grupo traspasara todas las modas y corrientes que aparecieron en el género en los últimos años. "Sabés cuantas veces me dijeron que Amar Azul es música de colectiveros", confiesa allí Ferrer. En realidad, es el auténtico estilo cumbiero a la vieja escuela que suena en todo el conurbano.