Belén Badía, una heredera que tuvo que hacer su propio camino
Belén Badía nació en una familia llena de radio. Y siempre quiso "hacer algo" en los medios. Probó con teatro, clown, murga y canto. Pero cuando empezaron a elegirla para conducir los actos del colegio y le dijeron: "Vos tenés que leer cosas en voz alta" supo que lo suyo era el micrófono. "Cuando empecé a estudiar locución me di cuenta de que estaba en el lugar en el que siempre había querido estar". Quizá por eso, porque había dado muchas vueltas hasta encontrar su vocación, Belén quería salir rápido a la cancha. Y aunque su tío era Juan Alberto Badía, le costó bastante. A los 36 años, Belén ya tiene un Martín Fierro por su labor en Radio del Plata, donde aún trabaja y se dedica a temas de género. No lo hace por moda: vivió en carne propia el machismo, la violencia y la discriminación. Con una sonrisa y mucha garra, cuenta su historia.
-¿Quién te dio el primer trabajo?
-Paulino Rodríguez, cuando todavía no me había recibido.
-Qué raro que no fue tu tío.
-Mi tío quería que yo fuera la mejor y era muy muy crítico conmigo. Me dio una oportunidad en 2004, cuando me recibí. En diciembre terminé la carrera y a los diez días estaba trabajando en su radio de Pinamar. Pero me hacía hacer un horario muy extenso. No trabajé con él porque solo lo hacían los que tenían mucha experiencia. Quería que yo me curtiera, que conociera gente.
-No querían que fueras una acomodada.
-No. Y mi papá me dijo: "Ojo con lo que hacés, porque tenés un apellido atrás". De hecho, es el día de hoy que entro a una radio y siempre hay uno que me dice que trabajó con mi tío o con mi papá o con mi hermana.
-Tenías que estar a la altura.
-Un poco aprendí a vivir. Fui a un colegio de monjas que me metió en una burbuja espantosa y yo estaba ida. Entonces cuando salí de ahí empecé a vivir. Me choqué, me equivoqué. Pero fue la radio la que estuvo siempre. Por eso la siento como mi escuela de vida.
-¿En qué sentido?
-Tuve una pareja muy compleja. El papá de mi primera hija era golpeador, y toda esa época la atravesé trabajando al lado de Mónica y César. Ellos me dieron la mano y me dijeron: "No te vamos a soltar nunca". Pero si no hubiera sido por la contención de la radio, no sé dónde hubiera terminado. Podría haber terminado mal.
-¿Te sentís ahora más capaz de ocupar esos lugares?
-Sí, ahora puedo tener mi lugar. A mi tío lo tengo como referente siempre. De hecho me preguntan siempre por qué quise ser locutora y les respondo: por desfachatada, por intrépida. ¿Cómo vas a querer ser locutora si Juan Alberto Badía, tu tío, y Juan Ramón Badía, tu abuelo, fueron maestros de locutores?
-Encima siendo mujer.
-Si yo hubiese sido varón, mi papá y mi tío creo que me hubieran entregado la empresa para que la maneje. En cambio, la vendieron. Vengo de una familia recontramachista. Aunque el gran ejemplo de mujer laburante es mi tía Marisa. Ella era productora de Badía y compañía, y todos los músicos que pasaron por el programa, antes pasaban por ella. Era Marisa la que le decía a mi tío las cosas.
-¿Sentís que te sirvió o te restó tener el apellido Badía para entrar en el medio?
-Para mí era como un mandato. En un momento fue una presión muy grande, pero hoy es mi modelo.
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